2. El amor original no sentía vergüenza
Publicado Nov 26, 2012 por Adrian Ebens En El orden evangélico
[English] Las estadisticas hablan por sí mismas cuando se trata de las relaciones humanas. Más de 50% de los matrimonios terminan en divorcio en muchos países, dando indicaciones claras de que estas personas no encontraron lo que que esperaban en la relación. Para muchas personas que permancen atadas al matrimonio, su experiencia es a menudo igual de desoladora, pero permanecen porque no ven mejores opciones o tienen temor de hacer un cambio. Las olas de decepción, la confusion, la frustración, la ira, y el dolor que resultan de estos experimentos tóxicos en la intimidad humana puede resumirse con la pregunta del tema de una canción que me llamó la atención durante mi adolescencia en la década de los ochenta.
De todos modos, ¿Qué es el amor?
¿De todos modos, hay alguien que ame a alguien?
En mi artículo anterior he tratado con esta cuestión de "¿qué es el amor?" al examinar lo que sucedió cuando Adán vio por primera vez a Eva. Recordemos que cuando Adán dijo: “Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne”, él no la amaba por lo que ella poseía en sí misma, sino porque había salido de él y tenía la capacidad de conocerlo, de conocer sus sueños, alegrías, aspiraciones, y de ser una compañera con quien compartir su travesía. La pureza, la inocencia y la libertad de este amor se resume en estas palabras:
Gén 2:25 Y estaban ambos desnudos, Adam y su mujer, y no se avergonzaban.
La palabra avergonzar en el hebreo tiene el siguiente significado:
Palidecer, por implicación avergonzarse
También por implicación estar desilusionado o atrasado
Estar confundido(a), sentir confusión
Estar seco, tardar.
Lo que Adam y Eva experimentaron fue todo lo que nosotros deseamos, pero casi siempre fallamos en obtener. El camino de la alegría, la libertad, la plenitud, la inocencia y la intimidad en contraste con la desilusión, confusión y desolación se remonta a la transacción de tomar y comer de una fruta que no era de ellos; esa transacción que provocó nuestra caída de ágape a eros.
Hay que excavar a través de esta historia bíblica como un arqueólogo en busca de tesoros antiguos, cuidadosamente cepillando las arenas del tiempo para descubrir los hechos de la historia que luego le den sentido a nuestra existencia. Este amor que Adán y Eva compartieron fue construido con cuidado y desarrollado por Dios para asegurar su intimidad y felicidad eternas. Los mismos orígenes de nuestros primeros padres sostienen el secreto de ese amor en el cual no existía la vergüenza ni se ocultaba ninguna desilusión. Observe cuidadosamente lo siguiente:
. Dios creó a Adán y lo puso en el jardín. Gén 2:7.
. Dios hizo de Adán el mayordomo y soberano de este paraíso. Gén 2:8-15.
. Dios dio órdenes a Adán acerca del árbol de la vida y el árbol del conocimiento. Gén 2:16.
. Dios arregló las circunstancias para hacer que Adán sintiera la necesidad de una compañera. Gén 2:21.
. Dios pone a dormir a Adán (en sentido figurado la palabra hebrea puede significar la muerte). Gén 2:21.
. Dios toma una costilla de Adán y forma la mujer de la costilla viviente. Gén 2:22.
. Dios le lleva la mujer al hombre resucitado.
Esta secuencia es vital para comprender el secreto del amor original de nuestros padres que no avergonzaba. No había nada que Eva poseía que no había recibido de Dios a través de Adán. La soberanía singular y el gobierno que Adán poseía fue sepultado y él resucitó a una nueva vida con una compañera tomada de su costado. Cuando Adán se quedó dormido, estaba lleno de un deseo de abrir su corazón rebosante de amor a alguien que pudiera entenderlo. Cuando se despertó, vio a aquella a quien podía otorgar todo lo que había recibido y poseído de Dios. Adán, sabiendo todo esto, otorga a la mujer todo lo que tiene. Ella tiene su costilla, su ADN, su corazón, su casa, su jardín, todo. Aun más, ella está consciente que Adán se fue a dormir y dio parte de sí mismo por ella[1]. Ella responde viendo todo lo que se le ha dado, y mientras mira en los ojos de su marido, su corazón está lleno de gratitud, alegría y felicidad. La mujer vive cada momento a sabiendas de que todo lo que posee se le otorgó a través de su marido.
Esta transacción entre el hombre y la mujer puede ser sostenida en un movimiento eterno del amor que se desborda como una fuente y que nunca se avergonzaría. El secreto, la clave, el centro, el eje, el núcleo, el corazón de este maravilloso movimiento de amor se basa en el simple hecho de saber y recordar tu origen y como llegaste a ser. Mientras que Adán recordara que había sido creado y colocado en el jardín como líder y soberano para cuidar, proteger, y ser fiel mayordomo de todo lo que se le había dado, entonces derramaría todas las bendiciones sobre lo cual se le dio la soberanía. Cuando la mujer recibe la plenitud de la bendición de su marido y lo ve con amoroso respeto, gozosa sumisión y confiada obediencia, mientras ella revela su confianza en su liderazgo y lo honra como cabeza de familia, al igual que la mujer que estaba junto al pozo, ella extrae de su corazón una bendición más grande de la que se exhibió previamente.
Podemos ilustrar esta moción de amor por medio de la acción de un motor de dos pistones. El primer pistón, Adán, en su alegría de encontrar una verdadera compañera, se enciende y libera una onda de bendición que envía una onda de combustible de ignición a la cavidad del segundo pistón y al mismo tiempo eleva el segundo pistón hacia el techo, que entonces enciende una amorosa respuesta que exalta el primer pistón y llena ese hueco con gozosa sumisión, honor y respeto. Este movimiento de amor entonces conduce a la fuente que llena los cuatro ríos que brotan del corazón del jardín y riegan toda la tierra. Gén 2:10-14. ¡Que maravilloso diseño! Qué maravillosa ilustración de cómo funciona el universo, porque fuimos creados a la imagen de Dios. Gén 1:27.
Una vez que hacemos hincapié en el punto de que este movimiento eterno de amor depende de que cada persona conozca su origen, conozca su verdadera identidad y su lugar dentro de la creación de Dios. Mientras Adán recordara que él era el mayordomo de la huerta y recordara que todo estaba bajo su cuidado y que le había sido dado por Dios, y que todo pertenecía a Dios, entonces atendería y guardaría todo lo que se le había dado; seguiría derramando bendiciones sobre todos los que estaban bajo su cuidado. Mientras Eva recordara que su vida venía de Adán y que todo lo que veía y de lo cual era ahora co-gobernadora con Adán, se le había dado mediante su marido por la voluntad de Dios, entonces ella habría completado el circulo de bendición. Si hubieran hecho esto, entonces nunca se habrían avergonzado.