“Yo soy la resurrección y la vida”. En virtud del conocimiento que poseemos de Cristo y su amor, el reino de Dios es puesto en medio de nosotros. Cristo nos es revelado en sermones y nos es cantado en himnos. El banquete espiritual nos es presentado con rica abundancia. El vestido de bodas, provisto a un precio infinito, es ofrecido gratuitamente a cada alma. Mediante los mensajeros de Dios nos son presentadas la justicia de Cristo, la justificación por la fe, y las preciosas y grandísimas promesas de la Palabra de Dios, el libre acceso al Padre por medio de Cristo, la consolación del Espíritu y la bien fundada seguridad de la vida eterna en el reino de Dios. ¿Qué otra cosa podía hacer Dios que no haya hecho al proveer la gran cena, el banquete celestial? {PVGM258.1}
Estás invitado a este reino, este precioso lugar revelado en Cristo y abierto libremente a todo hombre, mujer y niño. Este reino no viene con observancias externas, ya que es un reino espiritual, hablado con voz apacible y tranquila. Por naturaleza, el hombre es sordo, ciego y se resiste a este reino, pero en el rostro de Jesucristo éste se nos revela. ¿Vendrás al banquete celestial?