EL REGRESO DE ELÍAS – Capítulo 6 - ¿Cómo lees?

Publicado May 11, 2012 por Adrian Ebens En El regreso de Elías

Capitulo 6 – Cómo lees

 

A. El contexto lo es todo

 

Hoy va a ser un día especial. Usted está lleno de expectación y emoción por las perspectivas potenciales que se presentan. El presidente de una gran compañía manufacturera está interesado en un diseño especial en el cual usted ha trabajado, y está considerando seriamente fabricarlo y exportarlo alrededor del mundo. Ambos deciden reunirse para almorzar juntos en un excelente restaurante local. No habiéndose conocido antes, usted mira nerviosamente alrededor suyo tratando de identificar a esta persona que va a transformar su sueño en realidad. Por fin él llega y usted le estrecha la mano vigorosamente y ambos entran al restaurante y hallan su lugar. Para conocerse, su compañero de almuerzo le pregunta un poco acerca de su familia, dónde vive usted, y cómo les va a sus hijos en la escuela.

Todo va saliendo bien, excepto por el hecho de que, justo detrás de usted, hay un individuo que ha convertido en un verdadero arte el sorber la sopa. Al principio, usted no le hace caso, pero después de un rato, se vuelve un poco molesto. “Algunas personas necesitan aprender algunos modales”, piensa usted para sí mismo, pero lo hace a un lado para no distraerse.

La conversación con su socio de negocios potencial va bien y ustedes están en la mitad de discutir algunos beneficios extras de su diseño cuando, de repente, el individuo detrás de usted suelta un horrendo eructo que casi hace estremecer los cubiertos en la mesa de ustedes. De repente, todos los ojos se fijan en este raro individuo que no parece tener ningunos modales en absoluto. El lugar se llena de sonidos de risitas disimuladas y risas apagadas, combinadas con el horror y la repugnancia. Finalmente, viene el propietario del restaurante y le pide al hombre que se vaya, diciéndole que las personas de su tipo no son bienvenidas en su restaurante.

Lo que es realmente asombroso es que, si este mismo individuo hubiera estado sentado en un restaurante que reflejara la cultura china, nadie habría parpadeado. De hecho, el huésped y la huéspeda podrían haberse sentido chasqueados si usted no hubiese hecho esos gestos. También, en la cultura china, si usted tratará de estrechar la mano de alguien que no había conocido antes, o hablara de problemas familiares durante la comida, usted habría sido considerado bastante maleducado.

Es asombroso cómo las mismas acciones pueden interpretarse de manera completamente diferentes, dependiendo de que cultura o punto de vista mundial viene usted. Este hecho no es para nada diferente cuando miramos las dos diferentes culturas, la del reino de Dios versus el reino de Satanás.

La fe cristiana tiene un fundamento, Jesucristo, y sin embargo, cuando examinamos la plétora de grupos que toman sobre sí el nombre de Jesús, nos sentimos perplejos al hallar que existen tantas contradicciones sobre un solo fundamento. El viaje al reino de Dios involucra una transferencia de cultura y una transferencia de punto de vista mundial. En nuestro capítulo anterior, describimos la dificultad con que a menudo nos encontramos cuando aprendemos a pensar a la manera del cielo.

Las mayores dificultades del andar cristiano giran sobre cómo nos acercamos a la palabra de Dios, la Biblia. Hemos salido del mundo donde hemos sido enseñados en los logros y las posiciones, pero, al entrar al reino de Dios, es absolutamente vital que rindamos nuestras posiciones y permitamos que el Espíritu de Dios nos enseñe cómo leer la palabra de Dios. Tristemente, esto no es lo que ha sucedido, y las muchas contradicciones, herejías y contiendas que se hallan en la fe cristiana y la historia proceden directamente de leer la Biblia con un contexto basado en el rendimiento, en vez de uno basada en la relación.

