La mayoría de los cristianos tienen ideas firmes acerca de la ira y los juicios de Dios, acerca de Sus visitaciones, Su venganza y Sus castigos. Ellos creen que éstas representan un acto enérgico de Dios, que en cierto momento pierde Su paciencia y castiga y elimina a los transgresores de Su ley mandando a Sus santos ángeles para que lastimen, atormenten y maten a los seres humanos y utilizando las fuerzas de la naturaleza en una manera destructiva para alcanzar Su meta de destruir al apóstata. Pero, ¿cómo llega la gente a esta conclusión?
A través de las historias concernientes a la Cruz de Cristo y a la destrucción de Jerusalén descubrimos un modelo tanto para los juicios de Dios como para la destrucción final de los impíos.
- Dios advierte, corrige, reprende y señala el único camino seguro.
- La gente sigue su propio camino, independiente del Espíritu de Dios.
- Aún después de repetidas amonestaciones, ellos eligen su propio camino.
- Se colocan más allá de Su protección.
- Dios retira Sus bendiciones y elimina Su cuidado protector.
- El Espíritu de Dios es retirado.
- Dios no ordena a Sus ángeles que eviten los ataques decididos de Satanás sobre ellos.
- El poder de Satanás está en acción en el mar y en la tierra, trayendo calamidad y angustia y barriendo multitudes para asegurarse de su presa.