Mi Amado - Postludio
Publicado Dic 03, 2013 por Adrian Ebens En Mi Amado
Querido Padre celestial, cuánto te alabo, te honro y te adoro por tus tiernas misericordias y tu amor sin límites por dar a tu Hijo como mi propiciación, Sacerdote y Príncipe. Te doy gracias por salvarme de una muerte segura y mostrarme los peligros y engaños del tentador. Me enseñaste claramente que sus promesas eran vacías y que su fundamento era como arena movediza.
Te doy gracias por guiarme paso a paso hacia tu Lugar Santísimo. Ahora veo estos muros sagrados, la belleza de las flores que se abren y la palmera. (1 Reyes 6:29). Me alimentaste con pan celestial e iluminaste mi camino con luz pura. Enviaste a Elías a confrontarme, y permitiste pruebas de fuego para purificarme. Sin embargo, a través de todas estas cosas, enviaste al Espíritu de tu Hijo a mi corazón clamando: “¡Abba, Padre!”
Querido Padre, me aferro al testimonio de tu palabra. Mis emociones me abruman al pensar en estas cosas. Por lo tanto, estoy anclado a la garantía de tus palabras. ¿Quién podría imaginar que un hombre pobre, débil y tonto como yo podría obtener el favor de mi SEÑOR y el don de su Hijo?
Tu trono está gobernado en rectitud, justicia y verdad. Sin embargo, por encima de todo esto tú estás coronado con la misericordia, la paciencia y el amor – el amor ágape que crea valor en el creyente en vez de él procurar valor en sí mismo.
Padre, permíteme estar contigo en el Lugar Santísimo; permite que toda mi escoria sea quitada. Que el Espíritu de tu Hijo permanezca siempre conmigo y me enseñe tus mandamientos. Quiero tu ley escrita en mi corazón y deseo que sea mi meditación día y noche.
Confío en que mi Amado está preparando un lugar para mí en la casa grande. Me conmueve hasta las lágrimas que me des la bienvenida con tanto amor en tu casa y que desees que yo esté allí.
Te presento estas cosas desde el fondo de mi corazón en el nombre de mi Amado, tú Hijo unigénito. Amén.