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3. El amor original - Hechos a su imagen

Publicado Mar 03, 2013 por Adrian Ebens En El orden evangélico
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Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. (27) Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

A través de una lectura atenta de Génesis capítulos uno y dos hemos mostrado una relación entre Adán y Eva que habría permanecido en un movimiento perpetuo de amor ágape. El secreto de este motor de amor dependía de que cada miembro recordara de dónde venían y lo que habían recibido. El amor en cascada de Dios se derramó sobre Adán, después de él a Eva, para luego regresar en agradecimiento a la fuente de la cual procedía.

La Biblia nos dice que esta primera relación humana fue una imagen o un modelo de Dios y de su Hijo porque fuimos hechos a su imagen. ¿Y qué más podemos aprender de este modelo?

1 Corintios 8:6 sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para El; y un Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros. (LBLA).

El Padre se describe como “de quién proceden todas las cosas” – la fuente de toda vida y bendición. El Hijo es descrito como “por quién son todas las cosas” – el canal de toda vida y bendición. La distinción entre el de quién y el por quién es de vital importancia para que el motor del amor ágape permanezca en un movimiento eterno. ¿Que significa eso? Al reconocer al Padre como el de quien son todas las cosas el Hijo está constantemente en un estado de gratitud al Padre por haberle dado todas las cosas. Mientras que el Padre ve a su Hijo como aquel que ha venido de sí mismo, desea derramar su bendición sobre él y darle todas las cosas, porque esa es la naturaleza y el corazón del ágape del Padre –dar. Este motor de amor seguirá derramando una fuente de bendición, siempre y cuando el Padre y el Hijo conservan sus identidades como el de quién y el por quién.

La naturaleza de esta reacción en cadena de esta fuente de bendición se revela en esta palabras:

1 Cor 11:3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo

Así como Dios el Padre es la cabeza de Cristo, así también el hombre es la cabeza de la mujer. Esta es una parte clave de lo que significa ser hecho a su imagen. La referencia a ser la cabeza está directamente relacionada con la forma en que Génesis utiliza este término en el Jardín.

Gén 2:10 Y salía un río de Edén para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro cabezas. (Sagradas Escrituras, 1569).

El modelo Divino presenta a la cabeza como la fuente de bendición, porque nuestro Padre celestial es la fuente de toda bendición. A medida que le pasa la bendición a su Hijo, él se convierte en la cabeza del hombre con el fin de derramar bendiciones. El hombre recibe esta bendición y es capacitado para ser la cabeza y derramar bendiciones sobre su esposa. ¿A quién debe la mujer dirigir su gratitud? Ella la expresa a todos los que han formado parte del canal para bendecirla, a Dios, su Hijo y su esposo. La clave para mantener este canal de bendiciones en marcha es saber quién es la cabeza, quién es el de quién sobre nosotros, ¿a quién dirigimos nuestra gratitud? Por lo tanto, queda claro que el eje de todo este sistema es conocer la distinción entre quién es un de quién sobre nosotros y quién es un por quién bajo nosotros.

Si examina la Biblia con detenimiento, verá este modelo divino de supremacía y la sumisión demostrada en muchos lugares.

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 Cuanto más plenamente seguimos este modelo divino, más bendiciones fluirán sobre nosotros y nuestras familias. Por ejemplo, cuando honramos a nuestros padres, se nos promete una larga vida. Cuando se estima altamente a los que están sobre nosotros, somos bendecidos por su predicación de la Palabra y exhortaciones a una vida santa.

Aparte de las bendiciones directas de alegría, felicidad y compañerismo que fluyen a través de este modelo divino, también existen las bendiciones de protección que podemos obtener a través del canal. En cada caso, el “por quién” vienen las cosas, está bajo la protección y posee la autoridad del “de quién” vienen las cosas. Como un ejemplo de la cantidad de protección que puede tener un niño, vemos:

1. El niño es protegido por su madre,
2. Quien es protegida por el esposo,
3. Quien es protegido por la policía,
4. Quien es protegido por el gobierno,
5. Que es ordenado por Dios.

Tomando esto en un sentido espiritual vemos:

1. El padre es exhortado por el anciano o el pastor,
2. Quienes están sujetos a la Palabra de Dios,
3. Que fue escrita por los profetas
4. Que fue y es dada por Cristo
5. Quien la recibió de su Padre.

Mientras más nos acercamos a la posición donde reflejamos al modelo divino mayor es nuestra protección, bendición, paz y gozo. Podemos ilustrar este sistema de bendiciones como un sistema de riego gigante para mover el Espíritu de Dios en todo el universo. Cada familia se convierte en una estación de relevo para mantener las bendiciones fluyendo hacia abajo y la gratitud que fluye hacia atrás. Cada comunidad, la iglesia y la nación también se convierten en motores para ayudar a garantizar que todas las personas en el sistema se llenen con el ágape del Padre.

