Mi Amado - Capítulo 19 - El Consolador

Publicado Dic 03, 2013 por Adrian Ebens En Mi Amado

Mientras andamos en este camino como peregrinos y nos enfrentamos a diversas pruebas, existe algo por encima de todo lo demás que nos da consuelo.


Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. (18) Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:17-18.

La Biblia nos dice que, debido a que Jesús padeció siendo tentado, él es poderoso para socorrer (ayudar o aliviar) a los que son tentados. Sin embargo, si Jesús está ahora en el cielo intercediendo por nosotros, ¿cómo puede ser que nos auxilie? Jesús le explicó esto a los discípulos con mucho cuidado cuando les dijo que tenía que irse:

 

“Señor, ¿adónde vas?” Le preguntó Simón Pedro. Jesús respondió: “Adonde Yo voy, tú no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después.” (37) Pedro le dijo: “Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora mismo? ¡Yo daré mi vida por Ti!” Juan 13:36-37, NBLH.

Pedro amaba a su Señor y no quería separarse de él. Con tristeza, le preguntó a Jesús por qué no lo podía seguir. En los siguientes capítulos de Juan, Jesús les explica cómo es que todavía estaría con ellos a pesar de que físicamente tendría que dejarlos.

Jesús les dice a sus discípulos que no se turben sus corazones; él iba a preparar un hogar para ellos y regresaría después. Luego, comenzando por Juan 14:14 Jesús, explica su relación con su Padre y cómo él es la imagen expresa de él.

En el versículo seis, Jesús hace una afirmación muy importante con la cual la mayoría están familiarizados. Afirma que él es el camino, la verdad, y la vida. El hecho de que Jesús se refiera a sí mismo como la verdad en los siguientes versículos es muy importante.

Mientras Jesús explica la cercanía de su relación con el Padre, les dice a los discípulos que le pidan al Padre en su nombre cualquier cosa que pudiesen necesitar.

Recordemos que toda esta discusión entre Jesús y sus discípulos, se está llevando a cabo porque ellos están preocupados acerca de su partida. Es sobre este punto que Jesús desea aliviar sus mentes. Entonces declara:

 

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: (17) el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (18) No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. Juan 14:15-18.

Jesús hablaba de otro Consolador que procedería del Padre. Observe con cuidado lo que Jesús dijo:

Si Jesús es la verdad, entonces el Espíritu de verdad es el Espíritu de Jesús. Jesús no ha mencionado al Consolador anteriormente, pero afirma que los discípulos ya le conocen porque mora con ellos. ¿Quién era el que moraba con ellos? ¡Era Jesús! Entonces Jesús lo dice llanamente. Afirma que no los dejará sin consolador, sino más bien, que él mismo vendría a ellos.

Más adelante en el capítulo, Jesús llama al Consolador el Espíritu Santo.

¿Por qué Jesús a veces habla como si él fuese a venir a consolarlos y otras veces parece indicar que va a enviar a alguien más? Jesús hablaba a menudo de sí mismo en tercera persona. Note estos versículos:

 

Entonces, cuando hubo salido, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él. Juan 13:31.

 

Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? Lucas 18:8.

En estos versículos, Jesús llama al Hijo del hombre, “él”, sin embargo se está refiriendo a sí mismo. Esto era una práctica común de Jesús.

¿Qué más podemos aprender acerca del Espíritu Santo? Observe estos versículos paralelos.

 

Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. Mateo 10:20.


Pero cuando os trajeren para entregaros, no os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo. Marcos 13:11.

Observemos cómo el Espíritu Santo en Marcos 13:11, es llamado el Espíritu de nuestro Padre en Mateo 10:20. Jesús continuó explicando a sus discípulos:

 

Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. Juan 15:26.

El Espíritu Santo procede del Padre y trae la presencia personal del Padre y su Hijo. Es a través del Espíritu Santo que Jesús personalmente viene a nosotros y nos consuela. Observe como la Biblia usa la palabra Espíritu y presencia en paralelo:

 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Salmo 139:7.

Es por esta razón por la que Pablo utiliza varios términos de manera intercambiable.

 

Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él. (10). Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el Espíritu vive a causa de la justicia. Romanos 8:9-10.

 Observemos la conexión:

Espíritu = Espíritu de Dios = Espíritu de Cristo = Cristo = Espíritu

Todas estas cosas nos dicen que, a través del Espíritu, Jesús puede consolarnos y socorrernos directamente. Este don maravilloso fluye del trono de Dios como un poderoso río, y corre hacia el corazón de todos los que tengan sed de Cristo.

 

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. Apocalipsis 22:1.


En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. (38) El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (39) Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. Juan 7:37-39.

 

Pero el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna”. Juan 4:14.

El agua de vida de la cual Jesús habló a la mujer en el pozo era el don especial de su presencia mediante la agencia del Espíritu de Dios.

                                                                                                                                                               

¿Entendemos cómo funciona esto?

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va, así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Juan 3:8.

No sabemos cómo Jesús nos consuela a través del Espíritu Santo; sólo sabemos que es él quien viene a nosotros. ¿Por qué es Jesús nuestro Consolador? La Biblia nos dice:


Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:18.

Esta verdad tan sencilla ha sido muy preciosa para mí. Así es como verdaderamente llegué a conocer a mi Amado. Sin el Espíritu de verdad, no podría conocer a Aquel que es la verdad. Si el Espíritu fuese un ser separado como se afirma en la Trinidad, entonces toda la obra del Espíritu sería un proceso de aprender a conocer y amar a ese ser. Entonces no sería Jesús el que nos consuela, sino otro. Pero sólo Jesús sabe cómo me siento, así que sólo Jesús puede realmente consolarme.

La trinidad hace todo este proceso muy complicado. Jesús dijo:

 

Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que todo cuanto oyere hablará; y os anunciara cosas venideras. Versión Moderna – H. B. Pratt (1929).

El Espíritu no habla de sí mismo, lo que significa que de cualquier forma que el Espíritu obre, no es nuestro enfoque como una persona separada de Jesús. Cristo es nuestro enfoque, y Cristo es nuestro Consolador.

Recuerdo la primera vez que me di cuenta de que Jesús era realmente quien estaba presente conmigo, no alguna persona misteriosa sin forma que nunca anduvo en mi carne ni entendió mis tentaciones. Lloré de alegría ante tal sencillez. Así como Jesús había dicho a sus discípulos que no permitieran que sus corazones se turbaran, porque él vendría a ellos para consolarlos, así también Cristo ahora viene a nosotros y nos consuela con el fin de que podamos cenar y estar en comunión con él.

Por medio de mis pruebas de fuego purificador cuando confieso a mi Amado y cuando me enfrento con Apolión, mi dulce consuelo es saber que Jesús está conmigo, alentándome, sosteniéndome, ayudándome, fortaleciéndome, amándome y bendiciéndome. Oh, qué precioso pensamiento. Oh qué preciosa verdad.

 

El regreso de Elías señaló a los dos pretendientes que buscaban mi mano, pero gracias a las pruebas con el fuego purificador, las barreras a mi viaje hacia el Lugar Santísimo fueron retiradas. Jesús dice:

 

Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Apocalipsis 3:8.

 

Para los que no niegan el nombre del Hijo de Dios, la puerta hacia el Lugar Santísimo permanece abierta.