El evangelio por derecho o por privilegio y la ordenación de mujeres

Publicado Sep 08, 2012 por Adrian Ebens En El orden evangélico

Cuandoquiera que he sido cautivado por una historia de gran conflicto, lucha y valor frente a las fuerzas del mal, me he identificado naturalmente con el personaje central de la historia. Como un hombre que lucha con el pecado y vive bajo el conocimiento de la gran controversia, esta historia es algo natural para mí como lo es para la mayoría de la gente. Así que cuando llego a la historia de Jesús y veo la lucha y la conquista en las cuales él toma parte a través de las páginas de la Escritura, y mientras contemplo su amorosa paciencia y sabiduría en la cara de la crueldad de Satanás y sus huestes, mi corazón se siente atraído hacia él. Me identifico con su lucha y me consuela el conocimiento de su próxima venida con la victoria total sobre el pecado. Espero estar de pie sobre el mar de cristal con él y regocijarme en su victoria sobre sus enemigos y los míos.

Esto nos lleva a la cuestión central de la identidad de Jesús. ¿Cuál es la historia de la Biblia con la cual me estoy identificando? La historia de Jesús que me enseñaron en mi iglesia era que Jesús mantuvo su posición como Dios por derecho divino. Puesto que él poseía todas las cualidades de la divinidad inherente, él, por lo tanto, tenía naturalmente el derecho a una igualdad con Dios el Padre. De la forma que me explicaron la historia, Lucifer trató de negarle a Cristo lo que naturalmente era suyo. Satanás trató de quitarle a Cristo su título de Dios. Con esta comprensión de Cristo, la historia central que sostiene el conflicto de los siglos, es la conquista por derecho divino. Es Dios el Hijo demostrando su divinidad ante el universo para disipar las mentiras de Satanás sobre él. La venida de Jesús al mundo fue una demonstración de su amor, su paciencia, su poder, su sabiduría y su sacrificio con el fin de demostrar y después hacer a un lado su divinidad. Repito que esta historia es una lucha por el reconocimiento de uno que desea ser visto igual a Dios.

En la persona del Hijo unigénito he descubierto a un Jesús muy diferente. El Hijo de Dios mantiene su posición por privilegio divino. Todas las cosas fueron dadas al Hijo por el Padre. Él no buscó la igualdad con su Padre, sino que tomó sobre sí la forma de siervo, para revelar el amor de su Padre. La persona de Jesús no hace nada por sí mismo, sino que cree que el Padre le dará todo lo que necesita para proteger y vindicar su nombre. El gran conflicto se desarrolla mientras que Satanás busca negar la relación que Jesús tiene con el Padre, busca quitar a Cristo su filiación y herencia. La lucha de Cristo aquí, se basa en el amor de su Padre mientras se aferra a su filiación y herencia. En el contexto del evangelio, este escenario ofrece un coro al tema de nuestro descanso en el amor del Padre y el apego a nuestra filiación y herencia por medio de Cristo. Cristo es el evangelio, el camino, la verdad, y la vida.

Estas dos historias muy diferentes de Jesús producen interpretaciones muy diferentes del evangelio. El Jesús que está involucrado en una batalla con Satanás para revelar su identidad de igualdad con Dios, es visto como un Jesús que se esfuerza para obtener reconocimiento e igualdad por derecho humano. El evangelio se convierte en un manto de justicia social: el derecho de la mujer a ser ordenada; el derecho de una persona a una educación y un trabajo, el derecho del planeta a prosperar.

¿Está la iglesia siendo afectada por cuestiones de justicia social? ¿No son estos sencillamente ecos de la narración central entendida en la persona de Jesús? En este contexto, ¿No es la ordenación de mujeres entonces una cuestión del evangelio del derecho a la igualdad? A medida que Jesús lucha por igualdad en los corazones y la vida de los que le sirven, no es esta cuestió de la ordenación de mujeres un eco de la lucha de Cristo por la igualdad? El evangelio de Jesús, que gobierna por derecho divino debido a sus recursos propios es el Dios que alimenta el fuego de la justicia social y la igualdad por derecho, la igualdad de la educación, la igualdad por posición.