Jesús subraya este punto en su discusión con un abogado en Lucas capítulo 10. El abogado le pregunta a Jesús: “¿Qué está escrito en la ley?”, y para ir al fondo del asunto le pregunta, “Como lees?” (Versículo 25 y 26, Reina-Valera 1909). Jesús no pregunta: “¿Qué has leído?”, sino cómo lees?” o como interpretas lo que lees. Esta es la pregunta clave para cualquiera que desee iniciar el viaje desde lo basado en el rendimiento al pensamiento basado en lo relacional—¿Cómo lees?

B. Creencias basadas en varios estratos de pensamiento

 

Cuando una persona hace una declaración de fe, por lo general se basa en varios estratos de  pensamiento. Cómo un ejemplo, echemos un vistazo a una declaración relacionada con el tema de la ley de Dios:

“Tratar de guardar la ley es legalismo”

Veamos esto desde un contexto típico. Esta declaración la llamamos una premisa. Pero esta premisa se basa en una suposición. Esa suposición es “todo esfuerzo humano es legalismo”, la cual se basa en una enseñanza bíblica llamada “la justificación por la fe”. Poniéndolo todo junto vemos:

Premisa: “Tratar de guardar la ley es legalismo”.

Suposición subyacente: “Todo esfuerzo humano es legalism”.

Enseñanza bíblica: “Justificación por la fe”.

Siguiendo esta secuencia de la lógica tiene completo sentido, pero hay algunas declaraciones en la Biblia que parecen estar en desacuerdo con esta premisa. En la sección 4 voy a hacer un ejercicio completo de seguir a una premisa en lo que se refiere al sábado, pero primero veamos la que tenemos aquí. Los tres estratos descritos son la parte visible de nuestro “árbol de creencias”. A partir de este punto, parece bastante impecable porque la Biblia dice que no somos justos por nuestras obras y que la salvación no es por obras, pero también dice “si me amas, guarda mis mandamiento, y el que dice que ama a Dios y no guarda sus mandamientos es un mentiroso”. Así que parece que hay una aparente contradicción. Esta contradicción está relacionada con los estratos de pensamientos ocultos que están por debajo del nivel de visibilidad. Son estratos  incrustados en nuestra naturaleza basada en el rendimiento. Cuando añadimos estos estratos  ocultos parecen ser muy interesantes:

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Las capas invisibles afectan nuestro pensamiento sobre la justificación por la fe. Nuestro pensamiento basado en el rendimiento tuerce las declaraciones de las Escrituras en una mentira. Observe el siguiente versículo bíblico:

Efe 2:8, 9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

 

Dado que las capas invisibles o subconsciente informan a nuestra forma de pensar que poseemos una fuente de vida o de poder inherente, todo el poder que se demuestra en nuestras vidas (incluso el poder de Dios), será visto como esfuerzo humano y por ende rechazado como legalismo. La raíz del árbol alimenta las ramas de nuestro sistema de creencias y torcemos las Escrituras para nuestra destrucción.

Este es el poder de Babilonia en la iglesia. Combina la verdad de la justificación por la fe con la mentira de un sistema de valores basado en el rendimiento y produce un rechazo de la misma ley que es nuestra única esperanza de la vida y el valor como ya vimos en el capítulo 3.

C. Un ejemplo de estrato de pensamiento

Vamos a ilustrar estos cinco niveles[1] en diferentes contextos y ver si podemos tener una idea más estricta sobre estos estratos de pensamiento. En los siguientes diagramas, púrpura representa el pensamiento que no ha sido penetrado por la Escritura. Azul representa el pensamiento que ha sido penetrado. Observe la línea negra de la penetración de la Escritura moverse hacia el fondo a medida que progresamos a través de los diagramas.

Vamos a tomar una visión católica de la ley y a documentar los cinco estratos y ver que cantidad de penetración de las Escrituras podemos poner en los cinco estratos.

Lo anterior basado en el modelo católico está de acuerdo en que la ley de Dios debe ser guardada y atribuye cualquier esfuerzo por el hombre para mantener los requerimientos de Dios como algo meritorio. Desde el punto de vista bíblico esto es legalismo directo y es sencillamente el hombre tratando de mantener la ley por sus propios esfuerzos. Los católicos dicen que la gracia cubre todo el proceso, pero puesto que ellos ven claramente a las obras como algo meritorio es plenamente erróneo.

