El Modelo Divino - 4 - Bendición y Maldición

Publicado Oct 30, 2012 por Adrian Ebens En El Modelo divino

4. Bendición y Maldición

Al mirar más de cerca el modelo divino a través de las Escrituras, surge una imagen visible de cómo  las partes del  modelo del "de quién" y "por quién" se relacionan entre sí. Nuestro Padre que está en los cielos es un Dios de bendiciones. Veamos lo que la Biblia dice:

Núm 23:19-20 Dios no es un hombre para que  mienta. Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló ¿y no lo ejecutará? (20) He aquí, he recibido orden de bendecir. El dio bendición y no podré revocarla.

y otra vez:

Sant 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación. 

Uno de los puntos claves que debemos recordar es, que es el gozo, privilegio y deber del "de quién" bendecir al "por quién". También notamos que el poder de la bendición se mide por el respeto del "por quién" al "de quién".

Esta bendición consiste en una escala de grados que puede cambiar a una maldición. A medida que el amor, honor, respeto y la obediencia se transforman en falta de amor, deshonra, falta de respeto y desobediencia, el canal cambia de bendición a maldición. Cuando una persona está en contra de alguien que Dios ha ordenado como una autoridad en su vida, la bendición que debía recibir se convierte en una maldición. Observe detenidamente estos textos:

Éx 20:5-6 … visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Gén 12:3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

El canal donde este principio es más poderoso es aquel donde el origen del “por quién” proviene directamente del “de quién”.

1 Cor 11:3 Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.

Prov 17:6 Corona de los viejos son los nietos, y la honra de los hijos, sus padres.

Este canal es tan poderoso que contiene el poder de la vida y la muerte.

Mt 4:4 El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Jn 6:63 El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.

Prov 18:21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.

Todo hijo vive gracias a la vida de su padre. Elena de White, El Discurso Maestro de Jesucristo, p. 67.

Las Palabras del Padre son vida para nosotros, y su Palabra fluye hacia nosotros a través del cordón de tres dobleces que él ha ordenado para bendecirnos y protegernos. La bendición más urgente y crítica que nuestro Padre desea darnos se encuentra en estas palabras:

Mt 3:17 Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.

Esta bendición que Cristo recibió del Padre fluye hacia nosotros.

Ef 1:6 ... para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado.

¿No es maravilloso saber que la emoción que Jesús sintió cuando escuchó a su Padre decir cuánto lo amaba podemos sentirla nosotros también?  Recordemos que estas palabras del Padre sólo son poderosas de acuerdo a nuestra percepción de la autoridad que él tiene sobre su Hijo. Dentro de la trinidad, la autoridad del Padre ha sido delegada; esto quiere decir que el Espíritu y el Hijo eligieron al Padre para su posición. Sin embargo, la Biblia revela que el Padre tiene  autoridad absoluta sobre su Hijo; por lo tanto sus palabras de bendición son absolutas. Esa bendición absoluta puede ser nuestra a través de Cristo. Cómo ruego que podamos ver el corazón del evangelio al saber que Dios es el Padre de Cristo y que Cristo es el Hijo de Dio [1].Es la única forma de saber que verdaderamente  somos aceptos en el Amado y que su bendición es absoluta.

Jn 5:19 Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.

Jn 5:30  No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.

Jn 8:29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.

Sal 40:8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón.

Jn 15:10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

En la vida de Cristo vemos que la clave para obtener una bendición está en guardar la palabra del "de quién". Al mantener las palabras de aquellos que están designados para estar sobre nosotros, se bendice al que es  designado a proteger y bendecirnos.

Gén 12:3 Bendeciré a los que te bendijeren.

Así como el Hijo de Dios obedeció a su Padre, vemos cómo Sara obedeció a su marido.

1 Pe 3:6 Como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.

Vemos esto reflejado nuevamente en el modelo de padre e hijo:

Ef 6:1 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.

