Guerras de Identidad - En busca del hogar - Parte 1 - La identidada perdida

Publicado Feb 05, 2013 por Adrian Ebens En Guerras de Identidad - En busca del hogar

Esta es una traduccion de la serie Guerras de Identidad que fue presentada en forma oral por el pastor Adrian Ebens.

¿Durmieron bien anoche? ¡No estoy recibiendo una respuesta muy positiva! Betty me está diciendo, “Sí, yo dormí bien!” ¿No les parece que este es un lugar hermoso? Me desperté esta mañana, miré por la ventana, y había un caballo masticando pasto – creo que hace el mismo ruido que hago yo cuando como - mucho ruido. Es muy, muy bueno poder estar aquí. Y sé que muchos de nosotros hemos estado anticipando grandemente este campamento, y creemos realmente que el Señor nos bendecirá. Estamos hambrientos, ¿no? Hambrientos por alimento espiritual. Pienso que, al mirar a los montes que nos rodean, particularmente en esta zona de Australia, vemos señales de hambre en el alma; está todo seco, lo cual indica una sequía. Hay una hambruna en la tierra por la palabra de Dios, ¿no es así? Eso es con lo que me encuentro. Nos hemos reunido porque queremos recibir bendiciones, y queremos que el reinado del Espíritu del Señor caiga sobre nosotros. Queremos ser nutridos, queremos crecer. Esto es lo que deseo que suceda con nosotros a medida que nos reunamos, que entremos en comunión.

Cuando pensamos en el plan que Dios tiene para salvarnos, vemos que en realidad no es un plan muy complicado; es bastante simple. ¿Creemos esto? No es muy difícil. Pero existen razones que hacen que nos sea difícil como seres humanos. En las primeras dos presentaciones que veremos hoy, esta mañana, quisiera explicar por qué a menudo parece demasiado difícil el simplemente aceptar lo que Dios nos está ofreciendo. Lo que Dios nos ofrece no es difícil; sin embargo, qué dice la Biblia? Dice “estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7:14) ¿Por qué? ¿Por qué le resulta tan difícil a tanta gente? Esto es lo que analizaremos. Y a medida que lo estudiemos, quisiera compartirles algunas de las cosas que estoy convencido que mi Salvador me ha mostrado en mi estudio de la Biblia – cosas que me han traído un gozo muy grande, y un sentido de libertad inmenso. Me ha dado libertad de mucha de la tiranía que se vive en la vida: la tiranía del orgullo, de los celos, de la depresión, del sentido de culpa – la tiranía de todas estas cosas que siempre parecen afectar a tantos de nosotros. A medida que tomamos tiempo para analizar estas cosas, mi oración es que recibamos bendiciones. Arrodillémonos antes de comenzar:

Padre en el cielo, cuán bueno es reunirnos como hijos tuyos, como tu familia. Y Señor, sabemos que estás sentado en tu trono, y que de tu trono fluye un agua clara y transparente – tu espíritu fluye, y cae sobre nosotros. Queremos abrir nuestros corazones a tu espíritu. Pedimos que nos llenes con aquel espíritu. Y Señor, rogamos tener oídos para oír lo que quieres decirnos a nosotros, tu pueblo, para que podamos comer y beber del alimento y el agua que tú tienes para nosotros. Bendícenos ahora al presentar este tema. Te agradecemos en el nombre de Jesús. Amen.

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Ven el título, “La identidad perdida”, y también ven la ilustración – es un cuadro muy familiar de Génesis 3, donde la serpiente le está instruyendo a Eva en cuanto a su filosofía de vida, y cómo funciona la vida. Y pasaremos un poco de tiempo viendo esto hoy. Pero quisiera ir un poco más adelante en el conflicto entre el bien y el mal, en el lugar donde sucedió con mayor intensidad: en Mateo 4. Busquen en sus Biblias Mateo 4:8-9. Quisiera que pensáramos detenidamente: Satanás está haciéndole una propuesta a Cristo, y quisiera que noten lo que le está diciendo. Esto es lo que Satanás le dijo a Jesús en el desierto:

“Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y le dijo, Todo esto te daré, si postrado me adorares.” (Mateo 4:8-9).

Ahora, sabemos que cuando Satanás dice, “todo esto te daré”, cuando habla de los reinos del mundo, ¿qué está diciendo acerca de su relación con esos reinos? Está diciendo que le pertenecen. Está diciendo, “Mira, Jesús, sé que has venido aquí para recuperar a esta pobre gente del planeta. Te tengo una manera fácil de hacerlo: simplemente póstrate ante mí y adórame.”

No sé si pueden imaginarse a alguien acercándose a ustedes y diciéndoles algo así. Si alguien les dijese, “Mira, te daré todas estas cosas – lo único que tienes que hacer es postrarte y adorarme.” ¿Qué pensarían de una persona así? Que está un poco loca, ¿no? Pero ¿no les parece que eso refleja de que Satanás realmente está demente? “Póstrate y adórame” - ¿En qué estaba pensando? Satanás está tan desesperado por obtener preeminencia sobre Cristo, que ¡lo hará de cualquier forma que pueda! Pero, gracias al Señor, jamás lo lograra.

Pero también, cuando miramos cuáles eran los reinos a los cuales se refería Satanás, y estamos hablando de la época en la que Cristo estuvo en la tierra, ¿cuál era el reino dominante de ese tiempo? ¡Roma! ¿Saben cómo comenzó Roma como nación? ¿Conocen la historia de Roma? Esta es la historia que se cuenta, de todas maneras: la historia de dos hermanos, Rómulo y Remo. El mito dice que fueron amamantados por una loba (sabemos que eso no es cierto), pero estos dos hermanos, Rómulo y Remo, estaban en una localidad particular y querían comenzar su propio reino. En su área no había suficientes mujeres, así que lo que hicieron fue invitar a todos los vecinos a un gran banquete, y emborracharon a todos. Mientras los hombres estaban todos borrachos, los mataron a casi todos y tomaron sus mujeres, porque necesitaban mujeres para comenzar su nueva ciudad. ¿Es esa una buena manera de comenzar las cosas? Luego de eso, Rómulo y Remo no podían ponerse de acuerdo en quién sería el líder. Entonces, mientras Remo estaba distraído, Rómulo tomó una gran piedra y le quebró su cráneo y lo mató. Esta es la clase de reino sobre el cual se basa el mundo – esta clase de principios. ¿Es esa una buena manera de comenzar un reino? ¡Eran hermanos! Se supone que estos eran hermanos, pero así es como comenzaron el reino.