Ahora vamos a echar un vistazo de nuevo al punto de vista protestante típico. Este sistema es un poco más complejo, ya que introduce más verdad que el ejemplo anterior. Cuanto más alto sea el nivel de la verdad junto con el error más difícil es detectar inconsistencias.

Como hemos comentado anteriormente, la iglesia protestante surgió de la verdad bíblica de que una persona es justificada a través de la fe y no por sus obras. Esta verdad está ahora inyectada en el anterior entendimiento católico de la fe cristiana, que no está de acuerdo a las Escrituras.  La inyección de la verdad al nivel de creencias hace que nuestra premisa sea parcialmente cierta, pero puesto que los estratos invisibles todavía siguen siendo basados en el desempeño, también hace a la premisa parcialmente falsa. El elemento falso de la premisa falsa hace que una persona rechaze el cumplimiento de la ley como parte del evangelio.

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La única manera de que los protestantes pueden continuar armonizando las declaraciones de la ley es cambiar lo que es la ley. La ley se convierte en el nuevo mandamiento de amarnos unos a otros, y así en lugar de alterar nuestro pensamiento basado en el rendimiento, cambiamos la ley para que se adapte a nuestra premisa y estratos de pensamientos.

Vamos a colocar un sistema de creencias Adventista del Séptimo Día sobre la ley en los estratos visibles, pero dejando los estratos invisibles basados en el rendimiento y veamos lo que pasa.

Nuestro nivel de penetración de la Escritura se está profundizando. Recuerde lo que hemos dicho antes: mientras mas profundizamos en la verdad, más difícil es detectar las inconsistencias.

La comprensión adventista de la ley se basa en las creencias de los pilares del sábado, la segundo venida, el santuario, y el estado de los muertos. Estas doctrinas se combinan con la doctrina de la justificación por la fe que incluye el cumplimiento de la ley como parte del  nuevo pacto. Las verdaderas enseñanzas corrigen la suposición subyacente, pero puesto que los estratos invisibles no han cambiado, nos confundimos bastante tocante al esfuerzo humano. Nuestra mente nos dice que es Cristo el que actúa en nosotros, pero nuestra  naturaleza se da el crédito cuando las obras se llevan a cabo. Creemos en la justificación por la fe, pero demostramos justificación por las obras. Es muy desagradable estar en esta situación. Muchos de nosotros hemos tratado de ser buenos adventistas del séptimo día y seguir las enseñanzas de la Biblia y el Espíritu de la Profecía, pero muchos de nosotros estamos vacíos porque el pensamiento basado en el rendimiento todavía nos controla. Continuamos siendo afectados por las montañas y los valles de orgullo y desesperación, y la presión se acumula hasta llegar al punto en que algo tiene que cambiar.

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Para hacer frente a estas presiones, algunos adventistas, individualmente o en grupos, dan mucho tiempo y atención a la exposición de los pecados de la iglesia, sin darse cuenta de que esto no es más que un sustituto para hacer frente a su propia culpa y con frecuencia, a su desesperación.

Por otro lado, he oído muchas historias de evangelistas que han predicado el amor de Jesús
en los programas de alcance, mientras que abusan verbalmente de sus trabajadores por no hacer las cosas correctamente y no mantenerse al día. Nuestros hermanos y hermanas protestantes pueden ver la mota en nuestros ojos sobre este asunto, pero muchos de nosotros no hemos encontrado la viga. Nuestra ceguera a verla es causada por los estratos ocultos del pensamiento basado en el rendimiento.

