EL REGRESO DE ELÍAS (2) Prefacio

Publicado Mar 30, 2012 por Adrian Ebens En El regreso de Elías

 

En los últimos años, he llegado a estar cada vez más preocupado por los problemas relacionados con el gobierno de la iglesia o, más específicamente con el impacto de la ordenación del género neutro y su impacto en las familias y en las estructuras de bendición familiar con el desmantelamiento de la supremacía masculina. Mientras exploraba este tema, me di cuenta de que mi estudio había seguido el camino expresado por V. Nørskov Olsen, donde afirma:

Cuando se plantea una cuestión relativa a la eclesiología, debería ser resuelta a la
luz de la teología, la cristología, la pneumatología, y la soteriología, porque la iglesia
no es una organización ni institución del hombre, y tampoco debe ser administrada
como tal, sino como un organismo viviente -- el cuerpo de Cristo.[1]

En mi esfuerzo por comprender las estructuras de la familia y de la iglesia, he sido guiado a examinar la teología (el estudio acerca de Dios), la cristología (el estudio acerca de Cristo), la pneumatología (el estudio acerca del Espíritu Santo), y la soteriología (el estudio acerca de la salvación). Cuando pude conectar un hilo común a través de todas estas disciplinas, sentí una sorprendente revelación de la verdad y algo intensamente profundo.

Hasta ahora, la reacción predominante de los que han leído el manuscrito, radica en el área de la teología y la cristología, pero debe entenderse que, si bien estoy desafiando los conceptos de estas áreas, mi punto de partida ha sido principalmente la eclesiología y su impacto en la soteriología. Por ende el título del manuscrito es El regreso de Elías, que toma su inspiración de Malaquías 4:5, 6. En el corazón de este mensaje hay una re-estructuración de la familia (y yo percibo) del liderazgo de la iglesia—que hará volver los corazones de los hijos hacia los padres y de los padres hacia los hijos. Si el lector busca evaluar este manuscrito sin tener en cuenta estas ideas, el objetivo principal pasará completamente inadvertido y el documento no será comprendido. Se reconoce que hay una gran cantidad de tiempo dedicado a abordar la cristología y, más concretamente, la naturaleza de la filiación de Jesús, pero me parece que el Dr. Olsen ha calificado la urgencia de mi búsqueda y el estudio cuando afirma:

La comprensión de la naturaleza de la iglesia y la formación de cualquier estructura de la iglesia y su ministerio llegan a ser, para bien o para mal, una prueba o expresión de la comprensión de Cristo y la revelación de la Biblia.[2]

Si lo que afirma el Dr. Olsen anteriormente es correcto, entonces debe quedar claro que el movimiento actual dentro de la denominación para sancionar la ordenación de mujeres al ministerio pastoral, así como la ordenación de las mujeres al ancianato, ya sea para bien o para mal, debe significar un cambio en nuestra comprensión de la persona de Cristo. Por lo tanto, debe tenerse en cuenta que cualquier intensificación de cambios propuestos en la estructura del tratado de la iglesia y su gobierno, automáticamente desafía nuestra percepción de Cristo.

Confieso que he vivido feliz como un creyente trinitario por más de veinte años y nunca sentí la necesidad de examinar sistemáticamente la base de esta enseñanza. Yo tenía entendido que la divinidad garantizada por la Trinidad era el único medio de salvaguardar el sacrificio expiatorio de Cristo. Cuando me enfrentaba con preguntas difíciles, quedaba contento con su misterio. Ha sido el creciente llamado a los cambios de gobierno de la iglesia lo que me ha puesto cara a cara con la pregunta: "¿Quién es Jesucristo? ¿Es el verdadero Hijo de Dios, o es la segunda persona de la Deidad, que fue asignada o se ofreció voluntariamente para hacer el papel de hijo?" Los impactos sobre la eclesiología derivados de esta cuestión son enormes y de largo alcance. La estructura de Padre, Hijo, y Espíritu es el punto de referencia para todas las estructuras, porque todas las estructuras que funcionan con eficacia y prosperan con benevolencia de hecho deben ser un reflejo de Dios.[3]

