He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo - Capítulo 9

Publicado Feb 15, 2013 por En El precioso mensaje de 1888

Epílogo:

9. El Cantar de los Cantares y el mensaje a Laodicea

Hay una oculta historia de amor en el mensaje a Laodicea, que pocos en esta generación parecen apreciar. Pero investigadores escrupulosos y reverentes de las Escrituras las han tenido en cuenta durante siglos. De alguna forma, escapó a la consideración de nuestros pioneros, y nuestros ojos han estado demasiado "cargados" como para prestarle atención.

En el original griego, Apocalipsis 3:20 viene a decir algo así como:

Mira, estoy de pie a la puerta y llamo (golpeando con la mano). Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré adonde él y tendré estrecha relación con él.

Esa constituye una clara alusión a la historia del Cantar de los Cantares de Salomón, un libro que ha suscitado más situaciones embarazosas que dedicada atención y estudio. La fraseología empleada por Cristo es una cita directa y exacta de la Septuaginta, epi ten thuran, "a la puerta", tal como se encuentra en Cantares 5:2: "Yo dormía, pero mi corazón velaba: la voz de mi amado que llama a la puerta…" La expresión "a la puerta" no figura en el antiguo testamento en hebreo. Los editores del Comentario bíblico adventista evidentemente no consultaron la Septuaginta, que la iglesia primitiva utilizaba ampliamente, ya que afirman: "El Cantar de los Cantares no se cita en el N.T." (vol. 3, p. 1129). ¡Pero aquí aparece, en el mensaje a Laodicea, citada por nuestro propio Señor! Él mismo se refiere también a ese libro en Juan 7:38: "El que cree en mí, como dice la Escritura… ", citando Cantares 4:12-16, único pasaje del Antiguo Testamento al que pudo haberse referido. Así, Cristo pone su sello de aprobación sobre el libro, y se identifica como su auténtico protagonista.

La protagonista debe ser, pues, la propia Laodicea. Y así es, efectivamente. La historia de ésta se refleja allí con claridad. Fue en 1888 cuando nuestro Señor "llamó", como amante divino, buscando entrada en el corazón de su futura esposa. La cita directa de la Septuaginta que Jesús hizo, constituye un comentario inspirado que nos indica que ‘el mensaje a Laodicea debe comprenderse a la luz del libro de Cantares’. Si Cristo no es omnisciente (en Marcos 13:32 se nos informa de que no sabe el día y la hora de su segunda venida), quizá él no sabía cuál sería el resultado del llamamiento de 1888. ¿Podemos ahora apreciar su divino fervor y anhelo por llevar consigo a su esposa? ¿Somos capaces de sentir cómo Cristo, el "amante", esperaba contra toda esperanza que ella respondiese?

Per E. White dijo más tarde, "El chasco de Jesús es indescriptible" (Review and Herald, 15 diciembre 1904). Los Cantares de Salomón nos relatan lo que ocurrió, mejor que nuestros propios historiadores. Habla la novia:

Una búsqueda infructuosa

Yo dormía, pero mi corazón velaba:
Y oí a mi amado que llamaba [a la puerta, LXX]:

‘Ábreme, hermana mía, amiga mía,
paloma mía, perfecta mía;
Porque mi cabeza está llena de rocío,
mis cabellos de las gotas de la noche’.

He quitado mi ropa; ¿cómo me he de vestir?
He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?

Mi amado introdujo su mano por la ventanilla,
y mi corazón se conmovió dentro de mí.
Me levanté para abrir a mi amado,
y mis manos y mis dedos gotearon mirra,
mirra que corría sobre el pasador de la puerta.

Abrí, pero mi amado se había ido, había ya pasado,
y tras su hablar salió mi corazón.
Lo busqué, y no lo hallé. Lo llamé, y no respondió.