Cuando el pensamiento basado en el rendimiento sigue sin ser detectado, algo tiene que cambiar para aliviar la presión resultante de esta inconsistencia. Dado que los adventistas saben que la ley permanece para siempre, nunca cambiaríamos eso. Entonces, ¿qué ha cambiado? Algunos han tratado de cambiar la justificación por la fe y la doctrina del santuario. El pensamiento basado en el rendimiento sobre la ley ha exigido un cambio en nuestro punto de vista de como guardarla.   La introducción de la justificación forense en los años 70 y a principios de los 80
ayudó a aliviar la presión. Eliminó la carga de vencer el pecado. Podíamos estar cubiertos por un manto de gracia que eliminó la necesidad de la perfección cristiana.

El cambio de énfasis en el santuario vino a través de un cambio en la enseñanza del juicio investigador. El enfoque típico de la doctrina del juicio investigador, puesto sobre una base de
rendimiento
es casi tan temible como un infierno que arde eternamente. Muchas personas en nuestra iglesia han descartado por completo la enseñanza porque no han penetrado los estratos ocultos del pensamiento basado en el desempeño.

Así que ahora tenemos por lo menos dos versiones de la justificación por la fe en la iglesia, ambas se basan en el rendimiento en las capas invisibles. Algunos oscilan de lado a lado tratando desesperadamente de encontrar un poco de alivio, pero nunca llegará, siempre y cuando la base siga siendo invisible. Si tan sólo pudiéramos permitir que la Palabra de Dios penetrara en los estratos invisibles para que realmente nos convirtiera, ¿cuanto dolor se evitaría?

¿Por qué Dios nos ha permitido deambular por este camino que hace el ser un adventista del séptimo día tan difícil? La única explicación que puedo encontrar está en el rechazo del mensaje que nos fue dado en 1888. Observe la siguiente cita:

En su gran misericordia el Señor envió un preciosísimo mensaje a su pueblo por medio de los pastores Waggoner y Jones. Este mensaje tenía que presentar en forma más destacada ante el mundo al sublime Salvador, el sacrificio por los pecados del mundo entero. Presentaba la justificación por la fe en el Garante; invitaba a la gente a recibir la justicia de Cristo, que se manifiesta en la obediencia a todos los mandamientos de Dios. Muchos habían perdido de vista a Jesús. Necesitaban dirigir sus ojos a su divina persona, a sus méritos, a su amor inalterable por la familia humana. Todo el poder es colocado en sus manos, y él puede dispensar ricos dones a los hombres, impartiendo el inapreciable don de su propia justicia al desvalido agente humano. Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz y acompañado por el abundante derramamiento de su Espíritu. (Testimonios para los ministros, pp. 91, 92).

El mensaje de 1888 nos presentó la justificación por la fe a través de un sublime Salvador que nos capacitó para guardar todos los mandamientos de Dios. Nos dirigió a hacer de Cristo el centro y no a nosotros mismos. Nos señaló a la fuente de la vida de adónde ricas corrientes fluirían hacia nosotros y nos llenarían con el Espíritu de Cristo.

Es evidente que no hemos llegado a este punto. No hemos descubierto nuestro pensamiento basado en el rendimiento buscando profundamente en nuestras almas. Observe lo siguiente:

Nadie puede saber lo que significa ser santificado a Dios, a menos que él busque en primer lugar el reino de Dios y su justicia. Usted debe humillar su alma ante Dios, estar dispuesto a sacrificar cualquier cosa y todo en vez del favor de Dios. Cultive el amor y el afecto a la devoción religiosa. Es mucho mejor renunciar a la tierra que al cielo. Es necesario ahora mirar bien sus caminos, que sus pies no deslicen. El carácter de cada deseo y propósito, es tan claro ante Dios, bien lo sabe usted, como el sol en los cielos. Usted, mi querido hermano en Cristo no ha cultivado la espiritualidad y crecido en la gracia. El yo en usted debe morir. La autoimportancia debería ser dejada a un lado. (Ellen G. White 1888 Materials, p. 1189. Cursiva nuestra).

¿Hemos mirado bien nuestros caminos? Ha muerto el yo? ¿Nos ofendemos con facilidad? ¿Nos  enojamos ante el reproche? ¿Nos comparamos con los demás? ¿Buscamos una posición más alta en la iglesia? ¿Nos sentimos orgullosos de que estamos haciendo la obra de Dios? ¿Hemos dejado el yo a un lado? ¿Cómo hemos de hacer esto?

