El Mediador Verdadero – La Piedra Angular de la Santificación
Publicado Sep 05, 2012 por Adrian Ebens En Transcripción
Serie Piedra Angular – Parte III
El Mediador Verdadero –
La Piedra Angular de la Santificación
Adrian Ebens
Sermón presentado el 4 de diciembre, 2011.
El versículo al que hemos estado mirando, el punto de comienzo que hemos estado leyendo, está en Daniel 7. Pero antes de leérselo, quisiera leerles del libro Primeros Escritos, páginas 258-259. Ella [Elena de White] dice:
Nuevamente se me hizo recorrer esos mensajes [los mensajes de los tres ángeles], y vi a cuán alto precio había obtenido su experiencia el pueblo de Dios. La obtuvo por mucho padecimiento y severo conflicto. Dios lo había conducido paso a paso, hasta ponerlo sobre una plataforma sólida e inconmovible.
Recuerden que en nuestra presentación acerca de la Piedra Angular leímos este pasaje, pero el punto en el que nos estamos enfocando aquí es que Dios guió a su pueblo paso por paso hasta que los colocó sobre una plataforma sólida e inconmovible. Así que quisiera llevarlos, paso por paso, desde Daniel 7. Comencemos desde el versículo 9:
Daniel 7:9-10 Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente. 10 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.
Estamos viendo aquí el comienzo del juicio, donde el trono de Dios es puesto en el Lugar Santísimo, y se preparan para el juicio. Los libros son abiertos: el libro de la vida, el libro de memoria, y el libro de la iniquidad, que registra todo lo que cada hombre y mujer ha hecho, ya sea bueno o malo. Luego leemos en el versículo 13:
Daniel 7:13-14 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. 14 Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Este pasaje es la base, junto con Daniel 8, que nos da el tiempo para esta secuencia, [este momento] cuando el Padre se sienta en el Lugar Santísimo. Sabemos que es el Lugar Santísimo porque dice en Daniel 8: 13-14:
Dan 8:13-14 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? 14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.
Y para aquellos de nosotros que estudiamos el mensaje adventista, sabemos que la purificación del santuario se refiere al movimiento de Jesús desde el Lugar Santo al Lugar Santísimo. Pero esto no lo comprendían nuestros pioneros. Cuando leyeron esto, junto con Malaquías 3:1-2, que dice que el esposo vendrá súbitamente, y luego Mateo 25 que dice “aquí viene el esposo” en la parábola de las vírgenes – esto, junto con todo lo demás, nuestros pioneros creyeron que significaba que Cristo vendría a purificar la tierra, a purificar éste santuario, y que la venida era a esta tierra. Esa fue una experiencia muy dolorosa, y como dijo Elena de White, los pioneros habían comprado su experiencia a través de mucho padecimiento y severo conflicto. Pero luego vemos que ellos más adelante comienzan a comprender, y a través de la experiencia de Hiram Edson y aquellos que estaban con él, y luego la experiencia de otros, ellos empiezan a estudiar juntos, y comienzan a comprender que Jesús se mudó del Lugar Santo al Santísimo.
Comprendemos que parte de la razón por la cual pudieron comprender que había un Lugar Santísimo era debido a que siguieron las reglas de interpretación de Miller, o sea, que leían la Biblia en forma literal. Cuando la Biblia dice que el Hijo del Hombre venía al Anciano de Días, ellos creían que eso era realmente lo que sucedía. Esto no es una película, no es un símbolo; el Hijo del Hombre en verdad viene al Anciano de Días. El Anciano de Días en verdad le está entregando un dominio al Hijo del Hombre. A medida que leían esto, les ayudó a comprender que había un Lugar Santísimo. Así que eso los adelantó un paso.
Y luego, el siguiente paso que no se dieron cuenta – bueno, antes de mencionarlo, quisiera decir que, a medida que vieron que había un Lugar Santísimo, comenzaron a ver que Jesús en verdad tenía este ministerio en el Lugar Santísimo. Y a Elena de White le fue dado el significado del chasco. Le fue mostrado en su primera visión, y se los leeré en Primeros Escritos, página 14:
Alcé los ojos y vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero, en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una brillante luz, que, según me dijo un ángel, era el "clamor de media noche."
Ahora, el clamor de medianoche era el mensaje de los adventistas en 1844, “Aquí viene el esposo, ¡salid a recibirle!”, y fue un mensaje que se esparció por todo el mundo, este clamor de que venía Cristo. Pero habían entendido que Cristo vendría a la tierra, sin embargo si hubieran leído detenidamente Daniel 7, en realidad Cristo venía al Anciano de Días para recibir un reino. Entonces avanzaron otro paso, y comenzaron a comprender que Jesús iba al Lugar Santísimo para recibir un reino. Leamos en el Gran Conflicto, en el capítulo Jesucristo nuestro abogado, primer párrafo:
El asunto del santuario fue la clave que aclaró el misterio del desengaño de 1844. Reveló todo un sistema de verdades, que formaban un conjunto armonioso y demostraban que la mano de Dios había dirigido el gran movimiento adventista…
Entonces vemos que, a medida que vieron abrirse el Lugar Santísimo, y cuando vieron que se abrió, fue porque estaban leyendo la Biblia en forma literal. Eso les permitió ver que Jesús en verdad estaba mudándose hacia el Padre, y que hay una purificación del santuario, lo que significa un movimiento desde el lugar Santo hacia Lugar Santísimo. Vieron que éstos no eran simbolismos, sino que realmente habían sucedido. A medida que comenzaron a comprender eso, empezaron a entender que la obra de mediación cesaría antes de que Jesús volviese por sus hijos. Entonces eso les permitió avanzar un paso más – de que ahora tenían la venida del Hijo del Hombre al Anciano de Días al Lugar Santísimo, para hacer la obra final de expiación o mediación, lo cual significa que Jesús cesaría su obra de mediación por los hijos de los hombres antes de volver por segunda vez a esta tierra.