En contraste, el Hijo de Dios, que recibe todas las cosas, crea un tema en el Evangelio de inmenso privilegio y alegría y la confianza de que nuestro Padre nos protegerá y nos salvará. Este es el evangelio de la Biblia, el evangelio de privilegio inmenso, el evangelio de un increíble regalo del Padre al dar a su Hijo. Esta dádiva del Padre está marcada y sellada en la historia de Jesús a quien fueron entregadas todas las cosas. Jesús recibió todas las cosas, pero tomó con el fin de dar. Por supuesto, cuando uno vive con un privilegio tan inmenso, valorará a la humanidad, la educación y el planeta como regalos del Padre a su cargo, pero es un amor que nace del privilegio, no del derecho.

Mientras que nuestra iglesia presente la historia de Jesús como aquel que es Dios por su derecho divino, las cuestiones de la justicia social y la igualdad se manifestarán entonces de forma natural en nuestras vidas, emulando la lucha de un Jesús que busca la igualdad y el reconocimiento. Le pido a mi iglesia a volver al Hijo que gobierna por privilegio divino, a quien fueron entregadas todas las cosas con el fin de dar (véase El deseado de todas las gentes página 12). Un hijo que no busca la igualdad porque sabe que Dios es su Padre y que Él se asegurará de que todas las cosas se hagan decentemente y con orden. Este Jesús no busca la igualdad (eros platónico) con el Padre, sino que simplemente se aferra a la Palabra de su Padre que Él es su Hijo amado (ágape bíblico). La herencia de su Padre es el distintivo claro entre los dos. Así también, la herencia de Eva que proviene de Adán, su propio nombre tomado del hombre, es el distintivo bendito entre el hombre y la mujer, humanos, pero distintos debido a la herencia, y así es con el Padre y el Hijo, ambos Dios, sin embargo distintos por la herencia del Padre al Hijo. La herencia elimina toda discusión sobre la lucha por la igualdad y el deseo de igualdad, todo esto es arrasado por el gozo del privilegio.

Hace seis años, desde mi posición privilegiada como ministro de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, vi de antemano los problemas que ahora amenazan la unidad de la iglesia sobre la ordenación de mujeres en relación a las cuestiones del gobierno de la iglesia y la familia. La redacción de mi libro El regreso de Elías era principalmente acerca del gobierno de la Iglesia, aunque la mayoría lo entienden sencillamente como un libro contra la Trinidad. El Dios que adoramos define los métodos de la autoridad humana y la forma en que se ejecutan. El relato que se impone a usted de una Trinidad co-igual basada en cualidades inherentes es uno de justicia social y jurídica. La Trinidad del adventismo lógicamente exige la justicia social de la ordenación de mujeres; debe ser central en el tema de su evangelio. La posición conservadora de la ordenación de los varones solamente junto con la trinidad co-igual, es lógicamente inconsistente. La espiritualización de la Trinidad de los términos Padre e Hijo, naturalmente debe permitir espiritualizar los términos "marido de una sola mujer" para un anciano o pastor. O volvemos al Padre y al Hijo literal y adoptamos una teología de la herencia y el privilegio u ordenamos mujeres como "maridos de una sola mujer" espirituales, y líderes co-iguales, líderes por ejemplo

divino que conduce a derecho humano. Esa es la opción lógica.

Las conferencias de las uniones de CUC (Columbia Union Conference) y PUC (Pacific Union Conference), sólo están llevando a cabo la lucha por la igualdad y el reconocimiento que se encuentran en la Trinidad. Una lucha por la que vale la pena sacrificar la unidad porque esta lucha es vista como una lucha del evangelio, no el deseo sencillo y la opinión de los seres humanos. Es la lucha de Jesús que ven en el adventismo. Le presento mi libro El regreso de Elías por si usted no lo ha leído, escrito con el fin de abordar la ordenación de mujeres. Para mí ese fue el asunto más apremiante. La cuestión de la ordenación de las mujeres no va a disminuir, ya que está vinculada a las cuestiones fundamentales del Jesús que usted sirve y que evangelio cree. Aparte de esto, escribí el libro Un asunto vital (póngase en contacto con nosotros si usted no puede utilizar amazon.com), para proporcionar una visión sistemática de cómo la comprensión de la autoridad y bendición afectan las enseñanzas fundamentales del adventismo. Para observar las repercusiones para la iglesia, la familia y la comunidad que sale de la comprensión de la estructura de autoridad Padre e Hijo, véase mi libro El Modelo Divino.