Entonces, cuando miramos a los reinos del mundo hoy, ¿qué es lo que Satanás en realidad le estaba ofreciendo a Jesús? ¿Le estaba ofreciendo algo de mucho valor? Enfermedad, hambruna, celos, odio, ira, matanza, guerra, conflictos – esto es lo que Satanás le estaba ofreciendo a Jesús, ¿no es así? Sin embargo, eso no es lo que Satanás le mostró a Jesús cuando dice que le mostró toda la gloria de los reinos. Le mostró los palacios, los pilares, los tronos, las coronas, el oro – le mostró toda esta clase de cosas, y escondió todo lo demás en el fondo. Podríamos decir que es como en el caso de un vendedor de automóviles de segunda mano. ¿Alguna vez han intentado comprar un automóvil de noche? Veo algunas sonrisas - ¿por qué no se le compra un automóvil a un vendedor de segunda mano, de noche? Están todos sonriendo – ¿por qué no? ¡Porque no se le ven los defectos! Y lo que hizo Satanás, no sé qué presentación de powerpoint le mostró a Jesús, pero le escondió los defectos. Estaba haciendo lo que hace un vendedor de automóviles de segunda mano, y quiso convencerle que “mira, es un buen trato, Jesús! Lo único que necesitas hacer es postrarte y adorarme, y te lo daré!” Pero Jesús sabía, él sabia todo lo que está en el corazón del hombre (en otro momento hablaremos más acerca de esto), porque se hizo uno con nosotros, ¿no es así? Y dice en la Biblia que Jesús sabía lo que estaba en el corazón del hombre. Por lo tanto Jesús sabía lo que Satanás estaba haciendo, y sabía, por las tentaciones que enfrenta el hombre, que los humanos no están en una buena situación.

Quisiera examinar brevemente algunos de los resultados de nuestra filosofía de vida. Satanás aquí declara que gobierna el mundo. Veamos algunas de las estadísticas de esta filosofía de vida, ya que les propuse que la filosofía de vida de Satanás es la que domina al mundo hoy; su método, su manera de hacer las cosas, es lo que domina al mundo. Y dijo, “Todo esto te daré, si postrado me adorares.” Satanás declara ser dueño de este mundo. Veamos algunas estadísticas. Tal vez ya estemos familiarizados con este dato, pero vale repetirlo:

LA DEPRESION

En su discurso de apertura, la directora general de la OMS, la Dra. Gro Harlem, declaró: “… los cálculos iniciales aproximados sugieren que existen unas 450 millones de personas hoy en día que sufren de desórdenes mentales o neurológicos… La depresión grave es actualmente la causa principal de discapacidad en todo el mundo.”

¿Por qué la gente sufre de depresión? ¿Deberíamos estar deprimidos? ¿Tenemos alguna razón para estar deprimidos? Quiero decir, hay razones fisiológicas, o desbalances químicos que físicamente hacen que algunas personas se depriman. Pero en términos emocionales, en términos de lo que Dios ha hecho por nosotros, ¿deberíamos estar deprimidos? Sin embargo dice que 450 millones de personas – y esta es una estadística tomada antes del escenario de la crisis financiera, antes de que muchos perdieran sus hogares, antes que el G20 prometiera hacer todas las cosas que prometió hacer (bueno, ¡veremos qué sucederá con eso!). Es mucha gente, ¿no? Tal vez son 600 o 700 millones que están deprimidos. ¿Es ese un indicador de una buena manera de vivir? No.

Quisiera mostrarles otras estadísticas. Nuevamente, estas son de hace diez años, así que probablemente ahora las cifras sean más altas:

ESTADISTICAS DE DEPRESION Y SUICIDIO:

1 millón de suicidios por año

10-20 millones de intentos de suicidio cada año, o hasta 38 intentos por minuto.

Cada minuto, 38 personas en este mundo intentan terminar con su vida. Pensemos en eso por sólo un minuto. Y en ese minuto, 38 personas habrán intentado matarse. ¿Qué tiene la vida que es tan terrible que la gente prefiera escoger la muerte antes que la vida? Es una estadística que nos da mucho en que pensar, ¿no es así? No sé cuántos de ustedes han sido afectados por alguien cercano que se haya suicidado. Yo sí he sido afectado. Uno de mis amigos cercanos se suicidó, y eso duele. Arde, el aguijón de la muerte. ¿Por qué harían una cosa así? ¿Por qué terminarían su vida? Es trágico, y está recorriendo todo Australia. Allí creo que tengo otro dato:

¿Sabían eso? ¿Por qué es tan alta la cifra de suicidios entre los jóvenes australianos? Las demandas, las expectativas que le imponemos a nuestros jóvenes, la necesidad de esforzarse, la ética laboral que se nos impone. ¿Por qué nuestros jóvenes, más que otros? Tal vez la cifra ha cambiado en los últimos diez años, no lo sé. Pero al hablar con los jóvenes con los que he trabajado en las iglesias, había una joven que asistía a una escuela del estado. Y en un año, mientras ella estudiaba allí, cuatro de sus amigas se suicidaron. Tenían 16 años, y eran jóvenes, pero terminaron con sus vidas. Esto sucedió dentro del sistema escolar del estado. Pero es un asesino silencioso. ¿Cuán a menudo oímos hablar de estas cosas? Lo escuchamos aquí y allá, pero es como un cáncer que está destruyendo a nuestra nación, y está exterminando a nuestros jóvenes.

Esto es evidencia de una filosofía de vida sobre la cual no podemos basarnos para vivir. La Biblia dice que “la paga del pecado es la muerte”. Sabemos que se refiere a la muerte permanente, pero la filosofía del reino de Satanás también es la muerte. Y ni siquiera estamos hablando de aquellas personas que no están dispuestas a suicidarse, pero que lo hacen de otras maneras: las drogas, el alcohol, el juego con apuestas; todas estas son maneras de buscar no sentir el dolor que nos trae una filosofía de vida que no satisfice y que nos deja vacíos. Estas estadísticas son muy, muy graves. Y revelan, como he dicho, los efectos de una realidad abrumadora, la realidad de que este mundo está siguiendo una forma de vida que no lleva a la vida, sino a la muerte.

Quisiera volver al principio e intentar bosquejar el por qué ha surgido esta situación, por qué estamos en un estado tal que tanta gente eligiera la muerte antes que la vida. Busquemos en nuestras Biblias a Génesis 3, porque allí es donde todo comenzó. Génesis 3:4-5. Esta es la historia de una serpiente y una mujer. Sabemos que la serpiente es Satanás, porque en Apocalipsis dice “la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás”. Por lo tanto este es Satanás que le habla a Eva, y esta es la primera vez que Satanás habla en las Escrituras, y esta es su filosofía de vida. Veamos donde dice:

“Entonces la serpiente dijo a la mujer, No moriréis.”

Ahora, ¿qué había dicho Dios anteriormente? Mejor leamos eso (versículo 3):

“Pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.”

Pero la serpiente dice:

“No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Génesis 3:4-5).

“No moriréis.” ¿A qué se refiere Satanás con esa declaración? ¿Qué esta infiriendo? Bueno, básicamente, si miramos más adelante, llegamos a algunas conclusiones:

ALGUNAS CONCLUSIONES DE GENESIS 3:4-5:

Cada objeto, o cada persona o ser creado en el mundo, posee cierto poder en si mismo.