Me parece interesante que el surgimiento y el crecimiento del movimiento en contra de la Trinidad comenzó alrededor del mismo tiempo que elementos de la iglesia estaban presionando para que las mujeres fueran ordenadas al ministerio pastoral durante la sesión de la Conferencia General de 1995. Por lo menos durante una generación, la iglesia había estado relativamente silenciosa sobre el tema de la Trinidad hasta principios de 1990. ¿Es esto una coincidencia? No, es simplemente una confirmación de la relación entre la eclesiología, la teología y la cristología. Aunque no se indica explícitamente, Fred Allaback parece haber hecho este enlace instintivamente con el lanzamiento en 1995, de su libro No New Leaders, No New Gods [Nada de nuevos dirigentes, nada de nuevos dioses], y aunque no apoyo muchas de las reclamaciones presentadas en el libro, tanto en lo que respecta a su teología como su posición relativa al liderazgo en la iglesia, la conexión es todavía notable.

En relación con el creciente movimiento contra la Trinidad dentro de la iglesia, afirmaré lo siguiente: Es mi observación que muchos adventistas tienen una visión anarquista de compartir lo que creen que es verdad e importante para la iglesia. He sido testigo de varias personas que tratan de repartir, en la localidad de la iglesia, materiales que están fuera de la posición establecida de la iglesia. Los líderes de la iglesia son ignorados, y a menudo el blanco son los nuevos miembros. Es mi convicción de que aquellos que tratan de presentar una visión de Cristo como el verdadero Hijo de Dios y, sin embargo hacen caso omiso de su estructura de autoridad, no conocen al Hijo de Dios en absoluto. Cristo hace todas las cosas decentemente y con orden y en sumisión voluntaria a su Padre. Nosotros, como pueblo, hemos de movernos como un cuerpo y no cada uno presentando sus propios puntos de vista, independientemente del gobierno de la iglesia.

Sobre esta base, tengo que afirmar con claridad que cualquier persona que trate de utilizar el material en este manuscrito para socavar o desestabilizar la confianza de la membresía en el liderazgo de la Iglesia Adventista está actuando incorrectamente y sin mi consentimiento.

Otros dentro de la iglesia me han acusado de no haberme sometido al liderazgo al preparar este documento antes de buscar su dirección. Los tales yerran al no entender la tensión entre los principios del protestantismo y el orden evangélico. Debemos avanzar juntos como un cuerpo, pero la  conciencia de ningún hombre debe ser embotada cuando se trata de la Palabra. Si un hombre es responsable de moldear los pensamientos de otro en cuanto a la Escritura, ninguno de los dos puede ser considerado un protestante. Tenemos que estudiar, desafiarnos, y exhortarnos unos a otros con respecto a las verdades de la Biblia. La sumisión al gobierno de la iglesia no es un acuerdo para morirse cerebralmente. Así que mantengo estos principios en tensión, con una firme determinación de someterme al orden evangélico, combinada con un deseo ferviente de buscar toda la verdad de la Palabra de Dios.

Ahora, algunos comentarios personales:

A aquéllos de ustedes que me conocen y comparten el vínculo común de amor en Cristo, les pido que examinen este documento con el corazón abierto. Si encuentran cosas que ustedes creen no son bíblicamente correctas, en el nombre de Jesús oren por mí y vengan a mí en el espíritu del amor, y  siéntense conmigo y juntos, de rodillas, encontremos la verdad de Dios. Por favor, no hagan a un lado nuestra amistad dándome la espalda y negándose a hablar conmigo, difundiendo informes sobre mi nombre y mi carácter como ya han hecho varios. Sigan los principios de Mateo 18 y vengan a mí. Yo no esperaba escribir este artículo, y parte de mí grita: “Señor, no, no yo”, pero  me sentí obligado a escribirlo, por los incomparables encantos de Cristo que se encuentran en este mensaje.