Obviamente sería absurdo sugerir que Dios y su Hijo olvidarían quienes son. El manantial de esta fuente nunca dejará de fluir. La Biblia nos asegura:

Mal 3:6 Porque yo Jehová no cambio.

Heb 13:8 Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

El Padre y su Hijo nunca cambiarán. La fuente de la vida que fluye del trono de Dios no se detendrá. Sin embargo, sabemos que ha habido una interrupción en el canal. La introducción del pecado fue la introducción de un proceso de pensamiento que trataría de cambiar las leyes del Modelo Divino. El origen de esta anarquía comenzó con Lucifer, quien se alejó del ágape de Dios en el eros del egocentrismo. La Escritura nos dice cómo Satanás deseaba alterar el Modelo Divino.

Isa 14:12-14 ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. (13) Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; (14) sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

En estos textos vemos a un ser que no trata de estar bajo la protección y el cuidado del modelo divino más bien busca ser semejante, lo que significa parecerse, al Altísimo. Satanás rechazó la verdad de que había recibido todo lo que tenía y trató de estar en la misma posición que el mismo Dios. Originalmente Satanás quería ser igual al Hijo, quien estaba inmediatamente por encima de él, en vez de estar bajo su autoridad, de esta manera el podría reportarse directamente al Padre sin estar bajo Cristo. El Padre, a través del modelo divino, se apresuró a defender y proteger a su hijo y declaró la relación que él sostenía para con toda la creación. Cristo no se defendió ni habló en su propia defensa, todo esto fue hecho por el Padre. Satanás rechazó el mandato del Padre de adorar y honrar al hijo y después deseó ser exactamente como el Altísimo.

En su deseo de ser considerado como el Altísimo Satanás concibió la mentira que le dijo a nuestros primeros padres de “seréis como Dios” y “ciertamente no moriréis.”

Lucifer fue creado para ser un portador de la luz. Dios le había dado más que a cualquier otro ser creado (Ezequiel 28:14). Mientras Lucifer contemplaba todo lo que se le había dado, extrañamente olvidó que, efectivamente, se le había dado. Lucifer le debía todo lo que tenía al Hijo de Dios que lo había creado por la voluntad del Padre. Si hubiera seguido viendo al Hijo con aprecio y se hubiera modelado a sí mismo según el Hijo, que vivía en sumisión amorosa, obediencia y gratitud a su Padre, nunca habría caído del modelo divino al pecado. La raíz del pecado está en olvidar nuestra identidad como alguien que ha recibido todo de la mano del Hijo de Dios por la voluntad de Dios el Padre.

Si llegamos a confundirnos de alguno modo sobre la relación del de quien y el por quién del Padre y el Hijo entonces el Modelo Divino se quebranta en nuestras mentes y dejamos de ser parte del canal de bendición. Es de vital importancia recordar este principio.

2 Cor 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Como seres creados, naturalmente somos transformados a la imagen de lo que percibimos como Divino. Aspiramos ser de la misma forma que entendemos a Dios. Satanás presentó a la raza humana un concepto que nos hizo pensar que podríamos ser como Dios, no tanto en carácter, sino en el poder, el conocimiento y la vida. La seguridad de ágape reside en saber que el Hijo de Dios recibió todo lo que tiene de su Padre. Como hemos comentado anteriormente, cualquier idea de que el Hijo tiene sus propias cualidades independientes que atraen al Padre en cualquier forma, destruye la verdad de que Dios es siempre y solamente ágape. Si se entiende que él se siente atraído por algo inherentemente poderoso entonces Dios es en sí eros, un amante de lo bello, poderoso y majestuoso.

Cuando entendemos al Hijo de Dios como alguien que recibió todas las cosas y que no era nada inherente en el Hijo lo que hizo que el Padre lo hiciera igual a sí, entonces podemos estar seguro de que el principio de ágape no se desvanecerá de nuestra mente. Conocer la identidad del Hijo de Dios es el secreto para permanecer en el canal de la fuente de ágape. Como Jesús nos dijo,

John 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

1 John 5:12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

El secreto para que los cónyuges permanezcan en una relación de amor del motor ágape es honrar al Padre como nuestro Dios de quién y a Jesús como nuestro Señor por quién. (1 Corintios 8:6) Cuando tenemos este modelo divino en nuestras mentes, seremos transformados a imagen de su relación en nuestra esfera humana tal como lo dijo Dios acerca de nosotros en el principio, que fuimos hechos a su imagen y semejanza.

Sería maravilloso pensar que desde la posición dónde estamos en la corriente de la historia humana que podríamos simplemente optar por vivir así, pero esto no es posible cuando comprendemos lo terrible que fue la caída del hombre. La promesa de la serpiente a Eva que íbamos a ser como Dios y que no íbamos a morir ha tenido consecuencias terribles para nosotros.