El Modelo Divino - 8 - El manto de confrontación

Publicado Oct 31, 2012 por Adrian Ebens En El Modelo divino

8. El manto de confrontación

 

Mientras más nos identificamos con el modelo divino y mientras más aprendemos a honrar a las autoridades que Dios ha puesto en nuestras vidas, más será nuestra motivación para ver que los líderes hablen y hagan lo correcto. Esta motivación partirá del reconocimiento de que ellos son   ordenados a darnos una porción de la bendición de Dios.


Si percibimos que un líder se está desviando hacia enseñanzas o prácticas incorrectas, nuestro corazón sentirá la urgencia de proteger su reputación, y estaremos orando para que Dios le dé sabiduría y bendiciones y así no perjudique su posición con practicas erróneas.

 

El espíritu de ira que surge en la gente hacia los líderes de mala conducta rara vez es motivado por amor a ese líder. Puede que sea simplemente el llanto adolorido de los que fueron maldecidos por las acciones erróneas de ese líder, o puede que sea una situación más compleja de alguien que busca elevar su posición a un nivel igual o superior a ese líder. Un espíritu que se apresura a informar los fracasos del liderazgo es un espíritu que desprecia el modelo divino. En la mayoría de los casos en que relatamos los fracasos de un líder, disminuimos el nivel de respeto hacia él en las mentes de las personas con quienes compartimos sus fracasos. Reducimos el poder de las palabras de ese líder, y por lo tanto reducimos su capacidad para bendecir.

 

Cuando una esposa se queja a otros sobre las faltas de su esposo, está reduciendo su autoridad para bendecirla. Si ella se queja de él frente a sus hijos, entonces está disminuyendo la capacidad de él para bendecirlos con sus palabras. Ella anima a los niños a despreciar a su padre y por último su forma descuidada de tratar con los fracasos de su esposo, real o imaginarios, debilita su propia autoridad para con sus hijos. De la misma manera, un hombre que habla negativamente sobre el ministro, gobierno, o la policía a sus hijos, está haciendo lo mismo; está desmantelando partes de la protección del cordón de tres dobleces.[1]Cuando hacemos caso omiso a la autoridad, corremos el gran peligro de destruir a nuestros hijos.[2]

Observe cuidadosamente:

 

“Hijos, obedeced a vuestros padres en todo; porque esto agrada al Señor”. Los hijos que deshonran y desobedecen a sus padres, y desprecian sus consejos e instrucciones, no pueden tener parte en la tierra renovada y purificada. El hogar adventista, p. 266 

Examinemos cuidadosamente el consejo bíblico para aquellos que maldicen a sus padres:

 

Éx 21:17 Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.

 

En los tiempos de Israel, maldecir a los padres era un delito bajo pena de muerte. ¿Qué nos quiere enseñar el Señor con estas cosas? Nuevamente observe cómo David le responde al hombre que afirma haber matado a Saúl, el ungido de Jehová.

2 Sam 1:14-15 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová? (15) Entonces llamó David a uno de sus hombres, y le dijo: Ve y mátalo. Y él lo hirió, y murió.

¿Comprendemos ahora lo serio de la situación? ¿Comenzamos a apreciar las cuestiones de vida y muerte que están ligadas a la forma correcta de dirigirnos a aquellos en autoridad? Con esto en mente es que Pablo nos instruye:

1 Tim 5:1 No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos…

Cuando percibimos que un líder no actúa según la Palabra de Dios, debemos actuar cuidadosamente. Si recibimos un informe de una sola fuente sobre un líder, no podemos aceptarlo.

Deut 19:15 No se tomará en cuenta a un solo testigo contra ninguno en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida. Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.

Si pasamos un informe que no ha sido validado acerca de un líder, entonces somos culpables de poner nuestras manos sobre el ungido de Jehová, y traemos una maldición terrible sobre nosotros.