A aquellos de ustedes que no me conocen bien, o no me conocen en absoluto, les pido que oren por mí para que Dios guíe mi mente y no traiga deshonra sobre su amada iglesia. También ruego que comparen texto con texto y pregunten a Dios en ferviente oración "¿Es esto así?" Sean como los bereanos; prueben todas las cosas y aférrense a lo que es bueno. Desde luego, no pretendo tener todo correcto en este libro, y algunas cosas que he escrito podrían ser  expresadas de manera diferente para evitar confusión. Permítanme el beneficio de la debilidad humana y la incapacidad para expresar las cosas con precisión antes de llegar a conclusiones apresuradas que ustedes creen que yo mantengo, cuando de hecho, en realidad no las sostengo.

A medida que lea, entienda por favor que estoy presentando tanto elementos objetivos como mis respuestas subjetivas para que ustedes las examinen. Algunos lectores han supuesto incorrectamente que mis respuestas emocionales indican que mi mente ya no está sujeta a consejos ni a discusión. Esto es completamente falso. Los elementos subjetivos se presentan como parte de la evidencia. Por favor, mantenga esto en cuenta a medida que lee.

A todos los que se involucran en esta discusión, les recuerdo un consejo muy importante:

Nada me alarma más que ver el espíritu de desavenencia manifestado por nuestros hermanos. Estamos en terreno peligroso cuando no podemos unirnos como cristianos y examinar cortésmente los puntos controvertidos. Siento el deseo de huir del lugar, no sea que reciba el molde de aquellos que no pueden investigar sinceramente las doctrinas de la Biblia. Los que no pueden examinar imparcialmente las evidencias de una posición que difiere de la suya, no son idóneos para enseñar en departamento alguno de la causa de Dios. Mensajes Selectos, tomo 1, p. 481.

A finales de 2006, tuve el gran privilegio de viajar a los Estados Unidos y visitar muchas de las casas de los pioneros como William Miller, Joseph Bates, James y Ellen White. Me paré en el vestíbulo de la Conferencia General de Adventistas del Séptimo día. Caminé por el terreno de la Universidad J. N. Andrews y di gracias a Dios por la Iglesia Adventista del Séptimo Día. ¡Qué bendición ha sido en mi vida! Amo mucho a esta iglesia y estoy agradecido a muchos de sus fieles líderes que han compartido con fidelidad el mensaje del tercer ángel. Considero un gran honor haber sido ordenado como ministro de la iglesia, y tomo en serio la responsabilidad puesta sobre mí como un centinela en el muro de Sión, y de alimentar el rebaño de Dios.

A diferencia de algunos que han atacado a la iglesia en referencia a las cuestiones contenidas en el presente documento, y que en algunos casos han perjudicado a la grey de Dios, mostrando su supuesta superioridad, el motivo de mi corazón es la construcción de la iglesia de Dios y animarla a  investigar este asunto en relación con las cuestiones vitales de la justificación por la fe. Muchos de nosotros estamos orando por la lluvia tardía y anhelando que Jesús venga. Algunos de nosotros estamos perplejos al ver el estándar bíblico rebajado, y estamos rogando para que nuestro Salvador intervenga y salve a su iglesia. Yo creo que las cuestiones que figuran en este libro están conectadas directamente con la forma en que podríamos finalmente ver caer la lluvia tardía. Así como el antiguo Israel fue desafiado para que explicara su comprensión del Dios al cual  servía, así estoy pidiéndole a cada miembro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que estudie y aclare su posición sobre esta cuestión, para que en oración unida y ferviente, podamos ver la poderosa energía del Espíritu Santo caer sobre nosotros y prepararnos para la gran cosecha.


Suyo en la Bendita Esperanza,
Pastor Adrian Ebens
Ministro ordenado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día



[1] V. Norskov Olsen, Myth and Truth Church, Priesthood and Ordination [La Iglesia mitos y verdad, sacerdocio y ordenación ], (Riverside, CA: Loma Linda University Press, 1990), p. 3

[2] Ibídem.

[3] “Y él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia, y es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preminencia” (Col 1:17, 18, RV 1995)