El Modelo Divino - 10 - De pie firmes pero solos
Publicado Oct 31, 2012 por Adrian Ebens En El Modelo divino
10. De pie firmes pero solos
El proceso de apelación que describimos en el capítulo anterior plantea la posibilidad de un individuo que está solo en sus convicciones de la Palabra. No es algo fácil para una persona estar firme, pero sola, sin ninguna clase de apoyo o aliento humano. Tal presión puede hacer que esa persona busque a otros, tratando de persuadirlos con el fin de crecer en número antes de dirigirse directamente al liderazgo existente.
Mucho esfuerzo evangelístico se ve impulsado por personas que están bajo convicción, pero que no tienen un fundamento que les permite estar firmes aunque estén solas. Tales personas a menudo se ven impulsadas por la necesidad de aceptación más que por el amor a la verdad. Para estar firmes no es necesario el apoyo de nadie ni de nada fuera de la Palabra de Dios. Estar firmes no hace que uno se sienta obligado a traer a otros a su comprensión con el fin de no estar solos. Sin embargo, estar solo en una conviccion no es una característica humana natural. La mayoría de nosotros somos vulnerables al proceso de pensamiento de grupo. ¿Qué es el pensamiento de grupo?
“Un modo de pensamiento que las personas adoptan cuando están profundamente involucradas en un grupo cohesivo, cuando los esfuerzos de los miembros por unanimidad hacen caso omiso de su motivación para valorar realísticamente cursos de acción alternativos” (Janis, 1972). Del articulo de Wikepedia “Pensamiento de grupo.”
El deseo humano de pertenecer y ser aceptado hace que muchos hagan caso omiso al proceso apropiado para estudiar la Palabra de Dios. Si la mayoría de un grupo social cree una cosa, entonces la motivación para creer en forma diferente al grupo debería tener para esa persona algo de más valor, algo por lo que vale la pena arriesgar el rechazo del grupo.
La presión de conformarse a los deseos de la mayoría puede hacer que los líderes que saben de sobra se derrumben. Mientras que Moisés estaba en la montaña recibiendo esta instrucción:
Éx 23:2 (NBLH) "No seguirás a la multitud para hacer el mal, ni testificarás en un pleito inclinándote a la multitud para pervertir la justicia”.
Aarón estaba abajo haciendo exactamente lo opuesto:
Éx 32:1 Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: "Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros. En cuanto a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido." (2) Y Aarón les respondió: "Quiten los pendientes de oro de las orejas de sus mujeres, de sus hijos y de sus hijas, y tráiganmelos". (3) Entonces todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que tenían en las orejas y los llevaron a Aarón. (4) Él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: "Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto".
Aarón le temía al pueblo más de lo que le temía a Dios, y por desear su aceptación más que la verdad, él hizo que Israel pecara.
Éx 32:21 Entonces dijo Moisés a Aarón: "¿Qué te ha hecho este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran pecado?" (22) "No se encienda la ira de mi señor", respondió Aarón; "tú conoces al pueblo, que es propenso al mal”.
Otro hombre que le temía al pueblo fue Saúl:
1 Sam 15:24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos.
En vez de experimentar un arrepentimiento genuino, él le rogó a Samuel que viniera con él para que el pueblo le siguiera honrando.
1 Sam 15:30 Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehová tu Dios.
En contraste con esto vemos el espíritu de Josué y Caleb cuando ellos dieron su informe acerca de la tierra prometida.
Núm 14:6-10 Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, (7) y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. (8) Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. (9) Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. (10) Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel
Estos hombres estaban dispuestos a hacerle frente a la opinión de la mayoría con el fin de declarar los hechos. Estaban dispuestos a arriesgar sus vidas para defender la verdad.
Muchos de nosotros tenemos cicatrices por habernos encontrados fuera del favor de un grupo de niños. Tengo algunas experiencias de cuando se burlaban y se mofaban de mí por ser diferente. Como joven, esas experiencias pueden ser bastante perturbadoras, pudiendo generar patrones de pensamientos erróneos con el solo fin de ser aceptados. A menudo los padres se sienten impotentes mientras observan a sus hijos involucrados en un grupo de pares que se está alejando de las enseñanzas de la palabra de Dios. La necesidad de aceptación hace a un lado el valor que se obtiene por estar firmes en la verdad.
Satanás conoce bien el poder de la presión de grupos de pares y la usa siempre que puede para hacer que la gente evite razonar sobre las Escrituras con la resolución de investigar la verdad a cualquier costo. Puesto que todos vivimos en este mundo, sabemos con certeza que en cualquier momento creer la verdad nos costará la aceptación de un grupo al cual pertenecimos una vez. La Biblia nos dice claramente que es imposible creer la verdad si tememos perder el honor de los hombres.
Jn 5:44 ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?
Muchas personas van a ser excluidas del reino de los cielos solamente por esto. Observe lo que dice la Escritura:
Apoc 21:7 El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. (8) Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
El primer grupo mencionado entre los que no heredarán todas las cosas del Padre son los temerosos, los que tuvieron demasiado temor como para hacerle frente a la mayoría y correr el riesgo de perder su aprobación.