Eso es, básicamente, lo que Satanás está diciendo. Si no moriréis, como propone Satanás, entonces significa que no necesitamos prestar atención a lo que Dios dice; no necesitamos preocuparnos por lo que está diciendo, porque ya tenemos vida. La única razón por la cual necesitaríamos prestar atención a lo que Dios dice, sería si dependiéramos de él para nuestra vida, ¿no es así? Si no lo necesitáramos para vivir, entonces no importaría lo que Dios dice. Así que esto es lo primero que Satanás está infiriendo: cada objeto o cada persona o cada ser, posee poder o vida en sí mismo.

Lo segundo que el propone es:

CONCLUSIONES: existen objetos de poder que podemos adquirir para obtener pleno poder.

Mientras más poseemos, mientras más tenemos, mientras más controlamos, tanto más poderosos somos, y tanto más vida poseemos. Esto es, básicamente, lo que Satanás está diciendo en estos versículos.

Sin embargo, al leer las Escrituras, vemos que la Biblia dice algo muy, muy distinto a lo que Lucifer, o Satanás, propone en estos versículos. Vayamos a Salmo 36:8-9 y veamos lo que dice:

“Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, y tú los abreviarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz.” (Salmo 36:8-9)

¡Qué importante que es este texto! Dice, “serán completamente saciados de la grosura de tu casa”. Es Dios quien nos alimenta día a día, momento a momento. “Y los abreviaras del torrente de tus delicias” – este es el río de la vida, que proviene del trono de Dios. “Porque contigo está el manantial de la vida”; fluye de Dios, quien se sienta en el trono; él es la fuente, el manantial, de donde fluye la vida. La vida no proviene de ninguna otra fuente. Esto es lo que nos dice la Biblia: de Dios, y únicamente de Dios, surge la vida. La Biblia nos está diciendo esto. Y “en tu luz veremos la luz”. Este es un texto muy, muy importante.

Quisiera que veamos un par de textos más:

Apocalipsis 22:1(Juan está viendo esto en una visión): “Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del cordero.”

Entonces, este río sale, y de este río recibimos la vida.

Ezequiel 47:7, 9 (Sería muy interesante leer el capítulo completo, pero no tenemos tiempo ahora, así que veamos estos dos versículos. Están refiriéndose al templo que Ezequiel vio en visión, del cual fluía un río. Veamos lo que dice): “Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. (9) Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá.”

Por donde corre el río, hay vida, ¿no es cierto? Es muy, muy interesante cuando vemos estas cosas. Leamos ahora Hechos 17: 24-25,28 “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, (25) ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” Cada bocanada de aire que tomas proviene de Dios. Y cuando dice “todas las cosas”, ¿qué incluye eso? Incluye todo: todo lo que poseemos, todo lo que tenemos, proviene de Dios. Y el versículo 28: “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos.”

¿Cómo comprendemos eso de que “en él vivimos”? ¿Hay otra manera de comprenderlo que el creer que vivimos en el río? Todos estamos nadando en el río de la vida, ¿no es así? Y como dijo el Pastor Des anoche, Dios está en medio de ese río. Y nosotros estamos en ese río (veremos esto más adelante). A través de Cristo, estamos en este río, y dice, “Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos.” La vida proviene del Padre, a través del Hijo, y este río fluye, y nadamos en él. Cuando respiras, eso es la vida de Dios que nos es dada, y que fluye del Padre hacia nosotros, a través del Hijo.

Esto es lo que nos dice la verdad de la Palabra de Dios, ¿no es así? ¿Está claro esto? Hay una vida, que fluye del Padre, a través de su Hijo, y fluye a nosotros, y tenemos vida mediante el Hijo. Esto es lo que nos está enseñando la Biblia.

Pero cuando Satanás dijo, “No moriréis”, estaba diciendo, “No estoy de acuerdo con esto; la vida no proviene de una fuente, sino que proviene de mí. La vida proviene de ti. La vida está en todos lados; es una fuerza de la cual todos participamos. No necesitamos estar en ninguna relación en particular con nadie para tener vida, sino que simplemente la poseemos.” Eso es lo que Satanás intenta decirnos, y esta es la filosofía que domina al mundo hoy en día – la creencia de que hay vida en cada uno de nosotros, sin necesidad de depender de Dios.

Quisiera que pensáramos por un momento cuando dice, “él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.” ¿Tuvieron algunos buenos pensamientos esta mañana? Escuché un “Amén”. ¿Pensaron en cuán hermoso era despertarse? ¿Oyeron los pájaros cantando esta mañana, y se sintieron inspirados? ¿Tuvieron pensamientos de alabanza a Dios? ¿Sí? Entonces, ¿de dónde surgió eso – de aquí dentro nuestro, o de Dios? Proviene de Dios, ¿no es así? Todas las cosas, todo, cada pensamiento bueno, proviene de Dios; está en el río, aquel río que fluye a nosotros. Dentro del río hay buenos pensamientos. Y al abrir nuestros corazones a Dios, estos buenos pensamientos entran a nuestras vidas y se vuelven una parte de nosotros. ¿Tiene sentido esto? Cada vez que tienes buenos pensamientos, provienen de Dios. Él los ofrece, diciendo, “Hijo mío, quiero darte bendiciones, quiero bendecirte con pensamientos de paz, gozo y felicidad.” Y cada vez que tienes esos pensamientos, Dios está cerca de ti. ¿Pueden ver esto? Cada vez que sentimos amor por nuestro cónyuge, es Dios quien nos ha dado ese pensamiento. Cada vez que sentimos amor por nuestros hijos, ese pensamiento ha venido de Dios.

Ahora consideremos esto un momento: desde la perspectiva del mundo, ¿cuál es el amor más grande del cual se habla, en términos humanos? ¿Hombre y mujer? En realidad, según mis observaciones, el amor más grande es el de una madre por sus hijos. Eso es lo que se muestra en la mayoría de los círculos que veo. El amor de una madre por sus hijos se percibe como la forma de amor más grande y más protector que existe.

Sin embargo, ¿sabían que, según las Escrituras, no existe tal cosa como el amor de una madre? No veo que estén reaccionando – ¡nadie esta reaccionando! Gracias, Deborah, ¡esa es la reacción que queríamos! No existe tal cosa como el amor de madre. Cuando hablamos del amor de una madre en términos mundanos, estamos hablando de algo que se origina en el corazón humano. Pero, ¿qué es lo que se origina en el corazón humano? ¿Qué dice la Biblia acerca del corazón humano? ¡El corazón humano es desesperadamente malvado! ¡No hay nada de bueno en él! El amor de madre no puede originarse dentro del corazón de una madre, sino sólo del corazón del Padre. Y la madre puede recibir eso. Dios le ha dado a la mujer dones especiales para poder recibir aquel amor en cierta manera, y expresarlo de tal forma que lo vemos como el amor de madre, pero ese amor no se originó en el corazón de la mujer. Lo mismo sucede con el amor de un padre; no tiene origen en el corazón de un hombre, porque el hombre es egoísta, corruptible, y sólo desea cosas para sí mismo. Por lo tanto, donde veamos que se manifiesta el amor, sabemos que el Espíritu de Dios está presente. ¡Amén! Donde vemos manifestado el amor, sabemos que es el Espíritu de Dios, y que ha venido del trono de Dios, y está fluyendo del trono a través del río, y alguien ha respondido a eso.