Si escuchamos a un pastor, líder o padre decir o hacer algo incorrecto, nuestro deseo de salvaguardar su posición hará que oremos y nos aseguremos que hemos observado algo erróneo en su conducta. Entonces, debido a que amamos a ese líder, iremos a él en privado para indagar  si hemos entendido la situación correctamente. No deberíamos comentar con otros sobre la situación en caso de haber malentendido. De hacerlo así, perjudicaríamos el manto del ungido de Dios y traeríamos maldición sobre nosotros.

Si el líder niega el informe o indica que hemos entendido mal, entonces debemos dejar la situación en las manos del Señor. Si la situación vuelve a ocurrir, entonces deberíamos apelar a él de nuevo. Si es algo concerniente a enseñanzas bíblicas, deberíamos pedirle amablemente que nos instruya en lugar de demandar que pruebe su posición. Deberíamos dirigirnos a él con la mentalidad de que hemos entendido mal y que podríamos estar equivocados. Si asumimos que estamos en lo correcto, no seremos receptivos a sus consejos y traeremos maldición sobre nosotros mismos.

Si la situación persiste y el líder no responde aun después de mucha oración y súplica, entonces debemos ir a los ancianos y presentarles la situación. Una vez que se somete la evidencia a los ancianos o a la junta, la responsabilidad queda entonces en sus manos. Hemos hecho todo lo que está a nuestro alcance para salvaguardar la reputación de ese líder. Durante este proceso podríamos descubrir que teníamos la información incorrecta, o que la información que recibimos no era verdad, o que habíamos malentendido lo que la Biblia enseña. Durante este proceso podríamos asegurarnos de que no hemos puesto una sola duda innecesaria en la mente de nadie sobre ese líder.

Es con estos pensamientos que comenzamos a apreciar el procedimiento adecuado para dirigirnos a un líder en nuestra comunidad. Necesitamos comprender que únicamente aquellos que están bajo nuestra autoridad pueden ser confrontados y ordenados a alterar su curso. Si un ministro actúa incorrectamente, está dentro de la autoridad de su Presidente confrontarlo, y si es necesario, corregirlo por mala conducta. Si un Presidente de la Conferencia es culpable de conducta inapropiada, entonces el Presidente de la Unión o líder de la División tiene la autoridad de confrontar y corregir a ese líder. Por supuesto, si un líder de iglesia toma participa en un delito civil entonces las autoridades y el gobierno tienen la autoridad para presentar y castigar a tal ministro o líder de iglesia. Esta es la forma en que el cordón de tres dobleces debería operar.

Si todos estos pesos y contrapesos fracasan, y la estructura completa se ve envuelta en la apostasía y conducta inapropiada, entonces el manto de confrontación se le da directamente a la persona que Dios escoge. Consideremos algunos ejemplos bíblicos.

Evento

Manto de Autoridad

Confrontación

La esclavitud de los hijos de Israel en Egipto.

El manto de autoridad se le dio a Moisés para   confrontar al Faraón debido a la visita del Señor en la zarza ardiente. Milagros con la lepra y la serpiente. Éx 4

Faraón es confrontado por Moisés y Aarón y recibe   los juicios de las plagas por no querer escuchar. Éx 5 -11

 

Apostasía en el tiempo de los Jueces. Abandonaron al Señor y sirvieron a Baal. Jue 2:9,10

 

El Ángel de Jehová se le presentó a Gedeón y le ordenó que derribara los ídolos de su padre.   Confirmado a través del consumo de alimento por fuego. Después recibió confirmación por el vellón   mojado y seco. Jue 6

 

 

Gedeón derriba los ídolos de su padre y después reúne a los 300 para derrumbar el poder de los Madianitas.

Elí no refrenó a sus hijos de contaminar los   sacrificios y tomar parte en prácticas inmorales. 1 Sam 2:25-27.

 

Un hombre de Dios apareció y pronosticó la   destrucción de la casa de Elí. El manto de autoridad debía ser dado a través   de un detalle específico en profecía. (Si un hombre pronosticaba cosas que no llegaban a suceder, sería   condenado a muerte. Usted tenía que estar seguro de que había sido llamado. Deut 13:1-5)

Dios confrontó a Elí a través de un profeta sin nombre y también mediante un mensaje de Samuel. La naturaleza de   acontecimientos demuestra claramente que el Señor está en todo esto. Elí y su casa perecen exactamente de la manera profetizada. 1 Sam 4.