Esto lleva a un paso más: el comprender que el pueblo de Dios debe ser purificado completamente antes de la segunda venida de Jesús. Y esto cambió completamente (y hablamos de esto en el sermón del Dios del clamor de medianoche) la comprensión de los adventistas acerca de la santificación. Cambió su visión de lo que se requería de ellos. Ahora comprendían qué se requería de ellos: debían vencer al pecado, debían remediar todos sus defectos de carácter. Este entendimiento requiere una comprensión muy especial acerca de Jesús – por lo tanto esto hizo que los adventistas miraran muy de cerca a Jesús, y le rogaran. De repente, sus oraciones se hicieron más fervientes. Rogaban más y más. Y es en este punto donde necesito compartirles esta ilustración que realmente expresa la diferencia entre el Mediador al que comprenden la mayoría de los cristianos, y el Mediador como se lo expresa en el mensaje adventista del Lugar Santísimo.
Si te encuentras en una situación donde sabes que Jesús perdonará tus pecados, y los perdonará, y perdonará, entonces no hay realmente necesidad de vencer al pecado. Haces lo mejor que puedes, pero no necesitas en verdad vencer porque Jesús igual te sigue perdonando. Esto puede ser como atravesar el puente del Golden Gate. El puente es ancho, el camino es fácil, puedes caminar cómodamente por allí. Jesús hasta puede estar a 30 o 40 pies de ti. Y porque el camino es tan ancho, hasta puedes tener a 40 o 50 amigos contigo. Y si quieres, incluso puedes detenerte en medio del puente y armar una fiesta allí, porque hay mucho lugar, y estás en camino a la ciudad celestial, y Jesús puede estar a cierta distancia. Está bien, no importa, Jesús perdona y perdona, no tenemos de qué preocuparnos. ¿Lo ven? Y uno hasta puede perder a Jesús en medio de toda la gente, porque puedes tener tanta gente allí – pero no importa. Así es como lo ven casi todos. Haces lo mejor que puedes, pero no te preocupas por ello. No necesitas realmente vencer al pecado. La gente no dice eso, pero en su corazón dice, bueno, Dios me perdona y me perdona, y no importa.
Pero una vez que se abrió el Lugar Santísimo, y la gente vio que cesará la obra de intercesión antes de que Cristo venga a buscarnos, de repente comprendieron que no hay un puente Golden Gate que llega a la ciudad celestial, sino un alambre, y que tendrían que caminar sobre ese alambre. La realidad es que es imposible que caminemos solos sobre ese alambre. No podemos hacerlo. Tampoco podemos incluir a 40 o 50 personas con nosotros en el alambre, y no hay lugar para una fiesta, porque es un camino muy, muy angosto. Uno está solo en ese alambre. Pero por supuesto, sabemos que no podemos caminar sobre el alambre – no tenemos la habilidad para hacerlo. Y aquí es donde entra la historia de Blondin: Blondin colocó un alambre que cruzara las cataratas del Niágara. Con sus habilidades, con su barra, caminó hasta el otro lado y luego regresó. Luego preguntó a la multitud: ¿Cuántos de ustedes creen que puedo atravesar esto con una persona dentro de una carretilla? Y todos dijeron, si, creemos, creemos que puedes hacer esto Blondin, eres capaz de hacer esto. Luego dijo, ¿Quién quiere subirse? Nadie dijo una palabra. De repente su fe en un mediador desapareció.
Y esto es lo que le sucede a muchos hoy. Cuando creemos, vemos que Jesús puede ayudarnos a vencer el pecado, a vencer todas estas cosas, pero cuando se nos pide creer que se puede vencer al pecado en nuestras vidas, que Jesús puede quitarnos todas nuestras debilidades y que nos pregunta, ¿crees que puedo cargarte durante esta experiencia? – en ese momento muy pocos creen. “Ah, no, eso es demasiado difícil. Me vuelvo al puente Golden Gate – es mucho más cómoda esa clase de teología, de enseñanza. Allí puedo hacer entrar a mis amigos, puedo comer más cosas que la Biblia dice que no debo comer, puedo tomar lo que la Biblia dice que no hay que tomar, puedo mirar lo que la Biblia dice que no hay que mirar. Y puedo ir a Jesús y decir, lo lamento, Señor, sé que no debería mirar estas cosas, no debería comer estas cosas, no debería decir ciertas cosas, pero tú sabes, soy humano, cometo errores… Y por ejemplo, yo puedo culpar a mi raza, soy holandés, así que la culpa lo tiene eso, sabes que heredé eso, y no puedo evitarlo. Y sabes, es parte de nuestra cultura tomar y comer todas estas cosas, y sabes, cuando voy a lo de mis amigos, no puedo decir que no, tengo que hacerlo, y si están mirando algo, no puedo decirles que tengo que hacer esto o aquello.”
¿Ven lo que les estoy diciendo? Sin embargo, cuando vemos que se abre el Lugar Santísimo, y creemos que Jesús cesará su obra de intercesión, de repente todo esto cambia. Y esto es lo que les sucedió a nuestros pioneros.