Ahora, ¿vemos que el amor se manifiesta en personas que no creen en Dios? Sí. Pero, ¿quién es el que les está dando aquel amor? ¡Ni siquiera saben que es él! ¡Qué tragedia el ser tocado con los sentimientos y pensamientos de Dios, cada día ser sostenido en sus brazos, recibir buenos pensamientos y sentimientos, y no saber que es Dios que los está otorgando! ¿Qué dice más adelante en Hechos? Dice: “si en alguna manera, palpando, puedan hallarle”. O en Romanos: “muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón”. Está cerca de nosotros. No necesitamos enviar nada allí arriba, no necesitamos bajar allí abajo, sino que está aquí con nosotros!

Pero el problema es que, debido a la mentira de Satanás de que “no moriréis”, cuando alguien es bueno, cuando hace algo bueno, ¿de dónde cree la mayoría de la gente que proviene eso? ¡De sí mismos! Cuando alguien dice, “No soy una mala persona”, ¿qué están diciendo? Están diciendo, “soy una buena persona”, y están diciendo que eso proviene de sí mismos. “Soy una buena persona, yo jamás haría eso!”

Pero, ¿y qué de los que profesamos creer en Dios, y vemos a alguien hacer cosas malvadas? ¿Será que estamos tentados a decir, “Oh, ¡yo jamás haría algo así!”? ¿Estamos en peligro? ¿Qué estamos diciendo? ¿Estamos diciendo que somos mejores que ellos? ¿Estamos diciendo que somos justos, y que ellos son impíos? Cuando decimos esas cosas, debemos tener cuidado. ¿Será que estamos diciendo que nuestra justicia proviene de nosotros? Estamos familiarizados con un dicho que dice, “si no fuera por la gracias de Dios, ¿qué sería de mí?” ¿Hemos escuchado que se diga eso acerca del marginado en la alcantarilla? Sin embargo, ¿realmente creemos esto?

No existe diferencia entre ninguno de nosotros. Todos los de la familia humana estamos en la misma situación; todos hemos sido estampado con la misma mentira, y todos estamos motivados por los mismos principios en este mundo. Solamente es Dios y su Espíritu lo que hace la diferencia entre que alguien haga algo bueno, o que alguien haga algo malo. Y mientras más reconozcamos este factor – como dijimos, y como Deborah leyó esta mañana (incluso Mahatma Ghandi comprendió esto): la oración es el reconocimiento de la debilidad del hombre. Incluso él (Ghandi) comprendió aquel principio, aunque estaba confundido por otros principios, pero él lo reconoció. Cuando oramos, debería ser un reconocimiento de nuestra debilidad. Les pregunto si esta mañana oramos lo siguiente: “Señor, por favor no permitas que le diga a nadie algo insensato hoy. Por favor, no permitas que me sienta ofendido por “la estupidez” de otros. Por favor no me permitas perder la paciencia porque otros no parezcan comprender que hoy tengo una agenda que cumplir; tengo cosas que necesito hacer hoy, y si ellos me estorban, por favor ayúdame a no enojarme.” Es algo en lo que podemos pensar, ¿no? Quisiera que realmente piensen en esto.

¿No les parece hermoso? Saben, la gente dice, “¿dónde está Dios?” Bueno, cada vez que tenemos un buen pensamiento, Dios esta allí, mediante su Espíritu. Nos envía su Espíritu, y está allí. Muchos cristianos me dicen, “Sabes, siento que Dios está lejos. Me siento vacío, como que Dios está lejos de mí.” ¿Sabían que ese mismo pensamiento es evidencia de que Dios está allí mismo? ¿No les parece? Si nos sentimos lejos de Dios, y con deseos de estar cerca de él, ¿proviene ese pensamiento del corazón humano? No; ese pensamiento proviene del trono de Dios, y aquel pensamiento indica que Dios está tratando de llegar a nosotros. Si nos sentimos lejos de Dios, y con deseos de volver a él, ¡deberíamos regocijarnos y estar felices! Significa que Dios nos está llamando. La única razón por la cual diríamos, “Oh, me siento lejos de Dios”, sería porque sentimos que no nos estamos desempeñando correctamente, y que necesitamos hacer cierto esfuerzo para volver a Dios. Y es necesario que haya esfuerzo, pero necesitamos comprender dónde está aquel esfuerzo. El esfuerzo que necesitamos hacer es el de creer en la Palabra de Dios – ¡eso es todo! Y el de permitirle – Romanos 2:4 dice, “su benignidad [la de Dios] te guía al arrepentimiento”; no la maldad del hombre, sino la benignidad de Dios. Ahora, podríamos pasar todo el tiempo hablando de la maldad del hombre y cuán malo es, pero eso no nos llevaría al arrepentimiento. Romanos 1 da una lista completa de los pecados de la humanidad, pero dice que eso no nos lleva al arrepentimiento. El hecho de mostrar a otros sus falencias, de mostrarles que son pecaminosos, no los lleva a arrepentirse. El Espíritu puede hacerlo en cierta manera para llevarnos al arrepentimiento, pero es la benignidad de Dios lo que nos guía al arrepentimiento; el ver la benignidad que proviene de él nos lleva a arrepentirnos.

Ahora, lo hermoso es que esta comprensión (y pasaremos bastante tiempo en las siguientes presentaciones viendo esto), la comprensión de que la vida fluye de parte de Dios, y que recibimos la vida de él, es un tema hermosísimo, porque aquella vida no es sólo la vida física. Cuando pensamos en la vida, típicamente pensamos en la vida física, ¿no es así? Pensamos en el corazón que late, la mirada inteligente en los ojos, el hecho de respirar y comer – el estar vivos. Pero hay mucho más cuando hablamos de vida. ¿Qué acerca de la vida espiritual, y la vida emocional?

Quisiera que miráramos un par más de versículos que hablan de la vida. Pensemos nuevamente en por qué la gente se suicida. ¿Qué es lo que la gente a menudo dice antes de terminar con su vida? “No vale la pena”, o “No valgo nada, soy sólo basura.” He escuchado a jóvenes decir esto: “Sólo soy basura, no valgo nada, a nadie le importa. No le importo a nadie. Nadie sabe por lo que estoy pasando.” ¿Alguno de ustedes se ha sentido así alguna vez? Sí, yo sí. “No le importo a nadie, nadie comprende lo que me está pasando, no valgo nada.” Entonces algunos comienzan a pensar, “Bueno, en realidad, si terminara con mi vida, igual nadie se daría cuenta. A nadie le importaría.” Pero el hecho es que ese pensamiento no es verdad para nada, de acuerdo con lo que dijimos anteriormente.