Es esta tendencia humana lo que impidió que muchos dirigentes que creyeron en Jesús lo confesaran abiertamente:
Jn 12:42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. (43) Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.
¿Vemosun paralelo hoy en día? ¿Hay personas que creen, pero tienen miedo de ser echadas de la iglesia por su fe en el Hijo de Dios?
La semilla del Hijo unigénito que se arraiga en el alma receptiva se manifiesta cuando la persona está dispuesta a enfrentar voluntariamente el desdén, el desprecio y el ridículo por causa de la verdad. Esa semilla la recibimos de Cristo, la cual él recibió de su Padre y podemos conocer las dimensiones de la semilla con las siguientes palabras:
Mt 3:17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
Mientras Jesús descansara en la seguridad de su Padre, él podía enfrentarse a la turba enfurecida, los sacerdotes criminales, el rufián romano, y todas las legiones del infierno. Todo esto podía enfrentar a sabiendas de que su Padre en él se complacía. La recompensa al seguir la verdad es recibir el Espíritu de verdad, que es el Espíritu de Cristo.
A medida que decidimos en nuestras mentes amar al Hijo unigénito, no importa cuál sea el costo, el Espíritu de Jesús permanece en nosotros y tenemos comunión con el Padre y con su Hijo. Puedo decir con absoluta certeza que el gozo y la paz de su comunión más que compensan la pérdida de mis antiguos compañeros con su desprecio y burla. El amor de Jesús más que paga por la pérdida de mi carrera, reputación y posición en la iglesia; si, estimo estas cosas como estiércol en comparación con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor.
Los que verdaderamente creen que Jesús es el Hijo de Dios encontrarán tanto la fortaleza para mantenerse firmes como el amor para apelar con sumisión y gracia a los líderes de la iglesia.
Muchas veces me analizaba a mí mismo; sentía la presión de la mayoría contra mí. Me preguntaba: ¿Que te hace pensar que estas en lo correcto Adrian? “Prácticamente no hay nadie entre los dirigentes que estén de acuerdo contigo”. ¿Quién piensas que eres para tomar esta posición? Luego regresaba a la Biblia y leía la clara declaración en relación al Hijo de Dios. Leía de nuevo las líneas de evidencia en la Biblia y el Espíritu de profecía. Examinaba otra vez el fundamento establecido por nuestros pioneros; comparaba el testimonio de los mensajeros de 1888; devoraba los artículos del Review and Herald, y me preguntaba, “¿Estás seguro Adrian?” Y la convicción regresaba más fuerte y más urgente que antes. ¡SÍ!, ¡SÍ!, ¡SÍ! Estoy seguro que Jesús es el Hijo del Padre en verdad y en amor, y ningún arma forjada contra esta confesión prosperará.
Con esa convicción frecuentemente sentí la dulce experiencia de la paz –paz que nunca podría describir. Podía sentir el amor del Padre por su Hijo EN mí. Al abrazar la verdad del Hijo de Dios, el amor del Padre por mí en Cristo, se me hizo realidad más allá de todo entendimiento. Muchas veces cuando recibía palabras duras en un correo, o un mensaje del maligno para tentarme, mi Salvador me enviaba una palabra de aliento para bendecirme. A menudo cuando caminaba, contemplaba a los gorriones y sonreía mientras pensaba que yo era de más valor que muchos gorriones.
También puedo testificar que después de haber decidido confesar al Hijo unigénito ante mis hermanos, y no avergonzarme de su nombre al permanecer en silencio, encontré una mayor victoria en mi vida personal. Mis pensamientos y mis afectos comenzaron a cambiar a un ritmo más rápido. Las cosas del mundo que me atraían y me desviaban de mi camino se volvieron extrañamente débiles. ¡Alabado sea Dios por su Espíritu santificador!
Amigos, si verdaderamente aman al Hijo del Padre, entonces amarán a su iglesia remanente. Este amor les inspirará a confesar al Señor Cristo Jesús ante la familia de su iglesia, y la paz de Cristo les dará el valor para estar firmes aunque solos, sin ninguna estrategia política y sin ningún deseo de atraer discípulos hacia su posición, y así crear el consenso de su propia mayoría. Dispuestos a enfrentar cualquier consecuencia, se sentirán libres de apelar a los que están en autoridad sobre ustedes para pedirles que le permitan adorar al Hijo del Dios viviente dentro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Escojan lo correcto porque es correcto y déjele las consecuencias a Dios.
La Biblia nos dice:
Jn 8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
La verdad nos libera del temor de lo que otros piensen de nosotros; nos libera de la necesidad de ser aceptados por nuestros pares. Cuando sabemos que somos aceptados por el Padre todopoderoso a través de su Hijo, no necesitamos que nada más nos sostenga.
Si desean estudiar más sobre este tema, los invito a leer mi pequeño libro Guerras de Identidad[1] que cubre con lujo de detalles nuestro verdadero valor en Cristo. Es a través de los principios en este pequeño libro que he encontrado la paz para poder estar firmemente de pie a los ojos de los hombres, y a la vez estar de pie con Cristo y sus ángeles.