Col 3:20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor.

Vemos este principio expresado sobre todos los aspectos concernientes al cordón de tres dobleces:

Rom 13:1-2 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. (2) De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.

1 Tes  5:12:13 Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; (13) y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros.

Al contemplar la vida de Jesús en el modelo divino, vemos que la vida y la bendición vienen de la sumisión, el respeto, el honor, y de guardar las palabras de la Autoridad que está por encima de ­él.

Nuevamente repetimos que el poder de la bendición se mide directamente mediante el poder de respeto y honor que el "por quién" tiene por el "de quién". Mientras más atesoremos las palabras del "de quién" más seremos bendecidos. Cuanto más despreciemos la autoridad que tiene sobre nosotros el "de quién" más nos juzgan y nos condenan sus palabras. La maldición cae con peso sobre nosotros, porque el rechazar al que tiene autoridad sobre nosotros hace que nos condenemos emocionalmente. Además, nos hace sentir distanciados de la figura de autoridad. También nos lastima el oír palabras de corrección y desaprobación en lugar de palabras de aceptación y aprobación. Palabras de aprobación traen bendición; palabras de desaprobación traen maldición. 

Un buen ejemplo de este proceso se encuentra en la historia de Caín. Caín desobedeció a Dios al no traerle el sacrificio correcto para la adoración. Entonces Dios le mostró directamente el error a Caín y lo alentó a hacer lo correcto. Este intento de corregir a Caín sólo intensificó su ira hasta el punto que mató a su hermano por pedirle que hiciera lo correcto. La maldición cae totalmente sobre Caín. ¿Por qué?  ¿Sería porque Dios lo hizo sufrir? No, fue el propio sentido de justicia de Caín que le hizo sentir que vivía sin la aprobación del cielo. Note cuidadosamente la  lectura marginal de la respuesta de Caín a Dios cuando dice:

Gén 4:13 (RVG) Y dijo Caín a Jehová: Mi castigo es más grande de lo que puedo soportar

Si lee el margen, dice, "Mi maldad es tan grande que no se puede perdonar". Esto significa que Caín se sintió tan mal que ya no creía que Dios podía aceptarlo. Este es el corazón de la maldición. Cuando desobedecemos a Dios y sus autoridades delegadas, nos hacemos una idea más y más fuerte de que no somos aprobados o aceptados por el cielo. No hay escapatoria de este principio.

Hay muchos que tratan de evadir a las autoridades elegidas por Dios, haciendo la misma pregunta que el abogado que trataba de justificarse preguntando: “¿Y quién es mi prójimo?”  Por eso hoy, multitudes responden con “¿Quién es la autoridad en mi vida?” Muchos dicen que sólo la Biblia es su autoridad, pero esa misma autoridad condena lo que afirman. Dios ha puesto un cordón de tres dobleces de autoridad en nuestra vida para nuestra bendición; las Escrituras son bien claras en este sentido. Solamente la Biblia  es la semilla o la autoridad del “de quién”; pero Dios ha colocado un cordón de tres dobleces del "por quién" o autoridades que nutren nuestras vidas y nos ayudan a crecer para nuestra protección y bendición. Si las rechazamos, entonces estamos rechazando la autoridad de Dios y recibiremos una maldición.

Una pregunta natural que surge con respecto a este canal es: ¿Qué debo hacer cuando alguien en mi canal de autoridad me pide que haga algo contrario a la Palabra de Dios? ¿Qué  debo hacer cuando una figura de autoridad rechaza a Dios y vive una vida inmoral?  ¿Debo estar todavía sujeto a su autoridad? Esta es la próxima pregunta, porque todos en algún momento nos enfrentamos a esta pregunta, y es importante saber cómo debemos responder bíblicamente. 



[1] “Dios es el Padre de Cristo; Cristo es el Hijo de Dios”. Joyas de los testimonios, Tomo 3, p. 266.