Pero ningún hombre puede despojarse del yo por sí mismo. Sólo podemos consentir que Cristo haga esta obra. Entonces el lenguaje del alma será: Señor, toma mi corazón; porque yo no puedo dártelo. Es tuyo, manténlo puro, porque yo no puedo mantenerlo por ti. Sálvame a pesar de mi yo, mi yo débil y desemejante a Cristo. Modélame, fórmame, elévame a una atmósfera pura y santa, donde la rica corriente de tu amor pueda fluir por mi alma.  (Palabras de Vida del Gran Maestro, pp. 123, 124).

Mientras más nos acerquemos a Jesús, y más claramente apreciemos la pureza de su carácter, más claramente discerniremos la excesiva pecaminosidad del pecado, y menos nos sentiremos inclinados a ensalzarnos a nosotros mismos. Aquellos a quienes el cielo reconoce como santos son los últimos en alardear de su bondad. El apóstol Pedro llegó a ser fiel ministro de Cristo, y fue grandemente honrado con la luz y el poder divinos; tuvo una parte activa en la formación de la iglesia de Cristo; pero Pedro nunca olvidó la terrible vicisitud de su humillación; su pecado fue perdonado; y sin embargo, él bien sabía que para la debilidad de carácter que había ocasionado su caída sólo podía valer la gracia de Cristo. No encontraba en sí mismo nada de que gloriarse. (Ibíd., p. 124

Si bien podemos reconocer la necesidad de una búsqueda fiel del corazón, el pensamiento basado en el desempeño puede hacer esta obra insoportable. Sólo hay una forma en que podemos comenzar tal obra y no darnos por vencidos en desesperación, y es para llevar a cabo la obra como un hijo y no como un siervo. Cuando aceptamos la filiación, nuestro sistema de valores cambia de pensamiento por el rendimiento al pensamiento por la relación. Entonces y sólo entonces podemos empezar a hacer frente a la dolorosa labor de introspección y quitar por completo los estratos invisibles del pensamiento basado en el rendimiento, eliminar las inconsistencias en nuestra comprensión de la ley, y evitar los falsos puntos de vista sobre la justificación, la santificación, el santuario, y muchas otras creencias.

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Querido Padre que estás en los cielos,

Perdónanos por ser tardos de corazón para creer lo que ha sido escrito por los profetas. Ayúdanos a superar nuestro pensamiento pródigo de creer que sólo nos aceptarías de regreso como siervos. Perdónanos por centrarnos en el hecho de que ya no somos dignos de ser tus hijos. Ojala que podamos abrazar plenamente los beneficios de la filiación y aceptar las corrientes ricas de tu justicia, la cual deseas verter sobre nosotros a través del Espíritu de Cristo. Te damos gracias, en el nombre de Jesús, Amén.

En el siguiente capítulo quiero descomprimir con más detalle la necesidad crítica de una transferencia del pensamiento de siervos a hijos que nos va a permitir transformar las capas invisibles del pensamiento basado en el rendimiento.

 

 

 

 
 

[1] “Satanás ha estado preparándose desde hace mucho tiempo para su último esfuerzo para engañar al mundo. El cimiento de su obra lo puso en la afirmación que hiciera a Eva en el Edén: “Ciertamente no moriréis”. (El Conflicto de los siglos, p. 548) Satanás comenzó su engaño en el Edén. Dijo a Eva: “No moriréis.”’ “Tal fue la primera lección de Satanás acerca de la inmortalidad del alma, y ha continuado con este engaño desde entonces hasta hoy, y seguirá con él hasta que haya cesado el cautiverio de los hijos de Dios”. (Primeros escritos, p. 218)

[2] He identificado por lo menos nueve estratos. Ver el apéndice D para más detalles. Para el propósito de este ejercicio, nos enfocaremos en cinco estratos.