(Cantar de los Cantares 5:2-6)

El resto del capítulo describe muy adecuadamente el implacable devenir de los sucesivos años de nuestra historia. Todo ello es bien conocido por el universo celestial; solamente nosotros hemos caído en la ceguera y en la patética confusión, en la búsqueda de Aquel que tan trágicamente despreciamos 1:

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad.
Me golpearon e hirieron,
me quitaron mi manto de encima,
los guardas de la muralla.
Os conjuro, doncellas de Jerusalem,
si halláis a mi amado,
que le hagáis saber
que estoy enferma de amor. (v. 7 y 8)

¿Qué significa, "enferma de amor" ? La palabra hebrea no da la idea de lo que hoy entendemos por el "mal de amores", sino que se refiere a la enfermedad, a la debilidad. El término se utiliza en toda otra ocasión, en ese último sentido (en el resto del Antiguo Testamento).

¿Qué significa el versículo siguiente?

Los encantos del amante perdido

¿En qué tu amado es mejor que otro amado,
oh, la más hermosa de todas las mujeres?
¿En qué tu amado es más que otro amado,
que así nos conjuras? (v.9)

En la Septuaginta, llama la atención otra expresión empleada en el libro de Cantares. Las otras mujeres han solicitado a la heroína que les explique por qué su amante es tan "diferente" de todos los demás (el más señalado entre diez mil, v. 10). En los versículos 10 al 16 expresa poéticamente sus excelencias, y concluye diciendo: "Tal es mi amado, tal es mi amigo, oh doncellas de Jerusalem". La palabra traducida por "amigo" es plesion, que en griego significa "aquel que está cercano a" (Juan 4:5). ¿Qué es lo destacable o distintivo sobre Cristo, que hace que lo amemos y proclamemos al mundo? E. White dijo del mensaje de 1888:

El sábado por la tarde fueron tocados muchos corazones, y muchas almas se alimentaron con el pan que viene del cielo… Sentimos [ella, Jones y Waggoner] la necesidad de presentar a Cristo como al Salvador que no estaba alejado, sino cercano, a la mano. (Review and Herald, 5 marzo 1889. Atributo de cursivas añadido).

Es una clara alusión a la cristología que Jones y Waggoner presentaron, que lo hicieron "cercano", que trajeron realmente cerca a Cristo, como nuestro "pariente más próximo", aquel que vino "en semejanza de carne de pecado", "tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado". En la Septuaginta hay también una relación con Zacarías 12:10. El lector recordará la tierna descripción que hace el pasaje, acerca de la estrecha simpatía que el pueblo de Dios aprenderá a sentir por Cristo cuando se dé cuenta de que él es aquel a quien han "traspasado". La versión Reina Valera traduce "llorarán sobre mí, como se llora por unigénito. Se afligirán sobre mí como quien se aflige por primogénito", pero la Septuaginta traduce, "llorarán por él, como por el amado", precisamente la palabra empleada en el Cantar de los Cantares.

Obsérvese la forma en la que E. White relaciona claramente la fraseología del libro de Cantares con el fruto del mensaje de 1888:

La vida cristiana, que antes les había parecido [a los jóvenes] indeseable y llena de inconsistencias, apareció ahora en su verdadera luz, en destacada simetría y belleza. Aquel que les había parecido antes como raíz de tierra seca, sin parecer ni hermosura, se convirtió ahora en el señalado entre diez mil [Cantares 5:10], y todo él deseable. (Id., 12 febrero 1889).

Es en verdad una historia de amor, la más impresionante que jamás haya sido descrita. Está impregnada de la misma esperanza de reconciliación final que el mensaje a Laodicea.

Es una esperanza digna de morir por ella, y de vivir por ella. El que nuestras pobres almas sean finalmente salvas, lleguemos al cielo y se nos recompense, eso no es lo importante. Lo que es importante es que el tan chasqueado Amante y Esposo reciba su recompensa, que él reciba por fin su esposa, una iglesia capaz de apreciarlo verdaderamente de corazón.

Nota:

(N. del T.): "Andaré y tornaré a mi lugar hasta que conozcan su pecado, y busquen mi rostro. En su angustia madrugarán a mí" (Oseas 5:15). (Volver al texto)