He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo - Capítulo 10

Publicado Feb 15, 2013 por En El precioso mensaje de 1888

APÉNDICE

10. Algunas declaraciones de E. White en relación con el pecado no reconocido 

El pecado está en nosotros, antes de ser revelado a la conciencia.

"El Señor nos coloca en diferentes posiciones, a fin de desarrollarnos. Si poseemos defectos de carácter de los que no nos apercibimos, él nos somete a disciplina, que traerá esos defectos a nuestro conocimiento, para que podamos vencerlos. Es su providencia la que nos lleva a enfrentar diversas circunstancias. En cada nueva situación, enfrentamos diferentes tipos de tentaciones. Cuántas veces, al vernos en cierta situación comprometida, pensamos ‘Es una gran equivocación. Lo que daría por haber permanecido en la anterior situación’ Pero ¿cuál es la razón de que no se siente satisfecho? Es porque las nuevas circunstancias han servido para traer a su noticia nuevos defectos del carácter; pero no se ha revelado nada que no existiera en usted" (Review and Herald, 6 agosto 1889).

El engaño anida en las cámaras secretas de la mente.

"La ley de Dios es la prueba de nuestras acciones. Sus ojos ven todo acto, escudriñan cada rincón de la mente, detectan todo engaño y toda hipocresía. Todas las cosas están desnudas y abiertas ante la vista de Dios" (Carta 46, 1906; A fin de conocerle, p. 292).

El pecado inconsciente de Pedro es también nuestro problema.

"Esta pregunta que escudriñaba el corazón, era necesaria en el caso de Pedro, y es necesaria en el nuestro. La obra de la restauración nunca puede ser completa a menos que se llegue hasta las raíces del mal. Vez tras vez han sido recortadas las ramas, pero ha sido dejada la raíz de amargura para que resurja y contamine a muchos. Pero debe llegarse hasta la profundidad misma del mal oculto, los sentidos morales deben ser juzgados, y juzgados otra vez a la luz de la presencia divina. La vida diaria testificará si la obra es verdadera o no.

Cuando Cristo le preguntó a Pedro por tercera vez: ‘¿Me amas?’, la sonda llegó hasta lo más profundo del alma. Pedro, juzgándose a sí mismo, cayó sobre la roca" (Youth Instructor, 22 diciembre 1898; Comentario bíblico adventista, vol. 5, p. 1125).

 El mensaje a Laodicea y el pecado inconsciente.

"El mensaje a Laodicea ha de ser proclamado con poder, ya que ahora es especialmente aplicable… No ver nuestra propia deformidad es no apreciar la belleza del carácter de Cristo. Cuando nos demos cumplida cuenta de nuestra propia pecaminosidad, apreciaremos a Cristo… No ver el marcado contraste entre Cristo y nosotros significa que no nos conocemos. Aquel que no se aborrece a sí mismo, no puede comprender el significado de la redención… Hay muchos que no se ven a sí mismos a la luz de la ley de Dios. No detestan el egoísmo, y por lo tanto, son egoístas" (Review and Herald, 25 setiembre 1900).

Las tendencias inconscientes al mal, problema de Laodicea.

"El mensaje a la iglesia de Laodicea revela nuestra condición como pueblo… Satanás procura corromper la mente y el corazón con toda su sutileza. Y ¡Oh, cuanto éxito obtiene en hacer que los hombres y mujeres se aparten de la simplicidad del evangelio de Cristo! Bajo la influencia de Satanás, las tendencias hereditarias y cultivadas al mal se despiertan a la acción. Pastores y miembros de iglesia están en peligro de permitir que el yo ocupe el trono… Si viesen sus caracteres deformes y distorsionados, tal como quedan minuciosamente reflejados en la Palabra de Dios, se alarmarían de tal modo que caerían sobre sus rostros ante Dios en contrición de espíritu, y desecharían los trapos de inmundicia de su propia justicia" (Review and Herald, 15 diciembre 1904).

Cuando el pecado inconsciente se hace consciente demasiado tarde.

"Los que están a la izquierda de Cristo, los que le han descuidado en la persona de los pobres y dolientes, fueron inconscientes de su culpabilidad. Satanás los cegó; no percibieron lo que debían a sus hermanos. Estuvieron absortos en sí mismos, y no se preocuparon de las necesidades de los demás" (El Deseado de todas las gentes, p. 594).

La oculta maquinaria moral del corazón.

"A los hombres a quienes Dios destina para ocupar puestos de responsabilidad, él les revela en su misericordia sus defectos ocultos, a fin de que puedan mirar su interior y examinar con ojo crítico las complicadas emociones y manifestaciones de su propio corazón, y notar lo que es malo… Dios quiere que sus siervos se familiaricen con el mecanismo moral de su propio corazón" (Joyas de los Testimonios, vol. 1, p. 475).