[Volviendo a la historia de Blondin], eventualmente un hombre decidió subirse a la carretilla. Y mientras estaban cruzando con la carretilla, algunas personas cuentan que el viento comenzó a soplar y el alambre comenzó a moverse, y se hizo muy difícil. Otros dicen que alguien había hecho una apuesta que no lo lograría, y cuando vio que lo lograría, tomó una de las sogas guía, y movió el alambre – no sabemos, ya que a mucha gente le gusta adornar la historia, pero el hecho es que el alambre se volvió inestable. En este momento, la persona dentro de la carretilla dependía completamente de Blondin, que estaba empujando la carretilla. Dependía totalmente de él si quería vivir. Aquí es donde realmente se vuelve difícil el asunto: cuando nuestro Salvador nos lleva a un lugar donde vienen las dificultades, y luego nos da una orden, debemos seguirla. Bueno, esto es lo que Blondin hizo por este hombre. Le dijo, “párate”. Pararse sobre el alambre, cientos de metros por arriba del agua. Pararse. ¿Lo harías? Este hombre le obedeció y se paró, y luego Blondin pudo maniobrarlo y colocarlo sobre sus hombros, y la carretilla cayó a las aguas debajo.
Aquí está este hombre sobre las espaldas de Blondin, sobre el alambre, mientras se mueve, y ésta es una ilustración perfecta de Jesús llevándonos por la experiencia del Lugar Santísimo. Debemos aferrarnos a nuestro Mediador, asirnos a él. Y de esto queremos hablar en nuestra presentación de hoy, porque nuestra habilidad para aferrarnos a nuestro Mediador depende puramente de quién crees que es. Si no entiendes realmente quién es Jesús, no puedes asirte verdaderamente a él en medio de la crisis. Te aferrarás a aquello que es lo más precioso para ti, o te aferrarás a aquello en lo cual confías más. Si no confías en Jesús más que en cualquier otra cosa, entonces cuando vengan luchas y dificultades, no te aferrarás a él. Te aferrarás a tu dinero, tu casa, tu reputación, tu trabajo, tu estatus, lo que sea – te aferrarás a eso cuando vengan dificultades.
Y esta es la prueba que tiene que llegarnos a todos. Para todos los que estemos en el alambre con Jesús, soplará un viento tremendo en el tiempo de la tribulación de Jacob, y se nos pedirá pararnos sobre el alambre y apoyarnos completamente en Jesús. Les sugiero, hermanos - porque la gran mayoría de la gente ni siquiera está sobre el alambre, sino que siguen sobre el puente Golden Gate, y piensan que están yendo al cielo cuando en realidad están yendo al infierno. Pero para los que están subiéndose sobre el alambre, la mayoría todavía están sentados en la carretilla y no se están aferrando plenamente a Jesús, asiéndolo con sus brazos, aferrándose a él como si su vida dependiera de ello. El hacer esto [el asirse de Jesús] nos trae una experiencia mucho más grande y profunda de lo que estamos viviendo actualmente.
Sin embargo, pasaremos por la tribulación de Jacob, y le pido a Dios que todos los que estamos reunidos aquí, todos los que estamos oyendo este mensaje, estemos juntos. Nuestro Padre no quiere que siquiera uno de nosotros falte. Quiere que todos estemos allí, pero tendremos que aprender a aferrarnos a nuestro Mediador como a nadie ni nada más, y confiar en que, cuando se mueva el alambre, cuando sople la brisa, cuando no sople brisa, cuando venga una tormenta, cuando haya movimiento – que sepamos entonces que las piernas de nuestro Mediador alcanzan la tierra y pueden asirse de aquel alambre, que él puede balancearse, conoce las tentaciones de la carne y sabe las dificultades que el hombre enfrenta, y nos puede llevar hasta el otro lado.
Entonces, esta es, paso por paso, la experiencia adventista. Veámosla nuevamente: comprendieron, por Daniel 7 y 8, Malaquías 3 y Mateo 25, que el Hijo del Hombre en realidad venía al Anciano de Días. Al principio no comprendieron esto, y pensaron que Jesús vendría a la tierra, y sufrieron un chasco. Luego comprendieron que Jesús venía a su Padre, se abrió el Lugar Santísimo, y vieron que Jesús terminaría su trabajo de intercesión antes de regresar a la tierra, lo que requeriría que se perfeccionara el carácter, y esto hizo que la gente se enfocara en el Mediador. Quisiera sugerir que este es el trasfondo que sentó el fundamento para el mensaje de 1888.
El mensaje de 1888 fue un estudio muy cuidadoso de Jesús como verdaderamente el Hijo de Dios, y verdaderamente el Hijo del Hombre. Este estudio sólo ocurrió debido a todos los demás pasos que los pioneros adventistas habían tomado: en su comprensión de Dios, del santuario, de la santificación, del juicio, y la comprensión de que el juicio terminaría y se daría el galardón luego del juicio, y que se requería la victoria sobre el pecado. Todas estas cosas los llevaron al mensaje de 1888, que fue un estudio de su Mediador. Y quisiera volver a leerles en Primeros Escritos, página 55:
Los que se levantaron cuando se levantó Jesús, tenían los ojos fijos en él mientras se alejaba del trono y los conducía un trecho. Alzó entonces su brazo derecho, y oímos su hermosa voz decir: "Aguardad aquí; voy a mi Padre para recibir el reino; mantened vuestras vestiduras inmaculadas, y dentro de poco volveré de las bodas y os recibiré a mí mismo."
Después de eso, un carro de nubes, cuyas ruedas eran como llamas de fuego, llegó rodeado de ángeles, adonde estaba Jesús. El entró en el carro y fue llevado al lugar santísimo, donde el Padre estaba sentado. Allí contemplé a Jesús, el gran Sumo sacerdote, de pie delante del Padre. En la orla de su vestidura había una campana y una granada; luego otra campana y otra granada. Los que se levantaron con Jesús elevaban su fe hacia él en el lugar santísimo, y rogaban: "Padre mío, danos tu Espíritu." Entonces Jesús soplaba sobre ellos el Espíritu Santo. En ese aliento había luz, poder y mucho amor, gozo y paz.