Veamos este versículo donde Jesús está explicándonos el principio del reino de su Padre. Es un versículo hermoso, y quisiera que se quedara con ustedes. Dice:

“¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.” (Lucas 12:6)

¿Es verdad esto? ¿Cuántos pajarillos [gorriones] hay en el mundo? ¡Por lo menos cientos! ¡Millones! ¿Billones? Y Dios recuerda a cada pajarillo. ¿Por qué? Porque están dentro del río de la vida, ¿no es así? Cuando un gorrión cae al suelo, ¿cómo no puede saber nuestro Padre que ha caído? Porque su Espíritu es lo que le ha dado la vida. Cuando un gorrión cae al suelo, él lo sabe. Él recuerda al gorrión, y los pajarillos están constantemente en sus pensamientos. Pero veamos lo siguiente: ahora Jesús inserta la palabra “con todo”, o “pero”, y está haciendo un contraste con los pajarillos:

“Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” (Lucas 12:6-7)

Ahora, todos tenemos distinta cantidad de pelo. En el caso de mi hermano Mark, ¡eso sería un gran cero! Pero Dios igual lo sabe. Perdón Mark, no es un cero, porque tienes algunos en la cara. Yo no sé cuántos cabellos tengo en mi cabeza. ¿Ustedes lo saben? Les pregunto, ¿es verdad esto de que Dios sabe la cantidad de cabellos que tenemos, o es una figura del lenguaje? ¿Realmente sabe Dios el número de cabellos que tenemos en nuestras cabezas? Sí, lo sabe. ¿Lo creemos? ¿Estamos seguros? ¿No les parece éste un detalle íntimo? ¿Qué es lo que Dios está diciendo aquí? ¡Que nos conoce íntimamente! ¿Significa eso que Dios piensa en cada uno de nosotros? Entonces, cuando alguien dice, “a nadie le importa”, ¿es eso verdad? ¡No puede serlo! ¡A Dios le importa! Dios conoce, Dios siente. Cada día nos envía pensamientos de amor, gozo y paz – todos los días. Una enorme ola de amor fluye desde el trono del cielo. ¿Y qué hacemos con ella, con aquella ola que busca envolvernos? ¿Será que permitimos que el temor, el orgullo, los celos, la alejen de nosotros?

¿Sabían que las Escrituras hablan de crucificar de nuevo para sí mismos a Cristo? (Hebreos 6:6). ¿Crucificarlo de nuevo todos los días? Cuando nos vienen pensamientos de amor y nos alejamos de ellos, y en su lugar escogemos pensamientos de ira, ¿acaso no estamos crucificando nuevamente a Cristo? A eso se refiere este texto. Cuando escogemos al pecado en lugar de a Cristo, lo estamos crucificando de nuevo, ¿no es así? Cuando nos vienen pensamientos de ser amantes, pacientes y bondadosos, pero en cambio permitimos que la ira nos envuelva y decimos, “no puedo evitarlo, estoy enojado”, estamos crucificando a Cristo. ¿Podemos ver esto? Me refiero a cuando sentimos ira sin una causa justa. La Biblia dice que hay razones para enojarse, y Jesús se enojó, ¿no es así? Pero él tenia una razón por la cual enojarse. Pensemos en esto: cuando permitimos que el temor nos domine, que la pasión nos controle, estamos crucificando de nuevo a Cristo. Y esto es porque estamos rechazando a su Espíritu, y permitiendo que el espíritu del Maligno nos controle. Esto es muy serio. Pensemos en esto.

Esto que hemos dicho describe cómo Dios piensa de nosotros ahora mismo. Si nos sentimos desanimados, recordemos que ahora mismo Dios está pensando en cada uno de nosotros. Está preparando un hogar para ti – específicamente para ti, de acuerdo con tus gustos y deseos, en una manera justa y santa. Dios tiene planes para ti: quiere que prosperes, que te vaya bien. Ahora, cuando oyes esta verdad, ¿te sientes bien? Aquel que creó los cielos y la tierra está pensando en ti en este momento. Tiene planes para ti, y piensa en ti. ¿Cuánto piensa Dios en cada uno de nosotros? Veamos:

“Has aumentado, O Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados.” (Salmo 40:5).

Cuando hablamos de algo que no puede ser enumerado, decimos que es invalorable, que no tiene precio. Los pensamientos de Dios hacia ti es lo que determina tu valor como persona; tu valor no se determina por tu educación, nacionalidad, inteligencia, haberes ni apariencia, sino que los pensamientos de Dios son los que establecen tu valor. ¿Es verdad eso? Sin embargo es muy difícil de creerlo, debido a la mentira de Satanás de “no moriréis”, y cuánto nos afecta. Es sorprendente cuánto nos afecta aquella mentira.

La palabra de Dios dice que sus pensamientos para con nosotros no pueden ser enumerados. Él nunca deja de pensar en ti, siempre está pensando en ti. La prueba para nosotros está en creer esto, o no creerlo. Si Dios está pensando en nosotros todo el tiempo, y es la fuente de vida, entonces ¿tenemos razones para preocuparnos? Si es así, ¿por qué nos preocupamos? Jesús dice, “¿por qué se preocupan por lo que comerán o vestirán? ¿Por qué se preocupan por esto o aquello? Estas son cosas que buscan los gentiles, y que les preocupan.” Y la palabra “gentil” es una palabra más suave que se utiliza en la Biblia en lugar de la palabra “pagano”. Cuando nos preocupamos acerca de la vida, el alimento y la ropa, somos paganos. Oh, ¡nadie dice nada! Seguramente nadie aquí se preocupa por esas cosas – ¡que bueno! ¡Amen! Los paganos se preocupan por la comida, la ropa y el dinero. Pero el pueblo de Dios no se preocupa por esas cosas, porque sabe que su Padre celestial se las provee. Y si tienen necesidad y les falta algo, la Biblia dice, “si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). ¿Qué dice que hará si le pedimos? ¡Lo hará! ¿Lo creemos? No es difícil, ¿no? Si creemos, “al que cree, todo le es posible” (Marcos 9:23).

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Sigamos… [La congregación dice “aaaaahhhh al ver la foto]. Ah, ¿no es hermosa? Aquel fue un día muy, muy especial. Quisiera ilustrarles los pensamientos de Dios hacia nosotros. Esta foto, por supuesto, es de mi esposa, mi primogénito Michael, y yo. Fue un largo día – o una larga noche! Aquí estamos en el hospital adventista de Sídney. El trabajo de parto duró unas once horas – fue bastante largo. Y puedo asegurarles que cuando Michael nació, aprendí un nuevo nivel de respeto, más profundo, hacia las mujeres. Fue muy intensa la experiencia por la que pasó mi esposa para darme un hijo. Y su habilidad para lidiar con esa clase de dolor tiene que haber venido de Dios. ¿No es así? Porque puedo decirles que, desde mi punto de vista, los hombres tenemos en nuestra naturaleza el deseo de arreglar las cosas. Si hay algún problema, cuando una esposa viene a su esposo y le dice, “querido, tengo un problema con esto”, en lugar de abrazarla, el hombre le dice cómo arreglarlo. ¡Él no entiende! Hay que abrazarla primero, luego arreglar el problema. Pero no – nosotros sólo queremos arreglarlo. Y allí estaba mi esposa, pasando por tremendo dolor, y yo no podía arreglarlo. No podía hacer nada al respecto. Eso fue muy difícil – muy, muy difícil! Y recuerdo haberle orado a Dios, diciendo, “Señor, sé que hay una razón por la cual permites que mi esposa sufra de esta manera. Pero en este momento, no veo la razón, ¡y no lo comprendo!”