 

 

Apostasía de Saul

Samuel todavía estaba operando como un   profeta establecido. El Señor le ordenó que ungiera a David como el sustituto. 1 Sam 15,16.

 

 

Samuel confronta a Saúl y predice su muerte. Samuel   unge a David como sustituto. 1 Sam 15,16.

El pecado de David con Betsabé. 2 Sam 11.

Natán fue   reconocido como profeta en Israel. 2 Sam 7:2.

También su conocimiento detallado del   pecado de David, y cuál sería la sentencia, reveló su voz profética.

 

Natán confronta a David con su crimen y pronuncia juicio   sobre su casa. 2 Sam 12.

Apostasía de Acab con Jezabel

Elías dio evidencia de autoridad profética a través del mensaje de que no llovería sin la palabra de Elías. 1 Re 17:1.

 

Elías confronta a Israel en el monte Carmelo y   demuestra quien es el verdadero Dios de Israel. 1 Re 18.

Apostasía de Israel justo antes de la venida de   Cristo  

Abuso del sistema de sacrificio.

Soborno, corrupción y uso del poder civil con fines religiosos.

 

Juan confirmado como profeta a través de la experiencia del encuentro de Gabriel con Zacarías en Lucas 1; así como la profecía de Isaías 40, la voz que clama en el desierto.

Juan confronta a los líderes de Israel y los llama   al arrepentimiento. Lc 3. También confronta la autoridad civil de   Herodes. Mt 14.

 

La apostasía de Israel en el tiempo de Cristo.

Cristo confirmado como profeta través de cientos de profecías al igual que por su precursor: Juan el Bautista

 

Cristo confronta a los sacerdotes en muchas   ocasiones y pronuncia juicio sobre ellos. Por ejemplo, Mt 23.

Supresión de los sacerdotes sobre los apóstoles predicando el nombre de Cristo.

Cristo colocó el manto de autoridad sobre los discípulos. Mc 3:14. Les   encomendó que predicaran el evangelio e hicieran discípulos. Mat 28:19,20. Ellos Recibieron el poder de la lluvia temprana y también hicieron milagros. Hch 2

 

Los apóstoles confrontan al sacerdocio con el cargo de la muerte de Jesús y rehúsan dejar de hablar en su nombre.

 

Hay varios puntos que podríamos extraer del ejemplo anterior. Quiero destacar un aspecto de la historia de Gedeón. Observe lo que dice Elena de White:

El padre de Gedeón, Joás, quien participaba de la apostasía de sus conciudadanos, había erigido en Ofra, donde moraba, un gran altar dedicado a Baal, y ante él adoraba la gente del pueblo. Gedeón recibió orden de destruir este altar, y de erigir otro a Jehová, sobre la roca en la cual el sacrificio había sido consumido, para presentar allí un sacrificio al Señor. El ofrecimiento de sacrificios a Dios había sido encomendado solamente a los sacerdotes, y debía limitarse al altar de Silo; pero Aquel que había establecido el servicio ritual, y a quien señalaban todos estos sacrificios, tenía poder para cambiar sus requerimientos. La liberación de Israel debía ser precedida por una solemne protesta contra el culto a Baal. Gedeón debía declarar la guerra a la idolatría, antes de salir a batallar con los enemigos de su pueblo. Patriarcas y Profetas, p. 531

La visita del ángel del Señor le permitió a Gedeón ofrecer un sacrificio a Jehová fuera de Silo. En segundo lugar, observemos que antes de que el pueblo de Dios pudiera ir a la guerra contra sus enemigos, tenía que haber una protesta en relación a la idolatría en la comunidad de Israel. Antes de poder involucrar a los enemigos de Israel tiene que haber una protesta en relación a la idolatría que ocurre en el adventismo. La protesta de Gedeón fue autorizada por el ángel de Jehová. Notemos lo siguiente:

 

Gedeón no se atrevió a encabezar el ejército sin tener evidencias adicionales de que Dios le había llamado para esta obra, y de que estaría con él. Ibíd, p. 532

 

Gedeón hizo su protesta fielmente y derrumbó el ídolo de su padre así como el ángel le ordenó. De nuevo declaramos que Gedeón estaba autorizado a confrontar la idolatría debido a la orden directa del ángel de Jehová.