Oremos por nuestra iglesia, para que volvamos a recuperar la historia del gran conflicto que conlleva el tema de privilegio y no de derecho; de herederos y no de desheredados, de relación en lugar de posición.

Una observación final. ¿De quién es la historia en el gran conflicto donde la búsqueda por la igualdad es a través de una lucha por el reconocimiento? ¿No es ésta la historia de Satanás? ¿No es este impulso para la ordenación dea mujeres sencillamente más que una escena dramática de la visión de Satanás del tema central del gran conflicto –el deseo del reconocimiento y la igualdad? El Jesús que yo sirvo no tiene esa lucha, descansa tranquilamente en su heredad. Su lucha es una verdadera relación con Dios como su Padre, protector y proveedor.

Elija usted hoy cual Jesús respalda su historia del gran conflicto. ¿Es el Jesús que gobierna por derecho divino o por privilegio divino?

Gálatas 1:8-9 Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, ¡que caiga bajo maldición. (9) Como hemos dicho antes, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Juan 17:3 Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Hijo de Dios – El evangelio por privilegio

Dios el Hijo – Evangelio por derecho

Heredó todo poder y autoridad de su Padre. Jn 5:26, Mt 28:18; Juan 3:35

Tiene todo poder y autoridad inherente y no la recibió de nadie

Distinto del Padre por herencia – un Ser distinto, lo que hace de su título algo significativo. Heb 1:1-3

Lo mismo que el Padre por poder inherente – distinto solamente por el título, lo cual hace que el titulo no tenga relevancia

Reglas por privilegio divino – Derechos otorgados. Flp 2:11, Apoc 3:20

Gobierna por derecho divino – asume el privilegio.

Descansa en su relación de filiación con el Padre – Fue hecho igual por privilegio divino. Jn 5:18

Afirma igualdad al Padre – afirma igualdad por derecho divino.

Hace lo que el Padre le ordena. Aborda al Padre mediante el Espíritu de intercesión reconociendo a su Padre como la gran fuente de todo, que lo da todo de su corazón de amor. (ágape crea igualdad) Jn 5:19-30. Sal 36:9, CS p. 533, DTG p. 21.

Colabora con el Padre y Espíritu (como un ser separado) para decidir el resultado. Aborda al Padre mediante un espíritu de seguridad en sí mismo, lo que conduce al respeto y amor mutuo (eros platónico – busca igualdad).

Establece ejemplo para la humanidad de igualdad mediante la relación de herencia – las palabras Padre e Hijo significan algo relacional. Mt 3:17

Establece ejemplo para la humanidad de igualdad por el poder (omnipotencia), conocimiento (omnisciencia) y edad (sempiterno) – Las palabras Padre e Hijo son solamente títulos funcionales sin conexión a su existencia lo cual es por lo tanto un misterio.

Establece el ejemplo para la humanidad de uno que recibe de la Autoridad Suprema con el fin de dar. Jn 5:19-22

Establece ejemplo para la humanidad de uno que busca demostrar su igualdad revelando cualidades inherentes.

Da un ejemplo: confia en el Padre para proveer cualquier posición que es dada y descansa contento en esa posición sin desear exaltación. Flp 2:7-9, 1 Pe 5:6

Establece ejemplo de uno que busca ser reconocido en la posición más alta posible.

Establece el fundamento para la supremacía masculina en el hogar y la iglesia. 1 Cor 11:3, Tit 2:3-5

Establece el fundamento para que aquel con más capacidad dirija.