El poder irresistible del amor de Cristo
A menudo se afirma que la "ecuación de la salvación" se ilustra con un hombre en un bote que tiene dos remos, los remos de "la fe y las obras". La idea es que sin los dos remos en el agua tirando juntos, el hombre no va a llegar a ninguna parte. Esta idea da mérito a nuestra fe. Pero las Escrituras tienen algo que decir respecto a esto:
2 5:14 Corintios Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; (15) y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
Encontré esta explicación en un comentario para la palabra constriñe:
Estar "fuera de sí" con entusiasmo: el amor de Cristo hacia nosotros (en su muerte por nosotros, la mayor prueba de ello, Romanos 5:6-8), produciendo a su vez el amor en nosotros hacia él, y no un mero "terror" (2 Corintios 5:11).
Nos constriñe - con poder irresistible que nos limita al gran objeto excluyendo otras consideraciones. El griego implica que es la fuerza para comprimir las energías en un solo canal. El amor es celoso de cualquier objeto fascinante que es rival del alma (2 Corintios 11:1-3).
Elena White tiene esto que añadir:
Los mortales pueden hacer discursos abogando vehementemente por el mérito de la criatura, y cada hombre puede luchar por la supremacía, pero los tales simplemente no saben que todo el tiempo, en principio y en carácter, están tergiversando la verdad de Jesús. Se hallan en la niebla de la ofuscación. Necesitan el precioso amor de Dios, ilustrado por el oro refinado en fuego; necesitan la vestidura blanca del carácter puro de Cristo; y necesitan el colirio celestial para poder discernir con asombro la absoluta inutilidad del mérito humano para ganar el galardón de la vida eterna. Pueden poner a los pies de nuestro Redentor fervor en el trabajo e intenso afecto, realizaciones intelectuales elevadas y nobles, amplitud de entendimiento y la más profunda humildad; pero no hay una pizca más de gracia y talento que los que Dios dio al principio. No debe entregarse nada menos que lo que el deber prescribe, y no puede entregarse un ápice más que lo que se ha recibido primero; y todo debe ser colocado sobre el fuego de la justicia de Cristo para purificarlo de su olor terrenal antes de que se eleve en una nube de incienso fragante al gran Jehová y sea aceptado como un suave perfume.
Me pregunto, ¿de qué manera puedo exponer este tema con exactitud? El Señor Jesús imparte todas las facultades, toda la gracia, toda la contrición, todo buen impulso, todo el perdón de los pecados, al presentar su justicia para que el hombre la haga suya mediante una fe viva -la cual también es el don de Dios. Si ustedes reúnen todo lo que es bueno y santo y noble y amable en el hombre, y entonces lo presentan ante los ángeles de Dios como si desempeñara una parte en la salvación del alma humana o como un mérito, la proposición sería rechazada como una traición.[1] De pie ante la presencia de su Creador y mirando la insuperable gloria que envuelve su persona, contemplan al Cordero de Dios entregado desde la fundación del mundo a una vida de humillación, para ser rechazado, despreciado y crucificado por los hombres pecaminosos. ¡Quién puede medir la infinitud del sacrificio!
Por amor a nosotros Cristo se hizo pobre, para que por su pobreza pudiéramos ser hechos ricos. Y todas las obras que el hombre puede rendir a Dios serán mucho menos que nada. Mis súplicas son aceptas únicamente porque se apoyan en la justicia de Cristo. La idea de hacer algo para merecer la gracia del perdón es una falacia del principio al fin. “Señor, en mi mano no traigo valor alguno; simplemente a tu cruz me aferro”. Fe y Obras, pág. 23
Nuestra conclusión es que intentar ser salvos por las obras sería no solamente quebrantar la lealtad a Dios sino que podría ser algo más terrible: Sería traicionar, levantarse en armas en rebelión abierta contra los principios del gobierno de la Majestad del cielo.
[1] traición.
(Del lat. tradit?o, -?nis).
1. f. Falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener.
2. f. Der. Delito cometido por civil o militar que atenta contra la seguridad de la patria.