Y le digo esto a la gente, y algunos de ustedes que me han visto presentar antes recordarán esta historia: en la foto que está en la pantalla, estoy sonriendo, pero hay otra foto de cuando nació Michael, y Lorelle lo tiene en brazos, con una sonrisa radiante. Pero yo estoy sentado al lado de ella, y estoy con cara de fulminado, agotado. Y allí es cuando le digo a la gente, “Miren, necesitan comprender que fue muy difícil para mí”. Y todas las mujeres mueven la cabeza y dicen, “Pobrecito, este hombre no sabe vivir!” Pero quiero decirles algo: en el ámbito emocional, en el ámbito relacional, cuando ves a alguien a quien amas más que nadie en el mundo sufrir de esa manera, sientes dolor, sientes trauma. Te quita toda la energía. Les pregunto a los hombres, ¿no es así? ¡Si! Y no hay nada que podamos hacer. Y oramos, “Señor, ¡que termine! No soporto ver a mi esposa con tanto dolor.” Es interesante, ¿no es así? Yo estaba que no daba más, y ella estaba radiante. Me había dado un hijo. Es hermoso, ¿no?

Al sostener a mi hijo en brazos, hice una oración. Esta fue mi oración: “Señor, sé que mi hijo tiene impresa mi naturaleza.” ¡Oh, no! Tengo una naturaleza rebelde. No sé el caso de ustedes, pero mi naturaleza es rebelde. Cuando alguien me dice, “Adrián, tienes que hacer esto”, mi primera reacción es, “¿Y quién es usted para decirme lo que debo hacer? ¿Que quiere decir con ‘haz esto’? Quiero razones, explicaciones. ¡No me diga qué hacer!” Esto viene de mi buena herencia holandesa, y mi herencia celta del otro lado. Tengo una dosis doble de insubordinación.

Dije, “Señor, mi hijo tiene impresa mi naturaleza. Podría crecer y decidir no tener nada que ver conmigo, con mi Dios, mi fe, ni con la palabra de Dios. Señor, no quiero que esto suceda. Te pido, suceda lo que suceda, que nada se interponga entre mi hijo y yo. Simplemente quiero que me conozca, que me conozca a . Deseo que seamos amigos, que yo pueda ser tanto su padre como su amigo. No quiero sólo ser su padre, en un sentido mundano; quisiera ser su amigo.” Eso es lo que oré.

Cuatro años más tarde, estaba caminando y pensando en estas cosas, y estaba leyendo en la Biblia acerca de mi Padre en el cielo. Y estaba orando y pidiéndole al Señor sabiduría y entendimiento acerca de él. De repente, recordé el día en que nació Michael. Y me vino a la memoria la oración que hice aquel día; me regresó con vívidos detalles. Es como que sentí que el Señor me decía, “¿Recuerdas aquella oración que hiciste?” Le respondí, “Sí, lo recuerdo, muy claramente: ‘No quiero que nada se interponga entre mi hijo y yo, y simplemente quiero que me conozca’”. Y, al instante, mi Padre en el cielo me dijo, “Adrian” – lo oí en mi cabeza, oí el nombre – “Adrian, esa es la manera en que me siento acerca de ti.” ¡Wow! ¿Es verdad eso? Sí, es verdad, si creemos que cada buen pensamiento proviene del Padre, y que mi deseo de estar cerca de mi hijo, y de que él no se apartase de mí, no provino desde mi corazón, sino del corazón del Padre. ¿No es así? Por lo tanto, estos pensamientos y sentimientos venían de mi Padre celestial. Venían a través mío, y yo estaba expresando aquel deseo de no estar separado. Y Dios me dijo, “Adrian, esa es la manera en que me siento acerca de ti.”

Ahora, debo admitir que durante los siguientes diez minutos, comencé a luchar. Qué absurdo, ¿no? Dije, “Pero Señor, ¡yo soy malvado! Señor, ¡mira todas las cosas que he hecho!” Cuando Dios se me acercó, me abrazó y me dijo, “Adrian, no quiero que nada se interponga entre tú y yo, quiero que simplemente me conozcas”, ahí comencé a luchar. ¡Qué absurdo! ¿Por qué comencé a luchar? ¿Por qué comencé a decir, “Pero Señor, he hecho tantas cosas malas”? Hice lo de Pedro: caí a sus pies, me así de ellos, pero dije a su vez, “Señor, apártate de mí. No soy una buena persona. ¿Cómo puedes amarme?” Ven, incluso allí, en aquella situación, yo todavía estaba creyendo la mentira de Satanás. Todavía estaba siendo desafiante. Dios me decía que me amaba, pero yo decía, “No, ¿cómo puedes amarme?” Mi corazón egoísta incluso estaba negando a Dios y su amor por mí. ¿Pueden ver lo que estoy diciendo? “No, no puedes amarme, soy malo. He decidido que soy malo. He dictado mi sentencia, y soy malo. Y lo que estás diciendo, Señor, no tiene sentido, no es correcto.” Eso es lo que estaba diciendo, emocionalmente. No estaba utilizando palabras, pero lo estaba diciendo emocionalmente.

Luego de diez minutos, el Señor, de cierta manera, me tocó en el hombre y dijo, “¿Ya terminaste? ¿Confiarás en mi palabra, o tendrás tu propia opinión en cuanto a este tema, en cuanto a si te amo o no te amo? Confiarás en mí, o en ti mismo?” Respondí, “Señor, discúlpame”, y pedí perdón, “Decido confiar en tu palabra. Decido creer que me amas, que viviré contigo para siempre, y que nada se interpondrá entre tú y yo. Decido creerlo, no porque mis sentimientos me lo dicen, ni porque hubiese algo dentro mío que diga que lo merezco – nada en mi historial indica que lo merezco - pero decido creerlo simple y solamente porque tú lo dices.”

¿Por qué es tan difícil esto? ¿Porqué es tan difícil hacerlo? ¡No lo entiendo! Pero es difícil debido a la mentira de la serpiente; queremos confiar en nosotros mismos, formar nuestras propias opiniones y dictar nuestra propia sentencia. Pero gracias a Dios, acepté su palabra. Puedo decirles que desde aquel punto en adelante, mi experiencia con Dios (y estoy hablando como alguien que ya le estaba hablando a otros acerca de Dios, su amor y su verdad) y mi caminar con Dios se volvieron más profundos; mi gozo en el Señor se profundizó. Y se me ha vuelto más y más precioso. Me encanta salir a caminar – ahora vivimos justo al otro lado de Ballarat, donde hay muchas ovejas. Y salgo a caminar por los campos. Amo caminar por los campos y oír la brisa pasar por los arboles. Me encanta mirar hacia el horizonte y ver las colinas. Mientras camino, camino con mi Padre. Y él camina conmigo, como dice el himno, y habla conmigo, y me dice que le pertenezco. Y el gozo que compartimos al permanecer allí, puedo decirles, ningún otro lo ha conocido. Ese es el gozo que tengo al saber que Dios es mi Padre, y al confiar únicamente en lo que ha dicho, en lugar de confiar en lo que siento. Porque lo que siento a menudo es contrario a lo que dice la Biblia. Y he aprendido que el confiar en lo que dice este libro por encima de lo que dictan mis sentimientos, es el camino a la felicidad. El simplemente confiar en lo que dice mi Padre, el confiar en su palabra, sin decir, “pero, pero, pero – Señor! Pero, Señor!” Esto es un gozo, un gozo que todos nosotros podemos tener.