Quisiera que repasen aquel pasaje, y mediten en él. Esta es la secuencia, o sea, lo que se describe aquí es la secuencia del pueblo de Dios en los últimos días. Dice que mantuvieron sus ojos fijos en Jesús. Ahora, para mantener nuestros ojos fijos en Jesús, necesitamos comprender por fe dónde está Jesús y quién es Jesús. Porque no vemos a Jesús con nuestros ojos, ¿no? Sólo sabemos acerca de Jesús por lo que la Biblia nos dice acerca de él, qué está haciendo y dónde está. Por lo tanto debemos fielmente seguir a la Biblia para saber quién es Jesús y dónde está. Esa es la manera en la que mantenemos nuestros ojos fijos en Jesús al saber quién es. Y el mensaje de 1888 nos dijo quién es Jesús: verdaderamente el Hijo de Dios por herencia, verdaderamente el Hijo del Hombre por herencia – y esto nos habilita a mantener nuestros ojos fijos en él para que podamos orar mediante él al Padre diciendo, “Padre, danos tu Espíritu”.
Aquella oración (“Danos tu Espíritu”) no es un rito de iniciación que atravesamos simplemente porque eso es lo que los cristianos hacen; hacemos esa oración porque sabemos que Jesús volverá a esta tierra por segunda vez [a un pueblo] sin pecado. Volverá; sus santos serán perfeccionados, aquellos que fueron tomados de entre los hombres. Oramos “Padre, danos tu Espíritu” porque queremos ser como Cristo en cada aspecto de nuestras vidas. Eso es lo que nos lleva a pronunciar aquella oración. Entonces, al mantener nuestros ojos en Jesús, el punto que queremos hacer aquí es: la confianza que tenemos para apoyarnos plenamente en Jesús depende totalmente de cuánta confianza tenemos de que él nos puede representar; confianza cuando él nos habla en su Palabra: en los evangelios, en Apocalipsis, en Hebreos, en toda la Biblia y en el Espíritu de Profecía a través de Elena de White. [Depende de] cuánta confianza tenemos de que éstas son las mismas palabras de Dios. Y también depende de la confianza que tenemos de que Jesús es capaz de representar plenamente a Dios. Y aquí venimos a nuestra siguiente ilustración:
Imaginemos que los que estamos aquí tuviésemos que ir al Congo a encontrarnos con el rey del Congo, y se nos llevase a su corte real y quisiéramos comunicarnos con él en su idioma. Imaginemos que llevásemos a nuestro vecino de al lado, que leyó acerca del Congo y la corte real, pero nunca estuvo allí ni habla el idioma. ¿Podríamos, al llevar a esta persona con nosotros, sentirnos confiados de que él pudiese ser nuestro mediador con el rey del Congo? No nos sentiríamos muy cómodos, ni estaríamos seguros que al decir algo, él pudiese explicárselo al rey. ¿Y qué si él dijese algo equivocado, y se nos malentendiese y termináramos en prisión o muertos o algo así? Entonces no podríamos confiar en ese vecino, aunque nos comprendiese plenamente. Podríamos expresarle nuestros pensamientos y él podría comprender todo acerca de nosotros, pero no podría comprender al rey del Congo.
Pero, ¿qué pasaría si en el Congo tuviésemos un representante del rey, que lo comprende, creció con él, comprende su cultura y el lenguaje de su corte, sin embargo nunca escuchó acerca del lugar de donde venimos? ¿Nos sentiríamos confiados al decirle todo lo que está en nuestro corazón? No, no tendríamos confianza, porque primero, él no comprendería nuestro idioma, y lo más probable es que no comprendería nuestros modos de expresión, no nos podría comprender, y no le podríamos expresar lo que está en nuestro corazón.
Hermanos, éste es el centro de todo el concepto de mediación. ¿Se dan cuenta que hay muchas religiones que se acercan a Dios sin un concepto de un mediador? Oran directamente a su dios sin un mediador. ¿Cuán confiados podemos estar si creemos en un ser supremo que es todopoderoso, sin comienzo, sin fin, que sostiene todas las cosas? ¿Cómo se puede creer que podemos orar a un ser así, y creer que lo podemos siquiera comprender, o que él pudiera siquiera comprendernos? ¿Entienden lo que les digo? Necesitamos un Mediador. Y esto es parte de toda la sabiduría de Dios – no entraré en esto ahora, pero esto es parte de por qué Jesús es tan importante.
Necesitamos un Mediador, no sólo para el pecado, sino también para la justicia. Los ángeles necesitan un Mediador, no por el pecado, sino por la justicia. Necesitan alguien a quien saben que pueden hablarle, quien luego puede hablar a Dios por ellos, y de parte de Dios a ellos. Por esto es que Jesús es tan, tan importante.
Y quisiera sugerirles lo siguiente: el Mediador para los Adventistas se vuelve muy importante debido a la necesidad de vencer completamente al pecado. Necesitamos involucrar al Mediador. No podemos caminar a 30 metros de él sobre el puente Golden Gate. Necesitamos aferrarnos a su espalda, sobre el alambre. Esta es la única manera en la que podemos atravesar el proceso del Lugar Santísimo. Y por esto les sugiero que en el libro de Hebreos vemos delineado muy claramente, en los capítulos 1 y 2, el linaje del Mediador.
La razón por la cual Pablo nos presenta esto es muy clara: nos explica por qué necesita hacer esto. Al final del capítulo 2 nos explica. Pero en el capítulo 1 dice:
Hebreos 1:1-2 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…
Vemos que está hablando por los profetas. Un profeta es una especie de mediador. Dios le habla al profeta, y el profeta le habla a la humanidad. Es como en los tiempos de Moisés: la gente dijo, “No dejes que Dios nos hable. Tú habla con Dios, y luego ven y háblanos a nosotros.” La necesidad de un mediador – éste es constantemente el asunto.