 

El punto que queremos demostrar mediante estos ejemplos es que, una vez agotadas todas las demás posibilidades, Dios autorizó a una persona o a varias personas, a confrontar a la estructura de bendición existente que había fracasado. Es algo peligroso citar porciones de las Escrituras donde ciertos hombres fueron llamados a confrontar un sistema apóstata, y al mismo tiempo ignorar el hecho de que fue Dios quien claramente les dio esta autoridad a través de:

  1. 1.Evidencia clara que la palabra hablada era profética
  1. 2.Una secuencia de milagros o eventos providenciales
  1. 3.Visitación de ángeles con instrucciones
  1. 4.Autorización de otro profeta viviente o registrado en las Escrituras.

Nuestro Dios lo hace todo decentemente y en orden. Antes que una persona pueda hablar con autoridad contundente, debería de haber evidencia que esa persona tiene la autoridad para confrontar a alguien que normalmente no se presta para tal situación. Esta es una lección de suma importancia para nosotros hoy día, ya que nos enfrentamos a una apostasía a gran escala. Levantarse en contra de esa apostasía sin tener la autoridad para hacerlo es romper el modelo divino y traer una maldición sobre quienes lo hacen.


A quienes Dios ha concedido encontrar la verdad del Hijo de Dios, nos ha dado el privilegio de:

  1. 1.Involucrarnos en la obra de arrepentimiento por los pecados del Israel anti-típico.
  1. 2.El derecho basado en las Escrituras, de confesar la creencia en el Hijo unigénito en el recinto de nuestra autoridad.
  1. 3.La necesidad de salvaguardar la reputación de nuestros líderes y de orar por ellos para que Dios les ayude.
  1. 4.Esperar hasta que el cielo nos ofrezca claras evidencias de autoridad antes de que la apelación se convierta en confrontación.

El primer paso de cualquier reforma implica arrepentimiento. No es suficiente aceptar la verdad del Padre y el Hijo y luego comenzar a compartirla con otros. Debemos confesar el pecado de la trinidad y suplicarle al Señor que nos perdone.

Es hoy muy necesario que la verdadera religión del corazón reviva como sucedió en el antiguo Israel. El arrepentimiento es el primer paso que debe dar todo aquel que quiera volver a Dios. Nadie puede hacer esta obra por otro. Individualmente debemos humillar nuestras almas ante Dios, y apartar nuestros ídolos. Cuando hayamos hecho todo lo que podamos, el Señor nos manifestará su salvación. Patriarcas y profetas p. 642

A medida que nos involucraos en la obra de arrepentimiento, el Señor nos mostrará el próximo paso a seguir. El que corre antes del tiempo señalado no representa al Dios de Israel ni al modelo divino. A cualquier persona que se atreve a levantar su voz contra el ungido del Señor y a disminuir su autoridad a los ojos del pueblo sin una clara evidencia de su llamado, se le debería suplicar que cese su obra y se arrepienta. Si se niega, hay que rechazarla y mantenerla apartada.  

 

Entonces, ¿cómo sabremos si Dios nos ha dado tal autoridad? En el tiempo en que vivimos, nadie puede afirmar que ha sido autorizado por un profeta previo o uno existente. Si una persona recibe una visitación de un ángel, tendría que dar otra evidencia que acompañe tal afirmación, ya que cualquier persona puede decir que ha recibido la visita de un ángel. Una persona podría establecerse a través de pronósticos que se realizan. También es posible que ocurran una serie de milagros o eventos providenciales, pero tales cosas deberían ser combinadas con un mensaje que está de acuerdo con la plataforma de la verdad dada a nuestros pioneros. El espíritu que produce milagros y eventos providenciales debería ser puesto a prueba, y la mejor manera de probar estos espíritus es mediante el mensaje que presentan.

1 Jn 4:1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.

Is 8:20 ¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido.