Debo seguir con el tema. Satanás dijo (este es el problema con Satanás) en Isaías 14:13:

“Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte.”

Notemos cómo dice: “Junto a las estrellas de Dios levantaré mi trono.” Y dice, “Seré semejante al Altísimo” (versículo 14). Él quería ser como el Padre, la fuente de vida. Quería ser como él, y poseer su propia fuente de vida independiente, y no depender de nadie. Y en esencia, al hacer esto, renunció al gozo de ser un hijo de Dios. Porque si uno es independiente y posee su propia fuente de vida, entonces no hay necesidad ni valor en ser un hijo; el valor solo está en uno mismo, en lo que uno puede hacer y producir. Por lo tanto, al rechazar a Dios como su Padre, Lucifer rechazó el gozo de ser un hijo de Dios, y abrió una corriente de sentimientos que jamás imaginó que vendrían. Se vio forzado a enfrentar una situación en la cual, cada vez que hacía algo – y pensemos en esto: todavía me sucede: cuando hago algo de lo cual me siento muy bien, a menudo llamo por teléfono a mi padre. ¿Ustedes hacen eso? Quiero ver lo que dirá mi padre, por eso lo llamo; estoy a la espera de sus palabras. ¿Que dirá? A veces dirá, “Qué bueno, hijo”, y me siento muy bien.

¿De qué sirve lograr y hacer grandes cosas, si no hay nadie a quien admiramos y respetamos que nos ponga la mano en el hombre y nos diga, “Hijo, hija, estoy muy orgulloso de ti”? ¡Esa es la principal razón por la cual haríamos algo! Y eso es porque ese es el único lugar de donde viene la felicidad: cuando nuestro Padre en el cielo coloca su mano sobre nuestro hombro y nos dice, “Esto es bueno”. De allí proviene el gozo. Por otro lado, cuando hacemos las cosas para nuestro propio logro, nuestra propia bendición, y no hay nadie que coloque su mano sobre nuestro hombro para decirnos que es bueno – ¿de qué nos sirve? Uno puede decir, “Bueno, he hecho un buen trabajo”. Pero, ¿no les parece que eso nos deja con un sentimiento vacío? A mí me pasa. ¿Por cuánto tiempo podemos estar allí sentados y convencernos de que “he hecho un buen trabajo, he hecho un muy buen trabajo”? No hay satisfacción en los logros al menos que haya alguien para decirnos que son buenos.

Y notemos que cuando leemos de la creación en la Biblia, ¿quién específicamente fue el que creó los cielos y la tierra? ¿Fue el Hijo? Sí, el Hijo creó los cielos y la tierra. El Padre le dio al Hijo [potestad] para crearlos. Y dice en Génesis 1 que Dios miró y vio que era bueno. ¿No les parece que aquí el Padre está poniendo su sello de aprobación sobre lo que hizo el Hijo? “Hijo, esto es bueno. Esto es muy bueno”. Entonces, ¿no es esto causa de gozo para el Padre y el Hijo? ¡Sí! Eso es lo que está sucediendo allí – gozo.

Pero Satanás ya no tenía esto. No tenia a nadie que colocara su mano sobre él. Entonces entró dentro del ciclo de valor – lo que yo llamo el ciclo del poder propio:

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Este ciclo es la mentira de que poseemos valor en nosotros mismos. El problema es que, cuando estamos motivados por el yo, entonces cuando nos va bien, estamos orgullosos de nuestros logros, “Me ha ido bien”. ¿Pero qué sucede cuando fracasamos? Cuando te equivocas, y haces algo mal, ¿te sientes bien? No, ¡te sientes deprimido! “Oh, me equivoqué, y todos se dieron cuenta. Todos me vieron meter la pata. No sirvo para nada.” Y la verdad es que, en la mayoría de los casos, la vida es un ciclo que oscila entre el orgullo y la depresión. El orgullo es como montañas, las montañas del orgullo. Estamos sobre la montaña. Y están los valles de depresión, cuando nos sentimos desanimados. Intentamos continuamente agradar a la gente. Este es el ciclo que experimentan casi todos.

Cuando nos va bien, sentimos cierta satisfacción en lo que hacemos, pero cuando nos equivocamos, solemos deprimirnos. Damos vueltas en un ciclo, una y otra vez. Creo que si la mayoría de nosotros nos analizamos detenidamente, veremos que hemos sido afectados por este principio; la mayoría de nosotros nos encontramos en esta situación, incluso los que somos cristianos. Tal vez trabajamos muy arduamente. Cuando traemos a personas a Cristo, existe el peligro del orgullo. Y cuando no nos va bien – cuando cantamos al frente y desafinamos, oh… ¿Alguna vez han visto que cuando alguien canta y le dicen, “qué hermoso, que bien que lo has hecho”, esa persona empieza a decir, “oh, se me escapó una nota, e hice esto, y el piano se equivocó…”? ¿Alguna vez oyeron a la gente hablar así? ¿En qué se enfocan? En todo lo que hicieron mal – esto salió mal, y aquello también, y aquella persona tosió, y la otra estornudó, y me distrajeron y desafiné, y… ¡qué terrible! Este es el ciclo.

Este es el ciclo bajo el cual nos vemos esclavizados. Podemos hablar de esto: cuando tenemos una creencia latente de que poseemos vida en nosotros mismos, nos encontraremos atrapados en este ciclo, y oscilaremos entre el orgullo y la depresión. Esto es lo que sucederá.

Sigamos. Ahora haré una comparación: vamos a resumir brevemente, antes de terminar, los dos reinos. Está el reino de Satanás, su filosofía de vida, y el reino de Dios con la verdad acerca de la vida – porque esto no es una filosofía, sino que es la verdad, según nos ensena la Biblia.

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El gobierno de Dios es un reino que se basa en la familia. Su gobierno es un reino familiar: un Padre y un Hijo. Quiero decir – es muy obvio, ¿no es así? Es un reino basado en la familia.