Entonces Pablo nos dice qué es este Mediador, este Hijo. Dice en el versículo 2:
Hebreos 1:2-4 … a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.
Quisiera que noten esto: dice que Jesús heredó más excelente nombre que ellos, ¿por el propósito de qué? Volvamos al versículo 2:
2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…
Nos ha hablado. El contexto de este pasaje entero es la habilidad de Dios para hablarnos. Y la razón por la cual Jesús tiene un nombre más excelente es que él es capaz de hablarnos de parte de Dios, porque ha heredado corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Es la imagen misma de la sustancia de Dios, de la persona de Dios. Por lo tanto nadie es más capaz que él de hablar de parte del Padre. Y éste es un punto que quisiera que noten muy, muy cuidadosamente, en cuanto al concepto de un Mediador. Aquel que procede de otro, que hereda plenamente de Aquel que necesita ser representado – Aquel que procede de él es el que puede más plenamente representar a Aquel que necesita ser representado. ¿Tiene sentido eso?
Si una persona está justo al lado de aquel que necesita ser representado, y esta segunda persona no procede ni hereda de esta persona por naturaleza ni sustancia, no es capaz de completa y correctamente representar a la otra persona. ¿Comprenden lo que estoy diciendo? Necesitas heredar completamente para poder representar completamente. Y que este punto se fije en sus mentes: herencia completa, representación completa. Si quieres ser representado completamente, necesitas impartir herencia completa. Esta es la clave de la mediación. La herencia completa significa representación completa. Representación autorizada completa. Esto es lo que Pablo está tratando de decir en Hebreos 1. Entonces nos está diciendo, en Hebreos 1, que Jesús es capaz de hablar plenamente de parte de Dios.
Luego llegamos al capítulo 2. Él hace el punto – sólo quiero que miremos un versículo, el 14, pero él lo menciona varias veces:
Heb 2:14 Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.
“Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre…” Quisiera que noten detenidamente: “él también”. ¿Pueden ver lo que hace Pablo? “Él también participó de lo mismo.” Él tomó sobre sí mismo la naturaleza completa del hombre. Recuerden que la herencia completa significa representación completa. “Él también participó de lo mismo” - ¿Por qué? Para que pudiese representarnos completamente ante el Padre. Sólo un Hijo del hombre puede representar al hombre en las cortes celestiales. Sólo un Hijo de Dios puede representar a Dios ante la raza humana caída. ¿Comprenden lo que digo? Este asunto es clave para determinar si podemos aferrarnos al Mediador sobre el alambre. ¿Comprenden? Porque no confesarás a un hombre que no sabe lo que es verdaderamente ser hombre, lo que es realmente enfrentar presiones, y que no ha verdaderamente caminado en tus zapatos. No confesarás ni le hablarás a ese hombre. Les voy a dar un ejemplo de esto:
Digamos que hay una familia en la que la esposa está por dar a luz. Tristemente, el bebé nace muerto. Si la iglesia conoce a esta mujer, ¿mandará a una joven de 16 años que jamás ha tenido un bebe, para consolar a esta mujer? No. ¿A quién enviamos? Enviamos a una mujer que también haya tenido esta experiencia. ¿Por qué? Porque ella es completamente capaz de socorrer a aquella mujer que ha enfrentado la pérdida de un niño al nacer. ¿Comprenden el principio? Una mujer no abrirá su corazón a una joven que no sabe nada acerca de lo que es tener hijos. Primero, no sabe nada acerca del dolor de dar a luz, y segundo, no sabe nada acerca de la experiencia de perder un hijo o de estar en esa situación. Uno no se aferra a una persona en esas condiciones.
Pero cuando se le acerca una mujer que ha sufrido la pérdida de un hijo al nacer, y ella viene y se sienta a su lado, puede decirle, “Sé de qué estás hablando.” Y luego le cuenta su historia. Y la mujer ve que, sí, ella comprende, sabe lo que se siente, y puede contarle su dolor, su sufrimiento al perder a su hijo. Esta es una persona a la que le puede abrir su corazón.
Entonces leemos acerca de Jesús en Hebreos 2. Y esto es tan precioso, hermanos y hermanas – tan precioso. En Hebreos 2:16 vemos:
Hebreos 2:16-17 Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. 17 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote…
¡Sólo puedo decir “Amén”, hermanos! ¡Semejante en todo! No hay problema, dificultad, debilidad ni tentación que caiga sobre ti sino aquella que Jesús comprenda. Puedes confesarle todo lo que está en tu corazón. Puedes confesarle todo y estar seguro que no estás hablando con un novato. No estás hablando con alguien que no comprende, sino alguien que ha vivido completamente la vida humana, en cada aspecto, para poder representarnos plenamente ante el Padre. Si hay siquiera un ser humano que haya vivido una dificultad o prueba que fue más grande que Jesucristo, entonces Jesús no podría representarlo verdadera y completamente ante el Padre. Pero la Biblia nos dice que este no es el caso. Dice que Jesús:
Hebreos 2:17-18 Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. 18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Leamos el Hebreos 4:15 (y ustedes están familiarizados con estos pasajes):
Hebreos 4:15-16 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia porque tenemos un Mediador que ha heredado completamente todo lo que es humano. Ese es un Mediador al cual podemos aferrarnos sobre el alambre que cruza las cataratas del Niágara. Este es el linaje del Mediador; puede representarnos completamente, porque completamente heredó todo de nosotros.
Entonces vemos en el libro de Juan, que cuando Juan introduce a Jesús en el capítulo 1, ¿Qué está haciendo? Lo está introduciendo como el verdadero Mediador:
Juan 1:1-2 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios.