Finalmente el pecado inconsciente vendrá a ser plenamente consciente.

"La visión de Zacarías con referencia a Josué y el ángel se aplica con fuerza peculiar a la experiencia del pueblo de Dios durante la terminación del gran día de expiación… Como Josué intercedía delante del ángel, la iglesia remanente, con corazón quebrantado y fe ferviente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús su abogado. Sus miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de sus vidas, verán su debilidad e indignidad…" (Joyas de los Testimonios, vol. 2, p. 175 y 176).

Los servicios del santuario, un tipo de la remoción del pecado inconsciente de la mente del hombre.

"Aunque la sangre de Cristo habría de librar al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no había de anular el pecado; éste queda registrado en el santuario hasta la expiación final; así en el símbolo, la sangre de la víctima quitaba el pecado del arrepentido, pero quedaba en el santuario hasta el día de la expiación.

En el gran día del juicio final… los pecados de todos los que se hayan arrepentido sinceramente serán borrados de los libros celestiales. En esta forma el santuario será liberado, o limpiado de los registros del pecado. En el símbolo, esta gran obra de la expiación, o el acto de borrar los pecados, estaba representada por los servicios del día de la expiación… Así como en el día de la expiación final los pecados de los arrepentidos han de borrarse de los registros celestiales, para no ser ya recordados, en el símbolo terrenal eran enviados al desierto y separados para siempre de la congregación" (Patriarcas y Profetas, p. 371 y 372).

"Satanás había acusado a Jacob… y durante la larga noche de la lucha del patriarca, procuró hacerle sentir su culpabilidad, para desanimarlo y quebrantar su confianza en Dios… el Mensajero celestial, para probar su fe, le recordó también su pecado y trató de librarse de él… Así será en el tiempo de angustia. Si el pueblo de Dios tuviera pecados inconfesos que aparecieran ante ellos cuando los torturen el temor y la angustia, serían abrumados; la desesperación anularía su fe, y no podrían tener confianza en Dios par pedirle su liberación. Pero aunque tengan un profundo sentido de su indignidad, no tendrán pecados ocultos que revelar. Sus pecados habrán sido borrados por la sangre expiatoria de Cristo, y no los podrán recordar" (Id, p. 199 y 200).

Nuestros propios capítulos desconocidos.

"La amargura del pesar y la humillación es mejor que la complacencia del pecado. Por la aflicción, Dios nos revela los puntos infectados de nuestro carácter, para que por su gracia podamos vencer nuestros defectos. Nos son revelados capítulos desconocidos con respecto a nosotros mismos, y nos llega la prueba que nos hará aceptar o rechazar la reprensión y el consejo de Dios" (El Deseado de todas las gentes, p. 268).

"En el día del juicio final, cada alma perdida comprenderá la naturaleza de su propio rechazamiento de la verdad. Se presentará la cruz y toda mente que fue cegada por la transgresión verá su verdadero significado. Ante la visión del Calvario con su Víctima misteriosa, los pecadores quedarán condenados. Toda excusa mentirosa quedará anulada. La apostasía humana aparecerá en su odioso carácter. Los hombres verán lo que fue su elección… Cuando los pensamientos de todos los corazones sean revelados, tanto los leales como los rebeldes se unirán para declarar: ‘Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos’ " (Id., p. 40).

Cómo operó la mente inconsciente en la crucifixión de Cristo.

"Creyentes y no creyentes vendrán a ser testigos que confirmen la verdad que ellos mismos no comprenden. Todos cooperarán en cumplir la voluntad de Dios, tal como ocurrió con Anás, Caifás, Pilato y Herodes. Enviando a Cristo a la muerte, los sacerdotes creyeron que cumplían sus propios propósitos, pero inconscientemente y sin pretenderlo, estaban cumpliendo el propósito de Dios" (Review and Herald, 12 junio 1900).

El juicio expone el contenido oculto de la mente.

"El registro de los días pasados pondrá a la vista la vanidad de las invenciones humanas, por las que las personas se han excusado a sí mismas de su negligencia en responder a los ruegos de Dios. El Espíritu Santo revelará faltas y defectos del carácter que se deberían haber discernido y corregido… Está cercano el tiempo cuando la vida interior se revelará plenamente. Todos contemplarán, como en un espejo, la operación de los resortes ocultos de la motivación. El Señor quiere que examinéis vuestra propia vida ahora, y que veáis cómo aparece vuestro registro ante él" (Review and Herald, 10 noviembre 1896).

El pecado se oculta en el corazón.

"El corazón es la caja fuerte del pecado; si no se lo expulsa, permanece oculto hasta que llega una oportunidad, y entonces se revela, poniéndose en acción" [Ver Hech. 4:27 y 28] (Carta H-16f, 1892).

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