El reino de Satanás se basa en territorio: si usted vive en este área, en mi área, usted me pertenece, y hará lo que le digo que haga. Satanás no puede declarar que tiene un reino familiar, porque no tiene derecho a ser un padre; no nos hizo, no nos creó. Entonces la única manera de hacer que le sigamos es trazando un círculo, así, y lo ha puesto alrededor del universo, y dice, “Tú estás en mi universo, y me seguirás. Y si no me sigues, tengo un ejército, y te obligaré a seguirme.” El usar la fuerza es lo único que puede hacer. El reino de Satanás debe usar la fuerza, porque él no tiene derecho de gobernar a nadie. Entonces tiene que usar la fuerza, y por eso tenemos ejércitos y reinos – para obligar a la gente a hacer esto, a pagar impuestos, para alimentar al ejército, para mantener a todos bajo control. Necesita ser de esa manera en el reino de Satanás.

La moneda del cielo es el carácter. ¿Comerciamos ampliamente con aquella moneda, compartiendo el amor, gozo y paz, aquel flujo del río? ¿Es aquella la moneda en la que comerciamos, compartiendo el amor los unos con los otros y enriqueciéndonos, embelleciéndonos unos a otros con la moneda del cielo, la cual es el amor, el gozo, la paz, la paciencia y la benignidad?

Por otro lado [en el reino de Satanás] está la moneda de los haberes, ya sean intelectuales o físicos: casas, terrenos, estatus – esta es la moneda de este mundo, ¿no es así? Si posees cosas, eres importante; esa es la moneda. Todo se hace con dinero. Sabemos que la Biblia dice que la raíz de todos los males es el amor al dinero. ¿Alguna vez han estado en una situación donde querían hacer algo por el Señor, pero dijeron, “no tengo suficiente dinero”? Entonces, ¿qué estamos diciendo? Decimos, “Padre, quiero servirte, ¿dónde quieres que vaya”? ¿O decimos, “O santa cuenta bancaria, dime si puedo servir al Señor”? ¿A quién le oramos – a Dios o a Mamón? ¿Quién decide dónde servimos al Señor – Dios o el dinero? “Oh, no puedo ir, no tengo suficiente dinero. El dinero me ha impedido servir a Dios.” ¿En serio? O santa cuenta bancaria – ¡no sabía que era tan importante! Nuestras cuentas bancarias pronto desaparecerán, ¿no es así? ¡Muy pronto! Algunos ya han perdido grandes cantidades de dinero. Los fondos de jubilación están desapareciendo, están siendo desviados hacia los bolsillos de los grandes banqueros. Siempre iba a ser así, ¿no?

La ciudadanía: ¿qué es lo que nos permite ser ciudadanos del cielo? ¡El ser hijos e hijas! El hecho de creer, de aceptar, que somos hijos e hijas de Dios. Dice, “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Así es como uno se vuelve ciudadano del reino de Dios.

En el reino de Satanás, se trata de tu desempeño y tus logros; las cosas que haces y lo que logras. Las personas que gobiernan este mundo son aquellas que tienen estatus, dinero, auto-importancia, y han obtenido el éxito de alguna manera. Ellos son los que ganan el reconocimiento de la gente, los que aparecen en el noticiero. También existen los logros en términos de matar, destruir y mutilar – eso también hace que estén en las noticias, ¿no es así? Se hace notar. Uno puede ser famoso por razones buenas o por razones malas. De ambas formas, uno termina en las noticias. Así es como funciona el mundo.

Nuestro valor dentro del reino de Dios se basa en nuestra relación con Dios – eso es lo que nos hace valiosos. En el reino de Satanás, se trata de nuestros logros personales - ¿qué he logrado? Pensemos en esto por un momento. Cuando uno tiene que reflexionar sobre su vida porque siente que la está por perder, ¿qué es lo que se pregunta? ¿Nos preguntamos si hemos caminado con Dios? ¿O nos preguntamos si hemos hecho o logrado algo? ¿Cuál de las preguntas nos hacemos? ¿Qué he logrado en la vida, qué he hecho? Si esa es la pregunta que nos hacemos, entonces, ¿qué está sucediendo? ¿Les parece que esa es la pregunta que deberíamos hacernos – “¿qué he hecho?”

Hay un espacio, por supuesto, donde esa pregunta es válida, pero si nos sentimos como que, “bueno, no he logrado nada en la vida, entonces, no sirvo para nada”, entonces hay un problema serio: tal vez estamos en el reino equivocado. Sin embargo, la pregunta, “¿He caminado con Dios? ¿He conocido a Dios? ¿He sentido el gozo de su presencia?” – ¿no es eso suficiente para nosotros? ¿Puede haber algo que sea mejor que conocer a Dios y estar en comunión con él, de recibir su amor y gozo? ¿Qué otra cosa mejor puede haber? El hecho de que nos rodee con sus brazos y nos diga, “Te amo, eres mi hijo” – ¿puede haber algo mejor que eso? Nadie dice nada – para mí, no puede haber nada mejor. Eso es todo lo que necesito; no necesito más que eso.

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Bueno, debemos ir concluyendo. Entonces, vemos que en el reino de Dios, Dios es la fuente de vida (Apocalipsis 22:1), y que del trono de Dios fluyen la vida, la relación o bendición, hacia la voluntad. La voluntad entonces decide si aquella bendición entra a nosotros y nos llena, o si la rechazamos. El poder de la voluntad es lo que decide si recibimos o no. Y al recibir aquella vida, recibimos valor, seguridad, y poseemos una identidad basada en la relación – se nos conoce como hijos o hijas de Dios.

Vemos que a menudo cuando la gente se presenta, dicen, “Este es el Dr. Fulano, tiene un doctorado en esto, ha hecho lo otro, ha viajado a tal lugar y ha dado conferencias allí, y ha hecho esto y aquello.” La gente suele hacerse conocer por lo que hace. Sin embargo, hoy puedo decirles, al presentarme, que mi nombre es Adrian Ebens, soy el hijo de Abel Ebens. Ese es quien soy. Todas las cosas que hago son irrelevantes comparadas con quien soy. Soy un hijo del Padre del cielo – eso es quien soy. Y nadie aquí puede quitarme eso, lo cual es maravilloso. Y soy dependiente basado en mi relación. Y según Gálatas 5:23, el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, benignidad, todas estas cosas. Todo esto fluye a la vida [dependiente].

Sin embargo, con la mentira de Satanás de “no moriréis”, en lugar de mirar hacia Dios para recibir bendiciones, miramos dentro de nosotros mismos. Uno ya no mira hacia Dios, porque la voluntad ha sido afectada por la mentira de “no moriréis”, y las bendiciones se ven bloqueadas. Aquí es donde Cristo es crucificado en la voluntad – y es crucificado. Esto es el rechazo de la vida de Dios a través de su Espíritu que fluye en nosotros.

Y este es otro tema, pero lo trataré brevemente: cuando nuestra vida esta segura aquí (dentro nuestro), ¿es necesario que temamos por ella? Si tu vida está segura aquí, ¿necesitas temer por ella? ¡Sí! Porque ahora necesitamos protegerla. Necesitamos defendernos y cuidarnos. Pero en el reino de Dios, vemos que Jesús pudo dormir en un barco en el medio de la tormenta. ¿Por qué? Su vida fluía del Padre, le fue dada. Él confiaba en que el Dios del cielo la proveería. Sin embargo, en el reino de Satanás, no es así: te