Juan nos está dando el linaje del Mediador. Dice que está tanto con Dios que ha heredado todo lo que es Dios, porque como dice en Juan 5:26:
Juan 5:26 Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo
Ha heredado tanto la plenitud de Dios, que es capaz de hablar de parte de Dios, y es Dios. Y como dice:
Salmo 45:6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre…
El Padre llama a su Hijo Dios, porque ha heredado completamente.
Pero luego Juan lo cambia cuando dice:
Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros …
¿Lo ven? Juan está haciendo lo mismo que Pablo: comienza con un Mediador que es verdaderamente un Hijo de Dios y un Hijo del Hombre. Esta es la base de toda verdadera conexión con Dios. Toda habilidad de nuestra parte para acercarnos a Dios, para conectarnos con Dios y saber que estamos haciendo una conexión – todo depende del Mediador.
Y aquí es donde quisiera leerles un par de declaraciones, porque necesito destacar este punto: el mensaje de 1888 era un mensaje que ampliaba Juan 1 y Hebreos 1 y 2. Juan 1 y Hebreos 1 y 2 formaron la base del mensaje de 1888, y hay dos libros que son particularmente importantes: Cristo y su justicia por E. J. Waggoner, y El camino consagrado a la perfección cristiana, por A. T. Jones. Si lees detenidamente estos libros, ambos señalan a “Cristo como Dios” y “Cristo como hombre”. Ambos repasan su linaje como base para tener derecho a interceder ante Dios por el hombre, y para representar a Dios ante el hombre.
Este era el centro del mensaje de 1888, y ese mensaje vino debido a todos los pasos que los pioneros adventistas tomaron en el Lugar Santísimo: el tener la doctrina de la victoria sobre el pecado, y la cesación de la intercesión antes de la segunda venida de Jesús, lo cual requería la perfección del carácter. Todos estos pasos requieren de nosotros una comprensión mucho más grande de un Mediador que el simple caminar en el puente de Golden Gate. Ahora tenemos que caminar por el alambre, y necesitamos un Mediador que nos cruce. Esta es la única manera, y por eso vino este mensaje. Y quisiera leerles sólo un par de declaraciones de Cristo y su justicia, y El camino consagrado. Dice en la página 11[1] de Cristo y su justicia:
Este nombre, [Dios] no fue dado a Cristo en consecuencia de algún gran logro…
Esto es muy importante. El nombre Dios no fue dado a Cristo por consecuencia de su propio poder inherente, sus propias cualidades o sus propios logros. Dice:
… sino que fue suyo por derecho de herencia…
Esto es lo que está diciendo E. J. Waggoner: su nombre, Dios, es su derecho por herencia.
Hablando del poder y la grandeza de Cristo, el escritor a los Hebreos…
¿Ven? Está citando a Hebreos ahora.
… dice que “fue hecho tanto superior a los ángeles”, porque “heredó más excelente nombre que ellos”. (Hebreos 1:4) Un hijo siempre, por derecho, toma el nombre del padre; y Cristo, como el “hijo unigénito de Dios” tiene por derecho el mismo nombre. Un hijo es además, en mayor o en menor grado, una reproducción del padre; posee hasta cierto punto los rasgos y características de su padre; no perfectamente, porque no hay reproducción perfecta en la humanidad. Pero no hay imperfección en Dios, ni en ninguna de sus obras; por lo tanto Cristo es la imagen misma de la sustancia del Padre (Hebreos 1:3). Como Hijo del Dios auto-existente, posee por naturaleza todos los atributos de la Deidad.
Ahora, esto es muy, muy importante – es importante que por naturaleza posea los atributos de la Deidad. Porque necesitamos – me estoy adelantando – quiero guardar este punto para después. Ahora quisiera leerles de A.T. Jones. Dice aquí:
La semejanza de Cristo con Dios, como se la presenta en el primer capítulo a los Hebreos, es sólo introductoria para describir su semejanza al hombre, como se la presenta en el segundo capítulo a los Hebreos. El capítulo 1 de Hebreos dice que Dios nos habla mediante su Hijo, y que la razón por la cual el Hijo está calificado como para hablar de parte de Dios es porque ha heredado un nombre más excelente que los ángeles. Es por esto que los ángeles no son plenamente capaces de hablar de parte de Dios y sí mismos, sino solamente el Hijo, porque su herencia es más grande que la de ellos. El primogénito, la herencia del primogénito, siempre es superior a la del resto de la familia. Este es el principio una y otra vez, y él es Aquel que está plenamente autorizado para hablar de parte de Dios. Su semejanza a Dios, como se presenta en el primer capítulo de Hebreos, es la única base de una comprensión verdadera de su semejanza a los hombres, como se la presenta en el segundo capítulo a los Hebreos. (El Camino Consagrado, página 17[2])
Ahora, oigan:
Y esto es dado como preliminar para comprender su semejanza al hombre. Es decir: de esto debemos comprender que su semejanza al hombre no es simplemente en forma, en apariencia, o en representación, sino en naturaleza, en la misma sustancia…
Hermanos, no pierdan el significado de esta declaración, de lo que está diciendo. Está diciendo que su semejanza al hombre no es simplemente en su forma, su apariencia o su representación, sino en su naturaleza y sustancia. Esto se encuentra en la página 20[3] de El Camino Consagrado.