Deut 13:1 Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.

Basado en mi estudio personal, entiendo que la autoridad para confrontar a la apostasía actual crecerá del fuerte clamor del amor y el gozo encontrado en el Hijo unigénito mezclado con un espíritu de arrepentimiento por nuestra iglesia, nuestros líderes y nosotros mismos por estar involucrados en esta apostasía. Mientras más nos acercamos al modelo divino y presentamos a nuestros líderes en oración, yo creo que más grande es la posibilidad que una serie de eventos providenciales procedan del cielo para indicar que Dios ha tomado las riendas en sus propias manos.

 

Creo que hay buena instrucción para nosotros en lo que se refiere a la venida del cuarto ángel. Esta instrucción no habla de los asuntos que se relacionan directamente con la iglesia adventista sino de dar el mensaje de los tres ángeles al mundo. No obstante, hay un principio aquí para nosotros:

En cada generación Dios envió siervos suyos para reprobar el pecado tanto en el mundo como en la iglesia. Pero los hombres desean que se les digan cosas agradables, y no gustan de la verdad clara y pura. Muchos reformadores, al principiar su obra, resolvieron proceder con gran prudencia al atacar los pecados de la iglesia y de la nación. Esperaban que mediante el ejemplo de una vida cristiana y pura, llevaran de nuevo al pueblo a las doctrinas de la Biblia. Pero el Espíritu de Dios vino sobre ellos como había venido sobre Elías, impeliéndole a censurar los pecados de un rey malvado y de un pueblo apóstata; no pudieron dejar de proclamar las declaraciones terminantes de la Biblia que habían titubeado en presentar. Se vieron forzados a declarar diligentemente la verdad y señalar los peligros que amenazaban a las almas. Sin temer las consecuencias, pronunciaban las palabras que el Señor les ponía en la boca, y el pueblo se veía constreñido a oír la amonestación. Así también será proclamado el mensaje del tercer ángel. Cuando llegue el tiempo de hacerlo con el mayor poder, el Señor obrará por conducto de humildes instrumentos, dirigiendo el espíritu de los que se consagren a su servicio. Los obreros serán calificados más bien por la unción de su Espíritu que por la educación en institutos de enseñanza. Habrá hombres de fe y de oración que se sentirán impelidos a declarar con santo entusiasmo las palabras que Dios les inspire. El Conflicto de los Siglos pp. 591, 592.

En este caso los hombres, en efecto, recibirán autoridad del cielo a medida que se convencen de las verdades en la palabra de Dios. Su mensaje tendrá las credenciales del cielo. El Espíritu se manifestará en sus vidas de tal manera que los seguidores de la verdad notarán la providencia en su derredor. Esta no es una obra que el hombre puede producir por si mismo. Solamente ocurre a medida que el Espíritu de Dios cae sobre ellos, tal como hemos visto previamente en ejemplos bíblicos.

Ahora es el momento para el arrepentimiento, la oración, el ayuno y la lamentación. Ahora es el momento para esperar en Jehová y suplicar por Israel. Pronto el antítipo de la apostasía en el Jordán caerá sobre nosotros. Ojalá que no tengamos que enfrentarnos a la pregunta del Hijo de David:

 

2 Sam 1:14 Y le dijo David: ¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?

 


[1] “…no era designio de Dios que el marido ejerciese dominio como jefe de la casa cuando él mismo no se somete a Cristo. Debe estar bajo el gobierno de Cristo para representar la relación de éste con la iglesia. El hogar adventista, p. 101

[2] El respeto por la autoridad incluye a los que están sobre nosotros al igual que los que están bajo nosotros, cómo lo indica esta declaración: El padre es el sacerdote y protector del hogar. La madre es la maestra de los pequeños desde su niñez, y la reina del hogar. Ella no debe ser descuidada. Nunca deberían serle dirigidas palabras descuidadas e indiferentes ante los niños. Ella es su maestra. En pensamiento y palabra y obra el padre ha de revelar la religión de Cristo, para que sus hijos puedan ver claramente que él tiene conocimiento de lo que significa ser cristiano... Reflejemos a Jesús, p. 170