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Publicado Abr 10, 2019
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Fue un gozo indecible descubrir la relación del Padre e Hijo como se la describe en 1 Corintios 8:6, donde se proporciona la clave para descifrar tantas cuestiones complejas de las Escrituras que estaban previamente rodeadas de misterio o simplemente se desconocían. Esta clave, que se describe en el folleto El Modelo Divino de la Vida,  revela que el Padre es la fuente de todas las cosas y el Hijo es el canal de todas las cosas. Esta relación de fuente y canal aparece como un sello distintivo en muchos elementos que están asociados: esposo y esposa, Antiguo y Nuevo Testamento, Lugar Santo y Lugar Santísimo, Sábados y fiestas, sol y luna. Todas estas cosas se ven más claramente a la luz del Modelo Divino. Tiene completo sentido el hecho de que el conocer la relación de Dios y su Hijo nos daría la clave para comprender muchos misterios en las Escrituras. 

En 2015 reflexioné si los dos pactos mencionados en la Escritura se regían, o no, por el modelo divino, por el cual un pacto conducía al otro. Bajo un sistema de oposición, el Pacto Antiguo, que lleva a la muerte, se contrapone al Nuevo Pacto que conduce a la vida. En este contexto, el Pacto Antiguo parece ser malo, mientras que el Nuevo Pacto, bueno; el Antiguo debería ser evitado, y el nuevo, acogido. Mientras reflexionaba en estas cosas, el texto de 2 Corintios 3:7 vino a mi mente arrojando luz sobre este tema. En este verso Pablo declara que el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria. Por lo tanto, si fue glorioso, era algo bueno. Luego se hizo evidente que, para poder nacer de nuevo, uno debe primero morir y luego nacer nuevamente. Esto ubica a la muerte y la vida en una secuencia donde una sigue a la otra. Esto significa entonces, que el pacto Antiguo es el canal a través del cual uno debe entrar al Nuevo Pacto. De hecho, los dos pactos funcionan juntos: uno conduce hacia el otro.

Al año siguiente, mientras llevaba a cabo reuniones al norte de Alemania, leí el libro de A. T. Jones “Estudios sobre Gálatas” y en sus páginas encontré la confirmación que había estado buscando:

"De esta manera el pacto del Sinaí los condujo al pacto con Abraham. El primer pacto los llevó al segundo; el pacto antiguo los llevó al nuevo pacto. De este modo, la ley, que era la base de ese pacto, - una ley quebrantada, - fue el ayo que les enseñó a ir a Cristo, para que sean justificados por fe"[1]

Nunca se resaltará lo suficiente la importancia de este hecho: Es el proceso en el cual el Pacto Antiguo conduce al Nuevo Pacto que lleva al proceso por el cual el ayo conduce el alma a Cristo para que sea justificada por la fe.

Este pensamiento le da poder y significado a un pasaje clave que fue usado por A.T. Jones en su Sermón 18, en 1893, sobre Romanos 5:20.

“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.” (Rom. 5:20)

Sigamos leyendo en Romanos 5: “Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.” ¿Entonces la ley vino sola, causando que aparezca el pecado solo, y solamente eso aconteció?

[Congregación: “No.”] Es simplemente el medio para otro fin – el medio para alcanzar el fin a través del cual obtener otro objeto más allá del conocimiento del pecado. ¿Es así? [Congregación: “SI.”] Pero ¿Qué dice exactamente: “Donde abundó el pecado abundó la gracia”? [Congregación: “No. Aún más.”]  Eso estaría muy bien, ¿no es cierto? Si fuera sólo que donde abundó el pecado, abundó la gracia; sí, estaría muy bien, pero esa no es la manera en la que el Señor hace las cosas, como sabemos. Él hace las cosas buenas en gran manera, tan buenas como sólo Dios las haría. (A.T. Jones, Sermón 20, 1893) 

La ley que entra en nuestra experiencia a través del Pacto Antiguo hace que abunde el pecado. Nos hace ver cuán pecadores somos. ¿Cuál es el propósito de esto? El fin es atraernos a Cristo en el Nuevo Pacto. Los dos pactos funcionan juntos. El Pacto Antiguo posee la letra que mata al viejo hombre para que el nuevo hombre pueda levantarse totalmente nuevo cada día. De esta manera, el Modelo Divino de Padre e Hijo proporciona la llave para relacionar el Pacto Antiguo al Nuevo. El antiguo conduce al nuevo y muestra cómo funcionan juntos para dar al alma la experiencia completa de la justificación por la fe.

Que puedas ser tan bendecido como lo fui yo al leer las preciosas verdades que contiene esta serie de artículos, que forman parte del más valioso mensaje enviado del cielo para iluminar a la tierra con su gloria.

 

Adrian Ebens

 


[1]A. T. Jones, RH, 17 de julio, 1900