La semejanza de Cristo a Dios es en sustancia además de en forma. Y la semejanza de Cristo al hombre es en sustancia además de en forma. De lo contrario…
Ahora, oigan detenidamente:
...De lo contrario, no hay significado en el primer capítulo de Hebreos, como introductorio al segundo capítulo; no hay significado en la antítesis entre el primer y segundo capítulo, y el primer capítulo está fuera de lugar y vacío, como base de introducción para el segundo capítulo. (El camino Consagrado, página 20)
El punto que se hace aquí con fuerza es la habilidad de Cristo para ser un Mediador. Ahora, quisiera que piensen en esto. Piensen en lo siguiente: si creemos en la Trinidad, sabemos y creemos, según la doctrina de la Trinidad, que hay tres personas que forman parte de un Dios, ¿si? Tres personas forman un Dios. Y luego vemos que Jesús actúa en la posición de Mediador para aquel Dios único. El problema con esto es que la Biblia nos dice en 1 Timoteo 2:5:
1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
Este punto, un Dios y un Mediador, es muy, muy importante, y quisiera que comprendan detenidamente lo que voy a decir aquí, porque la semejanza de Cristo a Dios es más importante para que comprendamos en relación con su posición como Mediador, que en relación con su posición de ser Dios. Su semejanza a Dios está más conectada a su obra mediadora que en el simple hecho de que es Dios. Este es un punto muy, muy importante, porque, si creemos en la Trinidad, creemos que hay un Dios, o sea tres personas que son representadas por una persona. Pero el problema allí es, ¿cómo puede un mediador ser un mediador entre dos y también ser aquel para quien se está mediando? ¿Cómo puedes ser el mediador y aquel a quien están mediando a la misma vez? ¿Comprenden lo que estoy diciendo?
Si estás siendo representado, y estás representando, no eres un mediador. Un verdadero mediador debe ser un verdadero intermediario. ¿Comprenden lo que estoy diciendo? El ser un verdadero mediador por naturaleza significa que debes heredar completamente de ambos lados, para ser un verdadero mediador en sustancia, en naturaleza. Es la herencia de Jesús, como el Hijo de Dios, por naturaleza, la herencia de Jesús como Hijo del Hombre, por naturaleza, lo que le permite ser un Mediador por naturaleza. ¿Comprenden lo que estoy diciendo? Jesús es, inherentemente, un Mediador. Es un Mediador inherente. Es el único Mediador inherente en el universo. Esta es la gloria y la majestad de Jesucristo. Su herencia le confiere la habilidad de ser Mediador, y, hermanos y hermanas, lo que necesitamos saber acerca de Jesús es que él puede representarnos completamente ante el Padre, y que es completamente capaz de representar al Padre a nosotros. Así podemos asirnos al hombre de Jesucristo y aferrarnos a su espalda y saber, al asirnos a él y tener nuestras cabezas contra su espalda, que podemos oír el latir de su corazón, y saber que ese latir es el latido mismo del hombre, y el latido mismo de Dios. Sabemos que aquel corazón late por nosotros, que aquel corazón nos ama con toda la ternura que puede tener alguien que conoce a Dios, y alguien que conoce al hombre. ¿Comprenden esta ilustración?
Entonces lo que hace la doctrina de la Trinidad – y quiero expresarles esto: dentro de la Trinidad, esto es lo que sucede: hay un mediador en la doctrina de la Trinidad, en realidad significa dos mediadores para tres personas, en un Dios. ¿Lo ven? Dentro de la Trinidad, un mediador significa dos intercesores, porque el Espíritu Santo y Jesús ambos son intercesores, y aquellos dos intercesores representan tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que forman parte de un Dios. ¿Tiene algo de sentido eso?
Sin embargo cuando comprendes que Jesús, por naturaleza y sustancia, heredó todo de su Padre, y heredó todo de nosotros, entonces él, por naturaleza, es un Mediador. Y quisiera que comprendan que si Jesús es un hijo metafórico, si es que decimos que es un hijo metafórico de Dios, y si es un hijo metafórico del hombre, entonces es un mediador metafórico. Y lo que nos da un mediador metafórico es victoria metafórica sobre el pecado. Y la victoria metafórica sobre el pecado en realidad significa no tener victoria sobre el pecado. La mediación metafórica no es mediación. Si es un hijo metafórico, no es un hijo. ¿Ven cómo Satanás utiliza la palabra metáfora para hacer lo opuesto a lo que Dios está haciendo por nosotros? Una mediación metafórica no es mediación para nada.
Este es el punto, y esto es lo que Satanás está tratando de hacer mediante la doctrina de la Trinidad. Nos está quitando nuestro Mediador. La razón por la que necesito saber que Jesús es completamente divino, no es para que yo pueda decir que es igual al Padre. Ese no es el punto más importante. Necesito saber que es completamente divino e igual al Padre, por el propósito de su intercesión por mí. Por eso necesito saber que es igual a Dios. Eso es lo más importante para mí. Por eso Juan dijo, “En el principio era el verbo”, y notemos que no dice “en el principio fue en el verbo, y el verbo era Dios”, sino que dice, “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios.” El aspecto mediatorio es lo más importante. De lo contrario, si el hecho de ser Dios era lo primero, hubiera dicho, “En el principio era el verbo, y el verbo era…” Bueno, hubiera simplemente dicho “en el principio Dios”. Eso es todo, no hay nada más que decir. Pero cuando la mediación y la conexión es lo más importante, “En el principio era el verbo, y el verbo era con Dios” – tenemos un Mediador literal, por naturaleza. Y la única manera en que un Mediador puede serlo en sustancia, es siéndolo por herencia.
Jesús puede representar verdaderamente a su Padre porque salió del Padre. Nos puede representar verdaderamente a nosotros porque tomó sobre sí a todos nosotros. Fue el segundo Adán. Todos nosotros estábamos en él. “En él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). Estos son los requisitos para la mediación, las cualificaciones del intercesor. Y por esto podemos tener la seguridad completa, hermanos, de que tenemos un abogado, como dice en 1 Juan 2:1:
1 Juan 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis…
Por qué? Porque estamos en el día de la expiación, en el tiempo en el que debemos atravesar el alambre completa y plenamente en Cristo.
1 Juan 2:1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Y él puede interceder a favor nuestro. Este es el punto central de estos sermones sobre la Piedra Angular: que Jesús es un Mediador por naturaleza, para que podamos colocar completamente sobre él las cargas de nuestro corazón, de nuestra alma, para que podamos confesarle todo lo que está en nuestro corazón, y que podamos recibir el Espíritu del Padre. Oramos para recibir el Espíritu del Padre. Juan 4 nos dice: “el Padre tales adoradores busca” (Juan 4:23). Dice:
Juan 4:24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Eso se refiere al Padre. Él busca a tales adoradores. Eso es lo que Juan 4 nos dice. Entonces espero que puedan ver que un Mediador verdadero – voy a transmitir este punto: un Mediador verdadero sólo puede serlo si lo es verdaderamente por herencia. Debe heredar todo para representar a Dios, y debe heredar todo del hombre para poder representar al hombre. Si no tiene herencia, entonces las personalidades de aquel Padre y aquel Hijo se confunden, y se confunde la obra de mediación. Al confundirse la obra de mediación, vemos a Jesús como intercediendo por sí mismo. Debido a que Dios necesita un mediador, y Jesús es parte de Dios, entonces Jesús es tanto el mediador como aquel por quien se está mediando. Eso no es un mediador verdadero. Para serlo, sólo puede ser uno: un Dios, un Mediador. Eso es lo que nos dice Pablo: un Dios y un Mediador, es lo que permite que seamos completamente representados ante Dios, y Dios ante nosotros.
Hermanos, con gozo les presento a Jesús, verdaderamente el Hijo de Dios, verdaderamente el Hijo del Hombre. Hebreos 1 y 2; Juan 1; El Camino Consagrado; Cristo y su Justicia – todos estos libros nos permiten venir ante Dios. Como dice en Primeros Escritos, en la página 55, bien al comienzo, el pueblo de Dios entró al Lugar Santísimo por fe, y dijo, “Padre danos tu Espíritu” – danos tu Espíritu, danos victoria. Necesito victoria sobre mi mal genio, sobre las cosas que digo; cuando oigo a alguien hablar mal de mi prójimo, necesito victoria para no escuchar y subirme al carro; necesito victoria sobre las formas erróneas de música, y sobre el apetito – necesito victoria sobre todas estas cosas, porque si no me aferro a Jesús y en cambio me aferro a todas estas cosas, me soltaré de Jesús y caeré del alambre a las aguas que están abajo.
Jesús es capaz de socorrer a aquellos que son tentados. Es un Mediador verdadero entre Dios y el hombre. Nos librará. Nos dará la completa victoria. Como dice, “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27). Este Cristo que viene a ti, que es la esperanza de gloria, viene a través del proceso de mediación. Volveré a resumir esto:
Padre metafórico – Hijo metafórico; Mediador metafórico – victoria metafórica sobre el pecado, lo que significa totalmente lo opuesto, lo que significa salvación metafórica. ¿Y qué es la salvación metafórica? Nada. Está completamente vacía, es muerte y destrucción. La salvación metafórica es la muerte. Necesitamos un Padre literal del cual proceda un Hijo literal, y que este Hijo tome sobre sí la herencia literal de Abraham para luego ser un Mediador literal, de parte de su Padre, en un santuario literal, para poder darnos victoria literal sobre el pecado, lo cual es salvación literal, una segunda venida literal. Allí está todo, hermanos, está todo en ese cuadro.
Y quisiera alabar a Dios, porque en su sabiduría, supo que para que el universo fuese verdaderamente representado, para que podamos verdaderamente comprender a Dios, supo que necesitábamos un Mediador, tanto antes como después del pecado. El círculo de beneficencia, la luz del Padre, fluye a través del Hijo, a todos, y vuelve mediante el Hijo, al Padre. Esta es la verdad. Esta es la ley de la vida del universo. Un Mediador. Y quisiera que nos arrodillemos para hablar con nuestro Mediador ahora, hablar con nuestro Padre y nuestro Mediador.
Padre en el cielo, te agradezco tanto que podemos ver que la herencia que Jesús recibió de ti, y la herencia que recibió de nosotros, es lo que nos permite colocar todo nuestro peso sobre él, así como en el servicio del santuario el pecador tenía que colocar su peso completo sobre el cordero, y de la misma manera nosotros también podemos colocar nuestro peso completo sobre Jesús. [Podemos hacer esto] porque sabemos que nos comprende, y que te representa completamente a ti, Padre. Jesús es capaz de socorrer a los que son tentados. Es capaz de pronunciar la ley desde el Monte Sinaí, porque te representa completamente. Es capaz de expresar tus palabras de perdón. Tú eres capaz de perdonar nuestros pecados, Señor Jesús, porque has recibido esa autoridad de tu Padre. Él aprueba que nos des perdón. Te agradecemos por aquel perdón, Señor Jesús. Sabemos que nos comprendes; comprendes las dificultades de nuestras vidas; comprendes los pasajes oscuros y tristes de nuestras vidas, y podemos abrirte nuestros corazones. Señor, oro por cada uno de nosotros aquí. Hay pecados en nuestras vidas que necesitan ser quitados. Señor Jesús por favor ayúdanos. Padre, envíanos tu Espíritu, ayúdanos a vencer al yo, a vencer el egoísmo, las debilidades, la testarudez, la auto-compasión, la auto-indulgencia. Todos nosotros todavía luchamos con estas cosas. Ayúdanos, Padre, más que nada a confiar en tu Palabra, a aferrarnos a tu Palabra no importa lo que suceda, y a creer que nuestro Mediador, nuestro Señor Jesús, nos llevará por el alambre hasta llegar a la ciudad celestial. Te agradezco en el nombre de Jesús. Amén.